Muchos intelectuales vinculados al cine piensan que el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos ha sido desmantelado y aunque su acta de defunción no está firmada todos sabemos que nada de lo que fue, es. Sobrevive gracias a ese capital simbólico que un día lo llevó a ser uno de los mayores y más sólidos proyectos culturales de la nación. La línea conservadora que tantas veces intentó acabar con la institución (recordar los sucesos alrededor del corto PM en 1961, los ataques durante el Congreso de Educación y Cultura en 1971 o el incidente alrededor de Alicia en el pueblo de maravillas en el 1991) debe estar de fiesta. El ICAIC ha muerto. ¡Gloria eterna!
Ocupémonos entonces del cine cubano, del que todos hablan y permanece vivo. Precisemos algo: cine no quiere decir ICAIC. Cada año, entre cortos, documentales y largometrajes, se filman en la Isla un centenar de películas. Parte notable de ellas se genera en la periferia de las instituciones oficiales, las cuales al parecer han quedado confinadas al mero papeleo. La iniciativa, el arte, las ideas, el talento, las herramientas, la tecnología y la difusión de las obras están en manos de los cineastas. No importa si son jóvenes o experimentados, si viven aquí o a mil millas, si recuerdan su pasado o tienen Alzheimer. Lo esencial es crear y no esperar. Los burócratas destruyeron una institución, los artistas salvan el cine.
Cada película cubana que se exhiba en algún lugar del planeta es un triunfo de la constancia y la energía creativa frente a la necedad y el inmovilismo. Con ellas se legitima un nuevo modelo, una diferente forma de sentir y hacer el cine, mucho más libre y atomizada que coloca el interés individual por encima del institucional. Nadie dice que es fácil, pero tampoco imposible.
Los nuevos realizadores cubanos viven en la era digital, posmoderna, pragmática, virtual, cínica, multicultural e interactiva. Son la generación del desplazamiento, fieles a sus sueños y a sí mismos. Con sus guiones bajo el brazo viajan por el planeta, gestionando fondos, pidiendo préstamos, rodando con amigos de toda la vida o integrados a equipos multinacionales. Trabajan con la industria oficial o fuera de ella. No hay fronteras, no hay géneros prefijados, ni formatos, ni ídolos ni… sentido del deber. Solo proyectos y deseos. El límite es el plano, la pantalla. Y en ella cabe todo el mundo.
Para la película más reciente de Pavel Giroud, El acompañante, se unieron artistas y fondos de al menos cuatro naciones. Su premier mundial tendrá lugar en el festival de Buzan, Corea del Sur, un país con el que ni siquiera tenemos relaciones diplomáticas. Venecia, de Kike Álvarez, fue gestada también de forma independiente, ha recorrido con éxito y premios una decena de países pero su director no se ha dormido en los laureles y ya edita su nueva producción. Carlos Quintela, con La obra del siglo, ganó aplausos y reconocimientos en el relevante festival de Rotterdam. Recorrió Europa con su austera película sobre la memoria y el olvido producida por un argentino que supo aunar fondos de al menos seis naciones. Ya está envuelto en un nuevo proyecto, ¿dónde?… en Japón.
A Miguel Coyula le censuraron y desnaturalizaron su anterior película, Memorias del desarrollo. Demasiado trasnacional, demasiado provocadora, demasiado… Cine. No se sentó a llorar. El mismo la presentó en más de veinte festivales y muestras. Ahora rueda en La Habana, con escasos recursos y extraordinaria perseverancia, Corazón azul.
Tras varios exitosos documentales Armando Capó salta a la ficción con Agosto, un largometraje que se traslada a la crisis de los balseros en 1994 pero ubicada en su natal Gibara. En la producción aparecen costarricenses y cubanas con fondos obtenidos en festivales de España y Francia. Jessica Rodríguez debe ser la documentalista cubana más premiada en la última década. Vive entre España y Estados Unidos. Su película Espejuelos Oscuros, filmada en Cuba, acaba de ser terminada.
