Prodanza de Cuba madura artísticamente en China

“Un artista no puede tener ni color ni tamaño, solo necesita transpirar arte”, alegó Laura Alonso, heredera del mayor imperio de conocimientos sobre ballet en Cuba.

La hija de los fundadores de la primera compañía profesional y de la escuela cubana de ballet comenzó su carrera en la niñez, bajo el látigo de sus padres, Alicia y Fernando Alonso, y dedicó luego la mayor parte de la vida al magisterio.

Como maestra, Laura abogó siempre por ofrecerle oportunidades a los más jóvenes y lo demostró con la creación de la denominada Joven Guardia del Ballet Nacional de Cuba (BNC), un proyecto que ayudó a preparar en la década de 1980 y principios de 1990 a la siguiente generación de estrellas.

Luego, construyó un centro de promoción de la danza en un antiguo palacete de La Habana donde aún realiza los Cuballets, un evento internacional para enseñar y brindar oportunidades tanto a jóvenes aficionados como a estudiantes de cualquier circuito académico del mundo.

Aquel centro se conoce como Prodanza y, según Alonso, nunca aspira a competir con el BNC, que capta a las mejores figuras de la Escuela Nacional. Prodanza trabaja con lo que el BNC discrimina por alguna razón, que puede ser desde la estatura de una persona –sin importar su nivel técnico y ejemplos existen montones-, la carencia de alguna habilidad o competencia, la posesión de algún defecto físico, y otros motivos de difusa explicación.

El proyecto de Laura está basado en oportunidades y en una fe infinita en los poderes de la voluntad del ser humano, en la posibilidad de crecer con sacrificio y trabajo constante.

“Cada bailarín puede tener su personalidad y rasgos propios que lo hagan brillar”, reflexionó la directora y recordó que cuando el BNC ganó en un Festival Internacional en 1966 el Grand Prix de la Ville de París, en Francia, la mayoría de los integrantes no eran graduados de la Escuela Nacional de Arte (ENA).

“A mí me consta el trabajo intenso de mis padres, la exigencia, yo vi cómo armaron una estupenda compañía y aprendí, se hace a nivel de látigo”, aseveró.

En Prodanza, las puertas para todo el que quiera aprender ballet están abiertas, tal vez algunos lo consideren un proyecto demasiado inclusivo pero ha demostrado su objetivo, la posibilidad de forjar buenos artistas si se combinan interés y trabajo.
Una reciente gira de dos meses y medio por China le dio la oportunidad a la joven Elena Álvarez de probarse en el papel protagónico del más universal de los clásicos danzarios, El lago de los cisnes.

“Elena no proviene de la ENA pero es muy artista, tiene un ángel en escena y unos brazos preciosos para hacer de cisne”, observó la maestra. Con escasa experiencia escénica, la chica encarnó a Odette, el lírico cisne blanco, en ciudades de mucho frío y suficiente altura sobre el nivel del mar para afectar el ritmo respiratorio. La complementó la también veinteañera Lianet Carrasco en la interpretación de Odile, el perverso cisne negro, una especie de alter ego oscuro de Odette.

Lianet sí culminó estudios en la ENA pero llevaba seis meses alejada del ballet clásico cuando Prodanza le ofreció retornar para ser parte del recorrido por 20 ciudades del gigante asiático. Por supuesto, le costó mucho trabajo pero lo hizo tan bien que los maestros de la compañía decidieron en plena gira entrenarla para caracterizar al cisne negro y así aliviar la carga de la recién estrenada Elena.

En sentido general, los bailarines de Prodanza califican de sorprendentes los dos meses y medio de gira por China, donde realizaron 36 funciones.

“Los chinos disfrutaron cada show de principio a fin pero en especial mostraron preferencia por las cargadas y los giros, y los teatros siempre estuvieron llenos”, contó otra de las protagonistas del papel femenino central, Ana Flavia Ortega, quien fuera responsable de 12 de las funciones.

China superó las expectativas de la compañía y sorprendió por las diferencias culturales tan grandes, las costumbres, los hábitos alimenticios, el uso distintivo del idioma, el diseño de los lugares, incluso el frío, según coincidieron varios artistas.

El grupo de jóvenes recorrió lugares icónicos como la muralla china y el estadio nacional, apodado Nido de Pájaros; el Centro Acuático Nacional, conocido como el Cubo de Agua por su diseño; el Templo de Confucio; incluso esperó el año nuevo en el país asiático, donde esa celebración se asume de manera distinta a occidente.

