Quienes conocen las intimidades del medio saben que la televisión no es cosa de juego: te salva o te hunde al mismo tiempo. Solo bastan cinco minutos frente a cámara, quizá menos, para ser inmensamente popular de la noche a la mañana, o convertirte en un ser repudiado.
Desde las academias de comunicación hasta diversos foros internacionales se ha debatido y estudiado la acción nociva o virtuosa de la televisión y su capacidad para cambiar ideas, imponer modelos, más allá de informar, educar y divertir.
De ahí que los presentadores, locutores o conductores carguen con el peso principal de lo que sucede en un estudio. De ellos depende, en gran medida, el fracaso o el éxito del producto audiovisual. Cada detalle: inflexión, dicción, gesticulación… determina la calidad del trabajo.
La Televisión en Cuba ha tenido varios locutores y animadores que, por su carisma se ganaron la admiración popular: José Antonio Alonso, Xiomara Fernández, Consuelo Vidal, Germán Pinelli, Eva Rodríguez, Hilda Rabilero, Lartiza Ulloa, Niro de la Rúa, Carlos Otero, Raquel Mayedo, Abel Álvarez, Magdiel Pérez…
En esta lista (incompleta) no puede faltar el nombre de Marino Luzardo (1969). Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que este Ingeniero en Telecomunicaciones es hoy el conductor más famoso de la isla. Su presencia en la televisión, galas o espectáculos provoca en el espectador, sobre todo, confianza.
Creemos que “el efecto Marino” consiste en mantener una ecuanimidad que permite el buen desenvolvimiento del programa. Estudia a sus entrevistados, no se permite emitir un criterio a la ligera, calcula muy bien los chistes, simpatiza con su interlocutor sin salirse de ese patrón que él mismo ha creado, aunque al sol de hoy cualquier cosa se le perdonaría.
Coincidimos con el crítico Norge Espinosa al afirmar que Marino Luzardo “es una garantía de rigor y elegancia en un medio que no siempre ha cuidado ese rol, tan importante, de ser el intermediario entre lo que ocurre en el estudio y quienes reconocen a esa persona como alguien que legitima al medio desde el manejo preciso de datos, referencias, dicción, proyección y tantas cosas que esa faena exige”.
“No me gusta presumir de mi posición”
Hace poco veía tu denuncia sobre una cuenta falsa en Facebook, creo que no es la primera vez. ¿Diríamos que son los riesgos de ser muy famoso?
Creo que le pasa a mucha gente sin ser “famoso”. Facebook se ha convertido en un arma de doble filo para todos. Muchas veces he querido alejarme, pero entonces me pierdo ese filo “bueno” que rasga y revela misterios a los que también quiero tener acceso y que a veces no encuentro en otros lugares. Trato de ver también la parte divertida y apreciar la creatividad de quienes aspiran a que sea realmente una red para socializar, desde el respeto.
¿Se resuelven todos los problemas siendo tan popular? ¿O todo lo contrario?
Casi todo el mundo piensa que sí, pero yo te diría que no. El hecho de ser personaje público demanda, al menos para mí, un esfuerzo enorme. No me gusta presumir de mi posición como ente televisivo y no puedo ocultarme como a veces quisiera. Pero no puedo negarte que gracias a mi trabajo se me abren muchas puertas. La parte complicada del asunto es tener bien claro el compromiso que contraes al ponerte todos los días frente a una cámara de televisión.
“Quien se expone públicamente está caminando siempre por la cuerda floja”
En Cuba la gente te sigue diariamente y algunos para ver qué estilo de camisas llevas. Entre la frivolidad de muchos y las críticas de otros, ¿en qué dirección vas? ¿Logras mantener el equilibrio que se necesita para no explotar?
Lo de las camisas es algo que nunca me propuse. Como todo presentador que sale diariamente busqué auxilio en alguien como Mario Freixas para variar mi imagen en la pantalla. Es su mérito, ni él mismo, creo, calculó que la gente repararía tanto en eso.