Carlos Lechuga (Santa y Andrés) Eduardo del Llano (Épica) Marcel Beltrán (Soles de invierno) Ricardo Figueredo (La singular historia de Juan sin nada) Jorge Molina (Borealis) o Gustavo Pérez (Severo secreto) quien ha recorrido cuatro países siguiendo la ruta del poeta y artista cubano Severo Sarduy; tienen también interesantes proyectos gestados de forma independiente. La obra de Leonardo Padura es adaptada y llevada al cine por franceses, españoles y estadounidenses, pero en Cuba le ponemos traspiés a él, a sus libros y a sus películas. Un irlandés, Paddy Breathnach, rodó en la isla Viva, un drama de amor transexual producido por Benicio del Toro con Luis A. García y Héctor Medina, mientras que un cubano, Mario Crespo, filma en Venezuela Dauna, lo que lleva el río, que acaba de ser seleccionada por ese país al concurso por el Oscar. ¡Y estamos hablando solo de este último año!
Esteban Insausti, Heidi Hassan, Diana Montero, Maryulis Alfonso, Leandro de la Rosa, Damián Sainz, Yaima Pardo…. No son los únicos. No están solos. No se detendrán. Ahí están, como también las decenas de actores y actrices cubanas que brillan en series, películas, novelas y espacios de la televisión de todo el mundo. Pero eso no pueden entenderlo los burócratas que dicen defender nuestra cinematografía… nacional.
¿Qué es el cine cubano? Es el cine que sale adelante sobre cualquier obstáculo, el que emana de cada plano, cada pixel y cada voz donde quiera que se encuentre. Es el cine producido por jóvenes que saben reír, como Ivonne Cotorruelo, Claudia Olivera, Vanessa Portieles, Camelia Farfán, Lía Rodríguez o Claudia Calviño, seleccionada el pasado año por la revista Hollywood Reporter como la más talentosa del continente. Ellas, desde Cuba, Estados Unidos, Europa o Suramérica se han convertido en nuestras nuevas hadas madrinas, volando bien alto para transformar la penumbra en luz.
Mis respeto a toda esta nueva generacion de coneastas cubanos, la vida sigue, nuestro cine debe seguir y todas estas Obras, todos estos cineastas lo demuestran.
Yo perteneci a ese ICAIC del que se habla aqui, soy por tanto analogico, pero vivo en este presente y por tanto asumo este momento en toda su dimension. Y. Este ICAIC, el de hoy, ese ya no es el mío.
Exitos les deseo y muchos. !!!
Muy bueno Gustavo.Yo trabajé varios años en el ICAIC y en 1980 me expulsaron por quererme ir del país.Ese es uno de los lugares que mas daño le hizo a Cuba y a su pueblo.Fué tal vez el vehículo de propaganda mas efectivo con que contó la dictadura durante muchos años.Gracias al ICAIC,muchos cineastas alrededor del mundo apoyaban el gobierno de Castro y le hacian publicidad confundiendo a gran parte del pueblo norteamericano, europeo y del mundo.Todos los que trabajamos allí somos en diferentes grados culpables de eso.Pero nadie pide perdón.A mi varios de ellos me metieron mítines de repudio y provocaron que me encarcelaran.En el Combinado del Este coincidí con tu tio Gustavo.
Hasta para “criticar” al ICAIC,- y a los que censuran-, este artículo escamotea, y olvida, mucho de lo bueno que también está sonando fuera y dentro de la isla, en el llamado cine cubano, pero claro, la piñita del ISA y de la EICTV se hace latente y envuelve al autor. Siempre los mismos nombres, los mismos “amigos”, la misma repetición de personas que hacen “cine independiente cubano”. Por favor…más seriedad si van a traer nombres.
