Entre aviones, conferencias, cambios de hotel, comparecencias en los medios, entrevistas y más entrevistas, Leonardo Padura, el tan laureado y traducido narrador cubano, separa unos minutos de su agenda para responder el cuestionario que le hace llegar OnCuba.
Ahora en España, el Premio Nacional de Literatura 2012 y Premio Princesa de Asturias 2015, ha sido reconocido con una nueva distinción por la obra de toda la vida.
Como recordará el lector, Padura es el creador del detective cubano Mario Conde, que apareció por primera vez en 1991 en la novela Pasado perfecto, inicio de la tetralogía Las cuatro estaciones, la cual sería completada con Vientos de cuaresma (1994), Máscaras (1997), y Paisaje de otoño (1998). Otros títulos notables del autor son La novela de mi vida (2002), El hombre que amaba a los perros (2009), Como polvo en el viento (2020) y Personas decentes (2022).
Acabas de recibir el Premio Pepe Carvalho en la 18ª edición del festival BC Negra. Desde que conociste a Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939-Bangkok, 2003), padre de ese detective atípico, hasta hoy, ha llovido a mares. ¿Cómo recuerdas aquel primer contacto con el escritor catalán? ¿Qué importancia tuvo en tu carrera de autor de novelas policiales?
Como lector lo conocí hacia 1986, en la biblioteca de autores contemporáneos que tenía el entonces Centro Alejo Carpentier. Personalmente, en 1988, cuando asistí a la I Semana Negra de Gijón, la abuela de todas las semanas negras que existen hoy.
Allí, en Gijón, lo entrevisté para el periódico Juventud Rebelde, para el que yo trabajaba. Comenzamos una relación que llegaría con los años a ser amistad, sobre todo durante 1997, cuando él visitó La Habana varias veces para escribir su libro sobre la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, Y Dios entró en La Habana, que, por cierto, con la dedicatoria del autor lo presté hace veinte años a algún amigo que todavía no me lo ha devuelto. Lento que es como lector…
Pero, a la vez, con su literatura tuve una percepción de lo que podía ser la mía. Yo quería escribir Literatura, con mayúscula, que además fuera policial, y sus novelas de Carvalho me dieron una pista de por dónde podía moverme, cómo utilizar el género, participar de sus estrategias; pero con más ambición de la que, por lo general, tienen en sus obras los escritores de policiales. Y parece que me salió bien el experimento.
“Personas decentes” de Padura, entre las novelas destacadas de 2022
¿Cuáles serían las principales diferencias entre Mario Conde y Carvalho?
Sus contextos son diferentes: uno hace la crónica de la transición democrática española; Conde, de la desilusión y el desencanto de una generación frustrada. Carvalho es más cínico respecto a su realidad; Conde es más irónico y, ahora, cada vez más pesimista y escéptico. Carvalho cocina “comidas de verdad”; Conde come lo que puede o lo que la imaginación de Josefina, la madre de su amigo Carlos, hace para el grupo. Carvalho es más solitario; Conde, más gregario. Y Conde envejece en el proceso de escritura de las novelas; empezó con 35 años en Pasado perfecto y anda por los 62 en Personas decentes.
¿Si fueran personajes reales habrían podido ser colaboradores o amigos?
Creo que sí. Sobre todo por Conde, que le encanta tener amigos. Y hubieran bebido juntos todo el ron que Carvalho hubiera podido comprar, pues, como sabes, en su condición de ciudadano cubano, Conde siempre está en la fuácata.
¿No te animas a escribir una historia de Conde en Barcelona en busca de Carvalho, octogenario, que ha sido presuntamente secuestrado por un chef de fama mundial, tipo Ferrán Adriá, para arrancarle la receta de perdices a la tía Josefa que le diera en custodia Raimundo González, el dueño de El Rincón de Pepe, en Murcia? (Los mares del sur)
No estaría mal, pero no. Conde solo funciona en La Habana, en las circunstancias cubanas y en la manera de moverse entre el presente y el pasado de su realidad. Los códigos y obsesiones cubanas son los suyos, y La Habana es su reino. Es como Lezama, un viajero inmóvil, que en sus novelas ha visto moverse el mundo y la historia, pero sin salir de su territorio. Además, como le pasa a su autor, le tiene pavor al desarraigo.
