El joven coreógrafo cubano José Enrique Santos considera indispensable la colaboración de un asesor teatral para que las obras digan algo a los públicos. El bailarín del Ballet de Camagüey, acaba de ganar el segundo premio del IX Encuentro de Jóvenes Coreógrafos del país, por su obra Beatas, pero antes de hablar de sí mismo, pondera la dicha de haber conocido al teatrólogo Luis Orlando Antúnez, director del grupo de teatro La andariega, en su ciudad del centro del archipiélago.
“Un asesor teatral es importante para un coreógrafo, y en este mismo evento he visto propuestas muy buenas, pero se inclinan más bien por una búsqueda o exploración del movimiento, se basan meramente en eso y no dicen nada, y en una danza siempre hay algo que decir, algo para contar”, sostuvo el artista formado en la academia clásica de ballet.
Beatas es una pieza profunda inspirada en el cuadro homónimo del pintor camagüeyano Fidelio Ponce de León (1895-1949), un óleo cargado de misticismos que le valió al autor uno de los premios de la Exposición Nacional de Pintura y Escultura de 1935. La obra recreada en danza indaga en la lucha perenne de cuatro mujeres con su alter ego, en los lugares recónditos del corazón y la apelación a disfraces o mecanismos de autocontrol como la religión para ocultar el deseo auténtico. La creación danzaria multiplica las interrogantes del lienzo secundada por una iluminación y vestuario apropiados para un drama de enclaustramiento espiritual.
Según Santos, la idea de trabajar a partir del cuadro de Ponce fue de Luis Orlando, a quien pocos conocen por el nombre, cada ser próximo lo llama por el apodo de Bambino. Ambos trabajaron en la obra y por el aporte profesional de ese vínculo el bailarín recomienda a los coreógrafos, y muy especialmente a los jóvenes, el acercamiento a un asesor teatral.
Junto a Bambino también trabajó en el montaje de Melancolía, otra pieza presentada en el certamen coreográfico, dentro del escenario de Las Carolinas, sede de la compañía de danza Retazos, ubicada en pleno centro histórico de La Habana. Durante el proceso de realización, Bambino pasó días sumergido en la exploración de los sentimientos de imposibilidad e impotencia. Al mismo tiempo, no podía transmitir literalmente su estado a los protagonistas, una pareja de niños, pues de acuerdo con el maestro a ellos debe trasladar siempre lo esperanzador por encima de cualquier dolencia. Así lo hizo y el final de la pieza no es deprimente, aunque cuesta evadir las lágrimas.
Melancolía, compuesta sobre el tema homónimo del fundador de la Nueva Trova cubana Silvio Rodríguez, aborda un viejo tabú social, el encasillamiento de los géneros desde la infancia y los traumas generados por esa presión. Las niñas deben jugar con muñecas y los niños con carros, ¿qué aporta esa norma socialmente establecida?
La obra conquistó las mayores ovaciones del concurso y pese a no recibir premios –para sorpresa del auditorio-, ni menciones oficiales, el jurado concedió un lauro especial al niño Rolando Couper por su versatilidad interpretativa.
“Hace tres años trabajo con los niños de la Andariega y me parece genial porque son una esponja, todo lo que una persona mayor hace lo captan al minuto, y creo muy importante trabajar con ellos para ayudarlos a crecer”, relató José Enrique.
Este joven inquieto intenta aún definir un estilo propio pero tiene claro que nunca se alejará del ballet.
“Me gusta lo clásico, aunque siento mayor libertad a la hora de expresarme con una coreografía contemporánea. No obstante, nunca renunciaré a lo que hago. No pienso abandonar las puntas, ni dejar de mezclar lo clásico con formas más modernas de danza”, afirmó.
La directora del BC, Regina Balaguer, confió en Santos para ampliar el repertorio de la compañía, al tiempo que desarrolla una buena carrera como bailarín. En las más recientes temporadas de la institución, el artista asumió los papeles principales de gran parte de las obras, ahora anhela una puesta de Giselle que le permita cumplir el sueño de interpretar al duque Albretch.
A decir verdad, con Giselle tiene dos ilusiones: una la de bailarlo y otra la de construir una coreografía conceptual sobre las que a su juicio son las cuatro intérpretes más importantes de los ballet clásicos: Giselle, Odette, Carmen y Julieta, vistas desde un ángulo contemporáneo.
Para esa próxima obra también contará con la colaboración de Bambino y el respaldo del BC, siempre abierto a la innovación coreográfica, así como a toda confabulación benéfica para el arte.