Quince minutos antes de la hora pactada llegamos a la sede de Lizt Alfonso Dance Cuba (LADC) en la calle Compostela entre Luz y Acosta, en la misma plaza del antiguo Convento de Belén de La Habana Vieja. Cuatro días después del estreno de “Habana Fénix”, la directora general de la Compañía accedió a una entrevista con OnCuba. Nos invitó a pasar a un pequeño salón de reuniones. En la Compañía-escuela fundada por Alfonso en 1991 no hay bullicio y sí un orden y una limpieza impecables.
Algunos muchachos suben y bajan las escaleras. Se sienten los pasos de un grupo que baila. Hay cinco salones de ensayo, tres pequeños y dos grandes, con sus tabloncillos, espejos y vestidores. Nos encontramos en una institución cultural que ha resonado durante años dentro y fuera de la isla.
LADC “realiza intercambios culturales y académicos, montajes de coreografías, clases magistrales, talleres, cursos de verano e intensivos, entre otros, que llevan a crecer y multiplicar el trabajo y sus resultados en Cuba y el mundo”, según se lee en su web oficial.
No le avisamos a la Maestra Lizt que también iría un fotógrafo al encuentro y protesta entre risas: “Ustedes no son fáciles”, dice. “¿Entendiste por qué quería que vieras el espectáculo primero?”, me pregunta, haciendo referencia a la petición de entrevista, días antes de su último estreno.
Para asesorarnos con cualquier fecha o dato está sentada con nosotros Yadira Hernández, régisseuse de LADC.
Lizt Alfonso lleva treinta años al frente de la compañía que fundó cuando tenía apenas 24 años. La contundencia en su verbo revela a una mujer segura de lo que dice y hace. No titubea y es directa en su discurso. A veces ilustra ciertos temas con anécdotas familiares, de amigos, o da golpes en la mesa cuando el tema la apasiona. No gesticula exageradamente. Se ríe con picardía.
Lizt es Embajadora de Buena Voluntad de Unicef y de Cuban Arts Fund. Ostenta la Distinción por la Cultura Nacional y, por encima de todo, el respeto de todo un pueblo.
“Todo me preocupa y de todo me ocupo”
¿Desde cuándo no sube al escenario a bailar?
Subo todos los días con los muchachos y les enseño cómo deben hacer las cosas. En el salón de ensayo, pero subo.
Yo me retiré en 1998. Fue la última vez que bailé. Es muy difícil llevarlo todo, además de bailar y bailar bien. Es muy, muy fuerte. En la Compañía, toda una vida me he ocupado de todo, desde el dobladillo hasta el bienestar de los bailarines. A mí todo me preocupa y de todo me ocupo; aunque tengo un equipo fabuloso alrededor. Entonces no tienes tiempo para ti, como intérprete.
Además, me pasó que la gente venía a los espectáculos para verme bailar. Yo quería que vinieran a ver a la Compañía. Retirarme de los escenarios fue una decisión tomada con los cinco sentidos. Me quité del camino y dejé el espacio libre para esa Compañía que tú ves hoy.
Todavía no se logra del todo. El público va a ver “el espectáculo que ha preparado Lizt Alfonso…”.
Pero no es lo mismo. No van a ver bailar a Lizt, van a ver el espectáculo, el producto, el resultado artístico. Es otra cosa. Van a ver lo que he preparado como coreógrafa, directora artística, líder de un proyecto; ese y el de la interpretación son dos mundos diferentes. Yo no compito con mis bailarinas, nunca competí, al contrario: siempre tenía más de un elenco en el que yo normalmente era la última.
La Compañía ha tratado de desligarse del baile español. ¿Cuándo toman esa decisión? ¿Fue alguna exigencia contractual internacional?
¡No, hombre, no! Aquí nunca ha existido presión internacional, ni la hemos aceptado para nada. Es un desenvolvimiento lógico en la evolución de la Compañía como tal.
Empezamos llamándonos Danzas Ibéricas. Tuvimos varios nombres, hasta que llegamos al que tenemos en la actualidad.
El cambio estuvo impulsado por la necesidad de expresarnos como lo que somos, no de imitar, sino de ser auténticos en esa expresión, a través de la danza y de la música.
LADC ha hecho fusión, no solamente en la danza, sino además en la música se ha creado mucho y por muy buenos compositores e intérpretes que hoy por hoy son jóvenes que están ranqueados en distintas orquestas del país.
Es una evolución lógica de la danza y de la música. Empezamos siendo una compañía que estudiaba la danza española y después el ballet, los bailes populares cubanos y afrocubanos, la cultura cubana, la danza contemporánea… Es tan fuerte la mezcla que tenemos aquí, que sería una lástima desaprovecharlo.