¿Alguna anécdota de Montalbán en Cuba?
Las mejores son impublicables. Siempre debo recordar con gratitud que, publicada Máscaras en España por Tusquets, me concedió el honor de presentar el libro en un centro cultural. Asistieron veinte personas. De esas, creo que dieciocho fueron a verlo a él.
Veo que tu novela más reciente, Personas decentes, que comenzó a circular a mediados de 2022, ha tenido muy buenas críticas. Juan Carlos Galindo la calificó en Babelia como “la más redonda, compleja y fascinante historia de Conde”. ¿Cómo va caminando? ¿Estás de acuerdo con la opinión de Galindo? ¿Dentro de la saga de Conde, cuál novela es tu preferida?
Es su juicio, y lo agradezco. Fue una novela muy trabajada, por el reto que implicaba escribir dos historias paralelas, dos novelas en una, con un presente muy complejo y un pasado, el mundo de Yarini y 1910, muy turbio, oscuro, casi olvidado por la historiografía oficial. Implicó, además, crear muchos personajes, reales y ficticios, o inspirados en personas reales, como es el caso del represor Reynaldo Quevedo.
Al libro le ha ido muy bien. Ha estado en primeros lugares de venta, por muchas semanas, en España, Argentina, Chile, México y Colombia. Ahora comienzan a salir varias traducciones.
Y no puedo escogerla como preferida. Sería injusto. Creo que cada una de mis novelas, con o sin Conde, es la mejor que he sido capaz de escribir en su momento, y si no es mejor, es por falta de talento, no por falta de empeño, esfuerzo o concentración.
¿Cómo pinta 2023 para Padura?
Va a ser un año muy movido, con muchos viajes, talleres, cursos, conferencias, giras de promoción, pues salen varias traducciones de Personas decentes y otras novelas en distintos países. Mientras, le doy vuelta a una idea para una nueva historia, de la que no voy a adelantar nada.
Voy a tirarte un cambio de velocidad para finalizar. Próximamente se discutirá en la Asamblea Nacional el proyecto de Ley de Comunicación Social, que normará lo concerniente a los medios de comunicación, aunque no solo. En el texto que se pondrá a discusión se habla del derecho a la información y a “la libertad de prensa reconocida en la Constitución…”. Desde tu experiencia como periodista, ¿te sientes optimista con la forma en que podrían regularse esos derechos?
No, no me siento optimista. La experiencia de la vida cubana y la aplicación de las políticas de control me dicen que se van a regular —o restringir o incluso prohibir— determinadas posibilidades de expresión o reflexión; que aumentará la vigilancia. Ojalá me equivoque.
La realidad, la sociedad, los ciudadanos cubanos necesitarían una prensa que fuera una contraparte del poder político, no su medio de propaganda. De esa confrontación pueden surgir ideas, soluciones y, sobre todo, advertencias a un Gobierno que podría alimentarse con las críticas y entender que no tiene la impunidad que en ocasiones exhibe, con decisiones aplaudidas por los medios oficiales y que, sin embargo, no son recibidas con “cariño” por la población.
En una ocasión dije que no se podía ser militante del Partido y periodista, y por poco me comen vivo. Para el militante partidista la verdad es la del Partido; pero la verdad no es absoluta y puede tener otras lecturas. Pero la obediencia militante se impondría, ¿o no?
Siempre que leo una entrevista a Padura, lo escucho o lo leo, no deja de sorprenderme.
Es simple o completamente GENIAL!!!!
El libro puede iluminar o adoctrinar. Las ferias del libro dan la imagen de cultura, y libertad…El personaje “el conde” de Padura, me da la impresión de estar investigando en un país creado literiariamente por su autor.