Y sí, me preocupa que a veces algunos me digan que prenden el televisor solo para ver qué llevo puesto, pero es algo que escapa de mis manos, lo que toca entonces es demostrar que más que lucir una camisa nueva o diferente, puedo mantener con mis invitados una conversación lo más coherente, interesante y provechosa posible. Y si una linda camisa puede ser el gancho para que me acompañen en ese empeño, pues bienvenida sea.
En cuanto al equilibrio, trato de mantenerlo. Quien se expone públicamente está caminando siempre por la cuerda floja. Y claro que exploto, muchas veces, como todos.
Te vemos en un programa humorístico, en una telenovela, en espectáculos, galas… ¿Es que le dices “sí” a todo lo que sea luces y cámara? ¿No te sobreexpones demasiado?
¡Si supieras cuántos “no” digo con bastante frecuencia! Cuando acepto algo es porque creo que puede divertirme, como ha sido el caso de “Vivir del cuento”, o aportarme profesionalmente. Claro, a veces vas con una idea y el resultado es otro, pero el “sí” estuvo siempre bien pensado. Y en cuanto a galas y espectáculos, las disfruto mucho y es algo diferente a lo que habitualmente hago. Pero independientemente de cuál sea mi respuesta, agradezco infinitamente la confianza que en mí depositan quienes me convocan a formar parte de sus proyectos. Es una bendición que te tengan en cuenta.
Hay quienes dicen que los locutores y/o presentadores en Cuba mantienen todavía un patrón arcaico a la hora de dirigirse al público comparados con otras televisoras internacionales donde son más “relajados”. ¿En qué bando te quedas?
Creo que en el bando de quienes pretenden ser lo más natural posible en pantalla. Me parece que es la clave para llegar a la gente. Pero sí, creo que deberíamos relajarnos más, insisto, de manera natural.
Estoy ahora mismo pasando un curso de dirección para la televisión. Ganando experiencias y conocimientos. Comprendiendo mejor el por qué de cada elemento asociado al lenguaje audiovisual. Tengo ideas que quiero materializar en pantalla también como director.
Por tus entrevistas se sabe que amas la música cubana, española…
Disfruto mucho la música, mucho, y me interesa descubrir cosas nuevas a través de ella. Creo que al igual que la lectura es una manera genial de acercarnos a otras culturas, a otras realidades, a otras épocas. Me gusta la que me pone a pensar, la que me hace bailar, la romántica, en fin, la música casi toda.
Y mañana de vuelta al mismo programa de siempre. ¿Nunca te has levantado en plan: “no quiero hacer más esto”?
Sí, y me siento dichoso por ello. En ese espacio llevo casi 15 años sin otra pretensión que no sea la de pasarla bien de ambas partes. No siempre se logra en un programa diario, pero créeme que hacemos lo posible porque así sea. Hay mañanas en las que despierto deseando hacer otra cosa, romper con todo, tal vez un día suceda. Por el momento, sigo regresando a esa hora de televisión a la que tanto le debo y a esas personas que, cada mediodía, esperan lo mejor de mí.
Huella Magdiel? Abel, Laritza? Hay que imvestigar y velar por las jerarquías. Increíble no estuviera en la lista Cepero Brito.
Con qué gusto he leído esta entrevista, es un lujo cuando se hacen preguntas inteligentes y se dan respuestas brillantes.
Mis felicitaciones para Jaime Masó y para Marino Luzardo!!!
Con la excelencia como recurso de la perfección y el triunfo, es que se puede llegar donde ha llegado Luzardo!
Marino para mí el más brillante conductor y artistas de la televisión cubana, es gran profesional de la palabra y la actualización además de poser Excelentísimas imagines personales su público lo admira mucho.
Siempre Lo He Admirado, Por Su Elegancia y Ética Profesional.
Marino repite “vinculado” o “asociado”,de sus vicios de lenguaje más recurrentes. Además de “arrancar promesas” los discos son “fonogramas” y las fotos son “instantáneas”. Su marca en la grandilocuencia vacía. Pero en fin…