“Hola Charlie, yo soy Charly… ¿me das una entrevista?”
Así le solté al realizador cubano Charlie Medina cuando lo identifiqué, melenudo y sin afeitar, en el patio del Hotel Nacional: le pedí unos minutos y conversó media hora con OnCuba sobre Penumbras, su ópera prima en el cine.
La primera aventura cinematográfica de Medina fue vista con recelo por ciertos puristas que desconfiaron de un proyecto filmado en 20 días con gente del teatro y la televisión, pero la respuesta del público y la crítica fue un espaldarazo a su oficio como realizador audiovisual.
A nivel de crítica logró visibilidad y eso le importa a Medina: el silencio sospechoso o la indiferencia le preocupan. Tampoco le gusta crítica per se, las voces “cítricas” que fustigan sin indagar, con ataques irrespetuosos, poco éticos y muy tontos…
“Creo que la crítica debería arriesgarse más, conocer las interioridades de los procesos, aunque el crítico, como el público, va a juzgar resultados, y uno no puede pasársela justificando o explicando. Pero muchos solo ven lo negativo”, comentó.
La retroalimentación con los espectadores ha sido, según sus palabras, “muy interesante”. Desde el estreno hace dos meses en el Cine Chaplin, Penumbras ha llenado las principales salas de La Habana y es una de las cinco películas cubanas que concursan en el 34 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.
Siente que el filme ha dialogado muy bien con el público, pese a carecer de grandes eventos dramáticos, ser muy minimalista y en blanco y negro, algo que concibió antes de que la película francesa El Artista desatara esta moda por filmar sin otros colores.
“Nunca vi Penumbras a color. Me parece una historia muy dura, cerrada, hermética, sucia en el mejor sentido de la palabra, y la gama de grises me permitió contar mejor esta historia”, aseguró Medina, quien encaró este proyecto como cualquier otro.
“Hice Penumbras exactamente como hago todos mis telefilmes. Cada cual lo pienso y hago según lo que me proponga o exija el propio texto. Claro, el cine exige procesos más reposados. Yo construyo un unitario de ficción para la televisión en 10 días, y una película no se filma en menos de 30 o 40 llamadas, aunque yo hice Penumbras en apenas 20. Fue un disparate, pero al parecer funcionó”, agregó.
Quizás lo ayudó la tecnología (filmó con Canon 5D, Full HD, 5.1 surround y soporte Blue Ray), o la generocidad de su productora (RTV Comercial), o tal vez el reducido reparto, apenas cuatro actores que supo guiar mejor gracias a su formación como actor profesional en el Instituto Superior de Arte.
Al respecto, consideró que el trabajo con los actores es la asignatura pendiente de los jovenes realizadores cubanos de cine y televisión: rara vez se les ve en los teatros, reservorios de todo el talento actoral que ejercita su profesión a diario.
“El teatro entrena, se hace todos los días. Puedes hacer una telenovela, hacerte famoso y luego pasar 10 años sin hacer nada”, explica Medina, quien apostó a figuras curtidas en las tablas, como Omar Franco e Ysmerci Salomón, protagonistas del filme junto a Tomas Cao y Omar Alí. De Franco dijo que era “el único actor en Cuba capaz de hacer el personaje de Pepe”, y advirtió que Ysmerci “se va a convertir en una actriz muy importante para el cine”.
De los cuatro, quizás Omar Alí sea el más famoso por sus papeles en la televisión, pero esta vez se desempeñó en un registro diferente al habitual, llegando a ser repulsivo, y por ende, efectivo. “Me gustan los actores que se salen de lo tradicional. Por ejemplo, Ysmerci tiene una voz muy atractivo y poco común”, explicó.
Filme sórdido, capaz de desalentar y devolver la esperanza, Penumbras habla de la lucha de un hombre con sus adicciones y pasiones, de una bailarina por su amor, de un pelotero contra el tiempo, de un posadero por sobrevivir…
Charlie Medina también tiene su propia lucha, ser fiel a su adicción a la vida y a la realización de audiovisuales, sin prejuicios ni etiquetas. Aunque de Charlie a Charly, me confesó que no le incomoda mucho su nuevo título: director de cine y televisión.