En una beca en España me di cuenta de que el baile español no era lo que quería hacer. Regresé y a partir de ahí inmediatamente empezamos a desarrollar lo que llamamos la “danza-fusión”.
En aquel momento no la hacía nadie. En la música era una locura y en la danza, el doble. Todo el mundo me decía que eso no llegaría a ningún lugar, que no tendría ningún resultado, y hoy por hoy todo el mundo “fusiona”, porque por ahí va el mundo.
Hay quienes todavía no aceptan o no entienden el término “fusión”.
Nunca he creído en los puristas, ni en las cosas cuadradas y esquemáticas. Me parece que hay mucho por hacer, mucho mundo por recorrer. No es que todo ya esté hecho, pero siempre hay nuevas visiones que puedes dar sobre los mismos fenómenos, o descubrir otros.
No obstante, usted acuña el término de “danza-fusión”.
Sí, claro que sí. No es que me pare en un lugar a defenderlo, es que día a día estamos demostrando que existe, que se hace y que, además, desde el punto de vista técnico e interpretativo tiene tremendos resultados. También como producto, como mercancía. La gente se identifica con él dondequiera que vamos. Quizá porque sienten que en cada uno de los espectáculos hay algún momento en que se ven reflejados, sean de donde sean.
“Sigo haciendo porque ese es mi deber”
Usted define su historia como un recorrido de tozudez, desencuentros, de muchos “no” y resiliencia. ¿Ya nadie le dice “no” a LADC?
(Risas). Sí, hijo, sí. Siguen diciéndonos que no y nosotros seguimos diciendo que sí. Pero ya con un respaldo del resultado de treinta años de trabajo. Es decir, si tú me estás diciendo que no es porque estás queriendo tapar el sol con un dedo. Eso es imposible.
¿En algún momento se sintió acosada en su medio profesional?
Realmente existe el acoso y es verdad que lo intentan. Más en Cuba, que es un país muy machista. No niego que me haya pasado alguna que otra cosa, pero jamás lo permití.
Ahora mismo en Cuba estoy feliz porque hay un montón de mujeres emprendedoras, creadoras que además son muy fuertes. Estamos más unidas, organizadas. Hace treinta años yo me sentía prácticamente sola. Algunas mujeres en el mundo de la danza anteriores a mí, como Rosario Cárdenas, Marianela Boán, Caridad Martínez, eran tremendos ejemplos, pero ahora sí somos un montón y nos sentimos abrazadas y muy empoderadas, ayudándonos las unas a las otras.
¿Hay reglas o leyes que prohíban dentro de la compañía cualquier exceso contra las bailarinas?
Es que no pasa. Donde esté yo nada de eso puede pasar.
Cito sus palabras: “LADC nació con la cruz de ser independiente”. ¿Cuál es la cruz que cargan hoy?
La misma, y pienso que la vamos a estar cargando toda la vida. Se ve en el hecho mismo de que, siendo una compañía que ha demostrado tanto durante todos estos años, no sea todo lo reconocida y aupada que debería por parte de las instituciones culturales. Sí por el pueblo.
Perdone, Maestra, ¿dice que no es reconocida?
No lo suficiente, no. ¿Quieres que te ponga un ejemplo? Nosotros cumplimos treinta años de fundados y no hemos recibido felicitación de ninguna institución. Por lo tanto, ya no espero nada. Pero sigo haciendo porque ese es mi deber, es lo que amo y es lo que trato de transmitirle a los que vienen detrás.
Sin embargo, el pueblo sí reconoce su trabajo…
La gente nos quiere. Pienso que ven detrás de uno la autenticidad de lo que se está haciendo. Mi compromiso es con ellos, en primerísimo lugar. Por eso surgimos como Compañía; por eso se hizo una escuela; por eso hacemos todos los espectáculos; por eso tratamos de estar siempre con el oído pegado al suelo, escuchando todo lo que está sucediendo. Y por eso en un momento determinado existieron espectáculos como Vida, Amigas, Latidos y hoy Habana Fénix. En la medida en que eres consecuente y auténtico en todos los pasos que das, las personas se identifican más contigo. No hay otra forma de ser.
Recientemente algunos me preguntaban por qué en un momento tan difícil estrenaba un espectáculo como Habana Fénix. Y yo les digo: Precisamente por eso.
Hace años que lo estamos soñando y este fue el momento justo para hacerlo. El momento en que todos tenemos que llegar caminando al teatro, en una moto eléctrica o en lo que tengamos. El momento en el que tú no estás seguro de qué vas a comer al otro día. En esas circunstancias hacemos Habana Fénix, porque creemos que nos podemos levantar de las cenizas y que no tenemos que esperar por nadie para hacerlo.