Me encanta este escrito porque me encanta el cine cubano , que bueno saber que a pesar de todo muchos siguen apostando por la creacion
Por suerte hay cineastas independientes que se mueven. Se sabe que ICAIC es un organismo ligado con las autoridades, y no es una institucion con principios democraticos.
enhorabuena para todas esas producciones y talento joven que enuncia su articulo, es reconfortante que toda una nueva generacion se este abriendo paso a pesar de la falta de financiacion y de apoyo ,durante mas de 20 años trabaje en ese icaic que usted describe y que por encima de todo hay que reconocer que ha sido una fabrica de talento creativo y formador de generaciones de artistas y personal tecnico poco reconocido y menos mimado,manteniendo una industria practicamente con sus habiles manos,creo que en su articulo falta un reconocimiento a todas esas personas que ha sido la sabia de que hoy el cine joven o nuevo cine cubano pueda seguir existiendo.
Adios al “nosotros”…bienvenidos al mundo del “yo”.
De lo mejor que tiene oncuba es el dialogo inteligente generado a partir de los artículos publica el sitio. Algo inconcebible en Café Fuerte u otros espacios similares. Soy habido lector de estos porque muchas veces enriquecen y otras superan la opinión que los provoca. Se me antoja un ejercicio de democracia tan parco en nuestro contexto. Prefiero el gozo de la lectura pero en este caso no puedo resistirme al comentario. Primero por una omisión para mí inadmisible que hace Gustavo Arcos: Severo Secreto, no es únicamente una obra de Gustavo Pérez, la idea original, la pasión, la investigación y también realización y guion fueron gestados por su compañera Oneida González. En este el desliz corrobora una zona ya abordada por José Enrique Bardas en su comentario “…este artículo escamotea, y olvida…” y no solo lo bueno que está sonando fuera de la isla, sino a otros muchos que piensan el cine, o mejor, cuentan historias audiovisuales más allá “profundidad de campo” de los críticos nacionales.
Pedro, en efecto, Oneida es co directora y guionista de ese proyecto. También de otros documentales independientes. Una persona extraordinaria, sensible, que ademas escribe, imparte cursos en la facultad de medios audiovisuales y ha trabajado a tiempo completo en ese proyecto. Gracias por tu observación. De todas formas les recuerdo, que en un espacio tan limitado no pueden tratarse todas las aristas del cine nacional. Hay que concretar, mencionar algunos nombres y exponer un grupo de ideas. No es un texto sobre el ICAIC sino que dirige su atención hacia otra área del fenómeno. No he escamoteado o manipulado como cree el lector José Bardas Siento no poder satisfacerlo. La lista de los mas de cien estudios independientes que hay en el país, o los nombres de cada realizador o artista, con sus obras, no es propósito de mi texto. Los puntos suspensivos, que utilizo, creo son suficientes para expresar todo lo que hay detrás de el llamado cine alternativo cubano. Le sugiero, que si de verdad le interesa palpar el pulso del cine nacional y los debates que artistas y críticos tienen sobre el, visite la pagina cinecubanolapupilainsomne, el magnifico blog que lleva Juan A G.Borrero. Este mismo tema ha sido ampliado en ese sitio, con los aportes de realizadores, productores, cineastas y críticos. Gracias a todos por sus criterios y a OnCuba por iniciar un debate que ha tenido múltiples réplicas en las redes sociales.
Bueno, pero aquí hay un par de ambigüedades, por decir lo menos; primero, el ICAIC será muy simbólico, pero no es todo el cine cubano ni mucho menos; ergo, la vida continua del cine cubano no quiere decir que el ICAIC no haya muerto. Segundo, lo que mata al ICAIC incluso en vida, es su propia soberbia institucional, pretendiendo reglar la vida cinematográfica del país; en ese sentido, recordar que PM no fue un producto del ICAIC sino un intento de vivir fuera del ICAIC, y que por lo mismo fue muy costoso para sus gestores; es decir, no se trataba de cine sino de guerrita de poderes, en la que el ICAIC era el malo de la película, no el bueno. Más atrás aún, el ICAIC fue tan soberbio que borró por obra y gracia del voluntarismo revolucionario el esfuerzo modesto pero continuo con que Cuba se enganchaba a la época de oro del cine mexicano; ergo, el ICAIC trabajó en contra de toda tradición anterior, con lo que cavaba sus propios cimientos, recurriendo al absurdo mito fundacional de Mégano… que de feliz experimento no pasaba. Podemos dejarlo ahí… o no!