Contar la historia de los hombres y de un contexto, ya sea desde la ficción o más cerca de la realidad ha sido, desde hace mucho tiempo, uno de los grandes valores del teatro. Cuba tradicionalmente ha tenido figuras relevantes en la escena. En esta ocasión, en medio del abrumador calor del verano, los amantes del arte de las tablas tuvieron la oportunidad de disfrutar la reposición, por la compañía Teatro del Sol, de la obra “La Catedral del Helado”, primera versión dramatizada de el antológico cuento de Senel Paz: “El lobo, el bosque, y el hombre nuevo”.
El conjunto dirigido por Sarah María Cruz regresó con la conmovedora pieza teatral a su escenario natural: La Habana, luego de un exitoso recorrido por 14 países, principalmente europeos.
A 22 años de la primera vez que “La catedral…” se presentó al público, su protagonista Joel Angelino vuelve a revivir en la sala de La Casona, ubicada en la calle Línea, el monólogo que inspiró la realización en 1993 de “Fresa y Chocolate”, uno de las películas más notables de la historia del cine cubano dirigida por Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y Juan Carlos Tabío.
La obra teatral, inspirada en el cuento de Senel Paz, premio Juan Rulfo, nació en 1991 en pleno Período Especial. En este marco, buena parte de su éxito estuvo condicionado por sacar a la luz las tendencias homofóbicas persistentes en la sociedad cubana a partir del diálogo abierto que establece Diego, un homosexual con creencias religiosas, admirador de Lezama Lima y David un joven estudiante comunista. El encuentro entre ambos sucede en la heladería Coppelia conocida como La Catedral del Helado. Ello los conduce a un complejo universo de relaciones interpersonales donde se mezclan la amistad y la pasión.
En aquel entonces, la obra, programada para dos semanas en el Teatro Bertolt Brecht se mantuvo en cartelera durante tres meses. Tanto en aquella oportunidad, como ahora, la actuación de Angelino, quien obtuvo en 1995 el Grand Prix de actuación en el Festival Internacional de Lugano, Suiza, debido a su interpretación en esta pieza; motivó emociones y aplausos. Las nuevas generaciones tuvieron la oportunidad de constatar de manos de sus propios protagonistas los recursos dramatúrgicos, que antaño, marcaron la trascendencia de esta singular adaptación teatral.
Joel Angelino, a través del monólogo y del trabajo corporal junto a los desplazamientos en la escena, encarnó ambos personajes: David y Diego. La limpieza de los gestos, la efectividad de su actuación en las transiciones, así como el carácter mínimal de la escenografía acentuaron los momentos más dramáticos del texto. El diseño de luces también fue fundamental a la hora de apoyar la vinculación entre el actor y el espacio, así como elemento para subrayar los instantes climáticos de la historia.
Angelino narra desde la soledad de una pequeña banqueta en un suelo poblado de papeles cortados, un fragmento difícil de la historia de Cuba. Su pasión e identidad al representar este clásico de la narrativa, el cine y la escena cubana, se pudo constatar cuando interpretó el personaje del escultor Germán en “Fresa y Chocolate”, y vuelve a ser evidenciado entre las luces y las nubes de humo de las tablas de la Casona de Línea. Las dotes actorales de Angelino podrán ser disfrutadas de nuevo en el mes de Diciembre, cuando junto a la reconocida actriz cubana Mirta Ibarra, compañera de set en la adaptación cinematográfica, interpretará la pieza “Neurótica anónima”.