Una historia que necesitamos conocer

La entrega más reciente de la escritora cubana Nieves Cárdenas López conquista al lector por la prosa ágil y fluida y, sobre todo, la honestidad con que se rememoran las vivencias.

La escritora cubana Nieves Cárdenas López. Foto: Ecured.

“Recuerda que lo importante no es ver mucho sino ver todo lo hermoso que hay en cada cosa”.

Participa en esta edición de la Feria Internacional del Libro La historia que nunca quise escribir, la entrega más reciente de la escritora cubana Nieves Cárdenas López (Sancti Spíritus, 1954), publicada por el sello editorial de la capital, la Editorial Extramuros, tras cuatro años de espera impuestos por las dificultades asociadas a la pandemia, que los siempre dispuestos colegas de la casa editorial se empeñaron en remontar. El curioso y llamativo título viene dictado por su característica esencial. Se trata del testimonio que un hijo comparte con su madre, en su primera visita a Cuba tras cinco años de ausencia, sobre las vicisitudes que debió padecer desde que partió de la Isla con el deseo de radicarse en España, como única brújula, y ninguna garantía de lograrlo.

Conquista al lector la prosa ágil y fluida y, sobre todo, la honestidad con que se rememoran las vivencias. Comparte rasgos con la literatura de viajes y también con la de aprendizaje o crecimiento interior y tiene el atractivo especial para los cubanos de estos tiempos de resultar un relato representativo de muchos otros. Los avatares de Luis, el protagonista de la narración, recreados con respeto, fidelidad y complicidad por la capacidad literaria de su madre no son, lamentablemente, crónicas ajenas para una zona significativa de las familias cubanas. Aquí se exponen con sobriedad, con un absoluto control de las emociones en un discurso que busca por encima de todo una suerte de objetividad sin juicios ni victimizaciones.

En el caso que nos ocupa, a diferencia de otros, se rmuestra la procedencia social del sujeto de la experiencia original, su vida en Cuba rodeado de ciertas comodidades y dueño de una relativa independencia, su pertenencia a una familia absolutamente funcional y a un entorno donde no escasean las amistades y el afecto deja abierta una interrogante de sumo interés, con probables derivaciones antropológicas, culturales y políticas en la
exacta dimensión del término, que es aquella que se refiere a la conducta del individuo en sociedad: ¿no es suficiente lo que se tiene? ¿Por qué partir a lo ignoto? En las líneas del relato se ensayan varias respuestas.

La escritura, en primera persona, siempre desde la perspectiva del joven, demanda del lector una participación atenta, pues se entrecruzan diversos planos temporales y los recuerdos del narrador nos van presentando a algunos de los miembros de la familia, con claro énfasis en la figura materna. La coordenada diacrónica que sostiene el testimonio presenta luego, por orden de aparición, al resto de los participantes. El inicio expone las claves —no por diversas raigalmente distintas— en que se ejecuta cualquier variante de salida de la Isla, luego transcurren las estancias del recorrido: Luanda (abrumadora), París (jugarse el todo por el todo), Toulousse y, al fin, España, donde las calamidades no se mitigan. Desde el primer capítulo las vetas oscuras del comportamiento humano asoman, tienen pieles de todos los colores y diferentes nacionalidades: un emigrado —aunque inicialmente lo fuera solo en potencia— en un país donde viajar es algo extraordinario se convierte pronto en alimento de las aves de presa.

Durante la travesía, ni Rusia es ya el país de nuestra mitología ni Angola exhibe las glorias de una revolución ni la familia española que debería ser su destino, en la mítica Granada, resultó lo que se esperaba. Nunca mejor dicho: un indocumentado es una sombra que respira y trabaja. Un libro es siempre obra de un equipo. A Yenia Silva Correa le debemos la cuidada edición y a Damaris Rodríguez Cárdenas la adecuada composición y el diseño de
cubierta y contracubierta. La Habana, un acrílico sobre tela, del artista plástico José Omar Torres López, le añade un nuevo valor al volumen. Por sus méritos literarios y humanos, por constituir un hermoso monumento a la
relación filial y ser testimonio de una sociedad y una época esta pieza, hecha a dos voces y dos corazones, tendrá un lugar particular en la literatura de la Isla.

Nieves Cárdenas desarrolla su labor literaria en varios géneros, entre ellos la novela, el cuento y la biografía y tiene en su haber los libros Tita y Pancho (Editorial Extramuros, 2003), Juanico, el rey de las aguas dulces (Casa Editora Abril, 2004, Premio Abril 2003 en Literatura Infantil), Los hijos del sol (Editorial Gente Nueva, 2005), Una flor y nada más (Editorial Gente Nueva, 2011 y Premio La Edad de Oro 2010 en Biografía), Desnudos bajo la luz (Editorial Extramuros, 2012, Premio Luis Rogelio Nogueras 2011 en Novela testimonio), De caracoles y fuego (Editorial José Martí, 2013), El cuarto de un rey (Gente Nueva, 2015), Sosabravo, el color que da nombre (Collages Ediciones, 2015) y Pirataperro (Casa Editora Abril, 2018).

Varios de sus cuentos aparecen en compilaciones y antologías.

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