El talento, la pasión y la empatía han llevado a Mayra Mazorra