Uno de los contratiempos más usuales que afecta a la televisión nacional es la ausencia de guiones que seduzcan al público y que estén en concordancia con las exigencias de los espectadores en la Cuba de este siglo. El consumo audiovisual de los cubanos ha cambiado significativamente y hoy los públicos pueden acceder a diversas plataformas de distribución audiovisual a través de ofertas como el popular Paquete Semanal.
La modificación de ese contexto amerita cada vez más la participación en la televisión nacional de guionistas que puedan desplegar su pensamiento creativo sin camisas de fuerzas ni manquedades mentales que, se sabe, han llevado a engavetar más de un producto televisivo de atendible factura, provocando, entre otras cosas, el despilfarro de los recursos empleados en la realización de las obras.
Es cierto que la televisión cubana, como tantas otras ramas profesionales, ha sufrido la emigración de jóvenes talentos hacia otros países o hacia ofertas de trabajo de mayor remuneración. Pero no siempre los profesionales abandonan o ponen un impasse en sus funciones en un medio de comunicación por razones económicas.
Sucede con frecuencia que los pensamientos encorsetados, como mencionamos anteriormente, juegan en contra del desarrollo de los profesionales que quieren desplegar una obra que definitivamente rompa esquemas y no se atenga a repetir las consabidas fórmulas ya establecidas y repetidas hasta el aburrimiento.
Las novelas cubanas, muy seguidas por el público nacional, han sido a veces el mejor espacio para esa renovación, exceptuando el deprimido espacio de las aventuras que dejó atrás su mayor época de gloria.
En la últimas décadas el espacio de la telenovela ha puesto en la pantalla obras para el olvido con guiones llenos de lugares comunes, actuaciones desabridas y un tratamiento dramatúrgico que poco ha aportado a la evolución de la televisión cubana.
Pero en medio de este desierto creativo han nacido también propuestas que en lo que va de siglo han quedado impresas en la memoria audiovisual de los cubanos. Podemos mencionar títulos como Doble Juego o La cara oculta de la luna, que han demostrado que en Cuba, con una rica e histórica tradición, se pueden realizar excelente novelas siempre que se le dé luz verde a la verdadera creación artística y dejen de cuidarse de “dolores de cabeza” los responsables de su salida al aire.
Por fortuna, una buena parte de los cubanos está disfrutando por estos meses de la telenovela Entrega, que se sostiene en el excelente guion de Amílcar Salatti, uno de los guionistas cubanos más solicitados en los últimos tiempos gracias a su eficacia narrativa, y la dirección de Alberto Luberta Martínez.
Salatti, en su hoja de ruta acumula notables trabajos como el guion de los filmes Esteban e Inocencia. Muy estimado en el gremio del cine y la televisión por su agudeza para penetrar en la naturaleza humana y contar la realidad y los conflictos de una manera verosímil.
La trama está soportada por un elenco actoral dirigido por el gran actor Osvaldo Doimeadiós. Consagrados como Manuel Porto, Mario Limonta, Patricio Wood, Jorge Martínez, Hilario Peña, Fernando Hechavarría, Tahimí Alvariño, Carlos Gonzalvo, entre otros, interactúan con intérpretes de nuevas promociones que están demostrando méritos.
Esta novela ha sabido contemporaneizar la cambiante realidad del país y los contrastes que se dan en la vida diaria de los cubanos.
https://www.youtube.com/watch?v=CoFy63vBo5s
No se percibe en las intenciones del director ni el guionista mantener una postura aleccionadora ni panfletaria bajo la justificación de educar o llamar la atención sobre este o aquel mal ejemplo, algo tan común en otras producciones o series como Tras la Huella.
El guionista y el director han logrado mantener un equilibrio dramatúrgico al presentar a personajes de “carne y hueso” con sus problemáticas, contradicciones, carencias económicas y espirituales, e inmersos en esa situaciones de sobrevivencia en la que se encuentran una buena parte de los cubanos de hoy.
Manuel, el maestro interpretado por Ray Cruz, es uno de los personajes que más ha captado la atención de los televidentes, quizá por el correcto desempeño del actor unido a la historia que protagoniza.
Este joven intérprete desarrolla su personaje –un profesor de historia que rompe los dogmas para que su asignatura despierte el interés de sus estudiantes– con dignidad y destreza, aunque en ciertas ocasiones no ha logrado escapar del habitual didactismo.
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La telenovela pone sobre la mesa un debate sobre la visión reduccionista con que se ha enseñado en distintos niveles educativos la Historia de Cuba, una discusión que por lo general ha sido reducido a círculos académicos o a otros claustros intelectuales.
La dirección de actores es, obviamente, otro de los buenos resultados de Entrega, una novela que ha hecho lo más posible por acercarse a la diversa y compleja realidad cubana; y lo ha hecho sin edulcorantes, evitando el tono falsamente educativo que ha lastrado otros productos dramatizados de la televisión nacional.
Confieso que cuando empezó la novela, ni me enteré, para mí, era otra propuesta falsa carente de veracidad, pero casualmente un día, por, accidente, comencé a ver uno de sus capítulos, fue cuando la novia de Manuel fingia su embarazo, y quedé atrapada por la claridad de sus textos, luego investigue quien la habia escrito, por su director, en fin, valió la pena los meses que mi niña tuvo que mudarse de escuela para q filmaran en el Edison. Me siento muy orgullosa de que el talento cubano sobresalga. Espero que se salve el espacio de la novela y el de las aventuras, y buena suerte para la próxima puesta en pantalla porque ya el televidente tiene altas expectativas
La adoro!!