Decir que Fernando Pérez es una de las figuras de vanguardia en el cine cubano es descubrir el agua tibia. Pero ver que su liderazgo llegue al punto de emplazar a las instituciones advirtiendo que “si no hay respuestas, no habrá cine nacional”, supera cualquier asombro que su contundente obra nos haya provocado…
El realizador de hitos como Clandestinos, Madagascar, La vida es silbar y Suite Habana encabezó lo que calificó como un encuentro espontáneo en el centro cultural Fresa y Chocolate para reclamar el derecho de los cineastas cubanos a participar en la reestructuración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
El detonante fue una carta sobre el tema, que circuló en abril último con la firma del realizador Enrique “Kike” Álvarez (Miradas). Circulan rumores sobre un replanteo de los mecanismos de producción y comercialización del cine cubano, como parte de la actualización del modelo económico nacional, y los cineastas quieren ser parte de eso.
“No sabemos qué va a pasar. Nos conmina a estar aquí la falta de información y participación”, explicó Pérez. Los rumores cobraron fuerzas tras la reciente muerte de Alfredo Guevara, fundador del ICAIC y presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, sobre cuya suerte también existen dudas.
Susana Molina, vicepresidenta del ICAIC, confirmó a medios extranjeros que existe una comisión creada por el gobierno para transformar el cuerpo legal que puede estar frenando el desarrollo de la de producción cinematográfica. Entre sus integrantes hay dos cineastas, Jorge Luis Sánchez y Manuel Pérez Paredes, ganador del pasado Premio Nacional de Cine.
La funcionaria señaló que la consulta a los realizadores es “obligatoria”, pues será imposible avanzar sin consenso, y prometió socializar la información cuando esté más estructurada. “El diagnóstico real va a depender de todos ustedes”, aseguró Molina a los cineastas reunidos en el Fresa y Chocolate.
“El sentido de esta reunión es que hay impaciencia porque no puede existir siempre el mismo discurso. Vamos a cambiar y es urgente”, replicó Fernando Pérez, para quien es momento de “decir impacientemente no”. Y fue más allá: “si no hay respuestas, no habrá cine nacional”.
Por lo pronto, los cineastas trabajan en sus demandas, entre ellas la creación de una ley de cine, la legalización de las productoras independientes, la actualización de las formas de producción, retribución a cineastas, mecanismos de distribución y exhibición tanto en Cuba como en el extranjero.
En la redacción del documento de marras trabajan los directores Rebeca Chávez, Magda González, Lourdes de los Santos, Fernando Pérez, Manuel Pérez, Enrique Colina, Jorge Luis Sánchez, Pavel Giroud y Pedro Luis Rodríguez; el guionista Senel Paz y los productores Inti Herrera y Daniel Díaz Ravelo, elegidos en la asamblea.
La presencia en el colectivo de Fernando y Senel Paz, guionista de clásicos como Adorables mentiras y Fresa y Chocolate, resulta sintomática. Apenas unas semanas antes, ambos expresaron inconformidad con el estado actual del hecho cinematográfico en Cuba. Fernando fue tajante: “En Cuba los cines se acabaron”.
La proliferación de los bancos de películas, la piratería y el hábito de ver los filmes en el computador personal o en un DVD doméstico, atentan contra el concepto de lo que es ir al cine. Salas semi-vacías, películas en copias digitales, aires acondicionados rotos, onanistas y parlanchines, atentan contra lo que debiera ser un goce.
Consciente de la magnitud del problema, el gobierno de Cuba ha tomado cartas en el asunto. Y eso está muy bien. Pero con cineastas hay que contar…