Ciertas diferencias incidieron directamente en el campo profesional, pues a las temperaturas bajo cero se sumaron la altura de algunas ciudades, a más de dos mil 500 metros sobre el nivel del mar.

“Nos afectó la respiración a todos, tuvimos que bailar con oxígeno en las patas del escenario, porque era muy difícil respirar, pero lo logramos, salimos adelante”, relató Ana Flavia.

La mayor cantidad de funciones recayeron en su colega Patricia Hernández, un total de 15 y lo cuenta como una experiencia difícil pero muy gratificante.

“Yo pensé que los asiáticos iban a ser un poco más distantes, sin embargo, nos aplaudieron muchísimo, y hasta de pie, les atraía bastante el cisne negro y los brazos del cisne blanco, me gustó el público pero nunca como el cubano, que es espectacular y además muy conocedor”, fundamentó.

La recién concluida gira fortaleció la resistencia y la seguridad de la artista que añora algún día convertirse en Giselle, la protagonista de otro de los grandes clásicos del ballet.

“Mientras más baila una bailarina siente que puede demostrar más y arriesgar en escena, ahora siento esa fortaleza que me aportó esta gira”, aseguró Patricia, una segura Giselle en próximas temporadas.

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A partir del pasado 19 de diciembre, el periplo de Prodanza por China incluyó relevantes ciudades como Shanghai, Guangzhou, Shenzhen, Xiamen, Suzhow, Shangdong y Nanjing, entre otras. Además, la maître Laura Alonso impartió clases, conferencias demostrativas y sobre la historia de la danza en Cuba, muy vinculada a su familia pues no solo los padres apoyaron el desarrollo profesional danzario sino sus abuelas, su propio hijo Iván y el tío Alberto Alonso, coreógrafo de una estupenda versión de Carmen que aún conserva el BNC y hasta el Bolshoi de Rusia como una joya.

La directora de Prodanza aseguró que la gira por China obligó a los bailarines a crecerse como profesionales. La profesora comentó que, a pesar de enfrentar los retos de la ubicación geográfica “nadie marcó, ni dejaron de hacer un paso”.   Laura proviene de seres ineludibles en la historia de la danza y con ellos compartió la gira porque los consejos de mamá y papá se le cruzaban casi a diario por la mente.

“Esta gira se pareció mucho a la primera que yo hice a los países socialistas en la década de 1960, como miembro del BNC junto a mi padre y mi madre”, confesó.

“Todos los miembros de aquella compañía éramos muy jóvenes, sin experiencia teatral, y entre papá y mamá nos instruyeron e hicimos siete meses de gira en aquel entonces, por lugares muy fríos, bailamos en condiciones anormales para seres acostumbrados al calor del trópico”, contó.

La hija comprende ahora muchos de los razonamientos de sus padres y se sintió más cerca en espíritu de ellos. “En estos dos meses, hablando con mis bailarines y dándoles correcciones oía las voces de mi padre y mi madre como si estuvieran dentro de mí”, sostuvo con cierto aire de sorpresa y mucho amor. Mamá decía: no te trates de comer el mundo, piensa en limpieza y tranquilidad, eso mismo le pedí ahora a mis bailarinas”, expuso.

También por influencia de los padres, convocó a los integrantes de Prodanza a visitar la muralla china y otros monumentos significativos, tal y como su papá –el primer director del BNC- había hecho en la primera gira de una compañía cubana por China. “El conocimiento es importante para un bailarín porque el artista necesita cultura”, aseveró la pedagoga, orgullosa de la disciplina mantenida en Asia por el grupo de jóvenes de 18 a 25 años de edad.

“Solo se quejaron de la comida, no porque faltara, al contrario, nos servían mucha pero estamos acostumbrados a otro tipo de alimentos y extrañaban sustancias esenciales para un cubano como los frijoles”, detalló la risueña directora. Alonso elogió el adelanto tecnológico de China con teatros de primer nivel y el desarrollo arquitectónico de las ciudades, en cambio lamentó el alto grado de contaminación ambiental.

Según la maestra, la amplia acogida de público fue muy gratificante pues no solo los trataron bien sino que subían al escenario después de las funciones a tirarse fotos con los artistas, y hasta les regalaron bufandas con un símbolo inscrito que representa el deseo de un próspero año nuevo y felicidad.

Los bailarines llegaron a la capital cubana con esos atuendos encima, la alegría del triunfo y la motivación de un solicitado regreso para fines de este mismo año. Empieza ahora otra etapa de trabajo para una compañía que ya no podrá ser igual, pese a seguir defendiendo el mismo proyecto humano, inclusivo, de oportunidades y fe.

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