El hombre propone y Dios dispone. Si todo está listo para seguir adelante, aun en las condiciones más difíciles, ¿por qué no hacerlo? Nosotros nacimos, crecimos y nos hicimos fuertes durante el Período Especial y durante nueve años fuimos una Compañía totalmente independiente de todo el sistema de la cultura en Cuba, y aquí estamos. Es decir, si en momentos como ese supimos seguir adelante, ¿por qué ahora no?
Ahora tenemos esta sede fabulosa en la que podemos ensayar, trabajar y crear. Ah, el problema es cómo llega la gente a los ensayos. Pues llegan, porque confían, saben que su futuro está en sus manos y que dependen de este lugar, de esta burbuja que hemos creado aquí a través del arte. Por eso tú ves que hay una escuela con miles de niños y miles de familias que todos los días vienen a traer a sus pequeños, porque saben que la vida les puede cambiar a partir de esta escuela, a partir de la danza.
No es que vayan a ser bailarines, no es que lleguen a ser como Carlos Acosta, pero pueden serlo, tienen la oportunidad. Este sistema de enseñanza te da la oportunidad, te viste para tu vida futura en todos los sentidos.
“No me gusta aceptar que la maldad existe”
¿Pertenece a alguna religión?
Yo creo que Dios existe; me lo ha demostrado muchas veces. Las cosas no ocurren por casualidad sino por causalidad. ¿Por qué Habana Fénix fue ahora y no antes? ¿Por qué había una gira preparada en un momento determinado y no se dio? Y así te puedo decir un montón de cosas que, con el tiempo, nos han sucedido y que te demuestran que hay “algo” que mueve unos hilitos desde arriba y que pone las cosas en su lugar. Asimismo te digo que a veces hay fuerzas que pueden destruir todo eso. Pero no me gusta aceptar que la maldad existe, hay que ponerse una coraza contra eso. Y la coraza es, sencillamente, el amor. Es difícil poner la otra mejilla, pero es la única forma.
Licenciada en dramaturgia y teatrología, bailarina, coreógrafa y empresaria. ¿Cómo es posible llevar todo eso?
No son cosas independientes, todo está mezclado y no ha sido porque haya querido. Si fuera por mí sería coreógrafa y directora artística contratada en cualquier compañía, estaría muy tranquila creando y nada más. Pero para poder hacer se necesitan las armas, los medios y la única forma de lograrlo es convirtiéndote en empresaria, creando tus propios fondos para poder desarrollarte.
La gente piensa que a nosotros nos lo han dado todo y no ha sido así. Quienes nos conocen desde hace años saben que cada cosa que hemos logrado ha sido con mucho esfuerzo y sacrificio. Todavía hoy seguimos siendo igual. Por ejemplo, cuando regresamos de una gira traemos las telas y los elementos que necesitamos. El Ministerio de Cultura nos da un salario mensual y estamos muy agradecidos, aunque no alcanza prácticamente para nada. Recibimos un salario por hacer una tarea, que no es la única.
Yo soy la directora de la Compañía, soy coreógrafa, soy ensayadora, soy profesora. Asesoro y superviso todo lo que tiene que ver con las relaciones públicas, la promoción y muchas cosas más.
Yadira Hernández es la régisseuse de la compañía, profesora, ensayadora, atiende la unidad artístico-docente junto con otra profesora… Como ves, hacemos mucho más y por esos motivos hay que buscar las formas de tener los fondos para que la Compañía se desarrolle. Como no los tenemos por las vías de las que deben venir, los creamos de otra forma.
Ahí es que surge la Lizt empresaria y junto con Juan Carlos, el mánager de la Compañía y mi esposo de toda la vida, junto con Diana, Yadira, Indira buscamos las giras internacionales, procuramos que los estudiantes quieran tomar clases con nosotros, que quieran que dirijamos un espectáculo, que organicemos eventos, concursos… Montones de cosas que nos puedan generar los ingresos suficientes para seguir moviéndonos y proveernos de ese desarrollo espiritual y artístico para seguir adelante. No es que me guste, es que no me ha quedado más remedio que hacerlo y por el camino he aprendido.
¿Ser una mujer “inspiradora e influyente” la obliga a ser perfeccionista?
Soy perfeccionista, porque soy Virgo y toda una vida he sido así. Es una cosa insoportable que con los años he tratado de matizar un poquito. Tiene que ver con mi personalidad. Me pasa desde que mi madre me peinaba y me hacía las motonetas y una quedaba más arriba de la otra. Entonces aprendí a peinarme, con 7 años. Las dos motonetas tenían que quedar perfectas.
Lo de ser inspiradora e influyente llegó con los años. Cuando la gente me empezó a decir “Maestra” me quedé asombrada. Para mí, Maestros son Fernando Alonso, Santiago Alfonso, Alicia Alonso, Ramiro Guerra… Pero, claro, van pasando los años y los que vienen detrás te ven como su maestro/maestra, eso lo entiendo.
“Nuestra política es el arte”
¿Los artistas no deberían hablar sobre política?
Los artistas estamos obligados a decir y llevar a la escena lo que creemos, pero siempre transformándolo en el arma que tenemos en la mano: el arte. Si los gobernantes en el mundo fueran inteligentes trabajarían muy unidos a los artistas, porque nosotros podemos lograr cosas que un gobierno directamente no puede solo.
¿Quién nos iba a decir que un día estaríamos en la Casa Blanca recogiendo un premio entregado por Michelle Obama? ¿Tú sabes cuántas cosas nosotros pudimos hablar allí? Nosotros hemos bailado en Israel y no pierdo la ilusión de llegar a Palestina. Los artistas estamos por encima de todo eso.
A los artistas no nos dicta una política, nos moviliza lo que es mejor para la humanidad: que no haya guerra, que haya libertad, que haya comida para todo el mundo. Las cosas generales que se necesitan para que la humanidad pueda seguir adelante.
Nuestra política es el arte que, en ninguna circunstancia va a decir mentiras, porque siempre está obligado a hacerse con la verdad y el amor. Si realmente la gente se diera un poquito más de amor, otro gallo cantaría, e incluso si el mundo estuviera gobernado por más mujeres, también.
Siempre he dicho que un país se puede llevar como se lleva una casa. La mujer, por ejemplo, lleva muy bien la economía de la casa para poder seguir adelante, en familia, todos unidos, nunca los unos contra los otros. Mamá es la que dice: el domingo todos juntos aquí para almorzar.
Recuerdo que cuando los sucesos de julio de 2021 escribí en mis redes: “Cuba es madre”, y a partir de ahí desarrollé mi idea. Aquí hay espacios para todo el mundo, no puede ser que para unos sí y para otros no. Una madre acepta por igual a todos sus hijos.
Su compañía se ha visto afectada por la más reciente ola migratoria. ¿Le duele cuando esto pasa?
Habana Fénix hace una referencia muy fuerte al tema. De hecho, el cuadro se llama “Estampida”. Cuando preparábamos esa coreografía estuvimos mucho tiempo haciendo trabajo de mesa con los muchachos. Para ellos es muy fuerte ver lo que ha estado sucediendo últimamente en el país. Yo les explicaba que eso no es de ahora. Les conté que mi madre y mi tía se separaron en 1967 cuando yo estaba en la barriga de mi madre. Después vivimos otras crisis similares.
Lo que me pregunto es, si sabemos que está ocurriendo, que no estamos haciendo las cosas correctas, ¿por qué no cambiar para que esto no ocurra más? Por eso insisto en seguir trabajando y en no tener miedo de demostrar que tenemos razón en que sí, podemos cambiar. Y demostrarlo todos los días, poquito a poquito. Es muy difícil, pero no es imposible. De hecho, nosotros todavía estamos aquí.
Al finalizar el estreno de Habana Fénix, usted gritó: “¡Por Cuba!”, ¿qué otra cosa hace falta para que nos rehagamos?
Solo tenemos que unirnos todos nosotros. No distraernos con cortinas de humo de ningún tipo. Enfocarnos en que en nuestras manos está hacer una Cuba mejor. No podemos darnos por vencidos, no nos podemos dar ese lujo. Hay que enforcarse y seguir trabajando, aunque todo se nos ponga muy difícil.
Ya pasamos un Período Especial, no tenemos por qué volverlo a pasar. Pero cada uno desde su lugar, haciendo lo que debe y enfrentando los demonios, con amor pero con firmeza: “Yo no te tengo miedo; no te me vengas encima, que no te tengo miedo y voy a seguir haciendo lo que estoy haciendo. Si te gusta o no es un problema tuyo, no mío. Y yo sé que lo que estoy haciendo está bien porque mira cuántas personas hay alrededor beneficiándose. Por lo tanto, no te tengo miedo. A no ser que me quieras cortar todas las alas, pero entonces ya el problema es tuyo, no mío”.
Larga vida, entusiasmo e inteligencia para proseguir el camino emprendido. Feliz Año Nuevo