No sé que decir; durante los primeros días de festival lo que había visto hasta el momento era mucho dolor, realismo crudo y duro aderezados con situaciones polémicas, fueran pura ficción o basadas en hechos reales.
La película de Ana, la más reciente entrega del cubano Daniel Díaz Torres vino a ser una suerte de aliento ante tanta desolación visual que hasta el momento había presenciado.
No estaba preparado para divertirme tanto, debo confesarlo.
La historia que se nos presenta versa acerca de Ana (Laura de la Uz), una actriz de quinta, que no ha dado el salto que la pueda sacar de una miseria encomiable, de una madre chismosa y sentenciosa (la genial Paula Alí), una hermana envidiosa e histérica y un esposo (Tomás Cao) que tampoco ha tenido suerte como editor de trabajos audiovisuales.
El momento llega, pero no de la manera que esperaba. El papel de su vida, el que le daría el mayor placer económico y espiritual debía ser tan veraz que tenia que vivirlo o al menos, fingir que lo vivía.
Una prostituta cualquiera, de esas que desandan las noches habaneras en busca de sexo y dinero, tuvo que ser Ana para ganarse el dinero que ofrecían unos austriacos que realizaban un documental acerca del proxenetismo en el Mundo. Pensando que era pieza fácil se apoyó en Flavia (Yuliet Cruz), jinetera “de nivel” le enseñó todo los gajes del oficio; como seducir, hablar, caminar, incluso mirar al otro. La trama comienza a complicarse cuando le piden realizar un largometraje acerca de su vida.
Era sencillo divertirse al ver la transformación de una Ana insegura y tímida, en otra intentando caminar con sensualidad, con pelucas y maquillajes extravagantes, coqueta y extrovertida en la creación de su personaje de “chica de la vida fácil”.
Con guión de Eduardo del Llano y el propio Díaz Torres, los diálogos, aunque a veces burdos, dotaron a la cinta de un consistente realismo que la acerca más al público, que hace que se identifique con la historia.
De las actuaciones que decir… Laura de la Uz cada día demuestra su madera de actriz segura y capaz de asumir cualquier papel; Yuliet por su parte, repite en la comedia (recuérdenla en Habana Eva con un papel similar) en un rol que sortea sin problemas, con naturalidad y prueba de su dinamismo como actriz (prueba de ello su papel en Melaza, opera prima de Carlos Lechuga, también en concurso en este festival).El resto de los actores aportaron su granito de arena a la consecución de este filme, imprimiéndole un contraste interesante a la historia.
Una visualidad interesante, que no dudó en mostrar, aun desde la comedia, otros lados no tan vistos de la realidad cubana. Un llamado tal vez al reconocimiento de un problema que existe y de las múltiples causas que lo provocan hoy día.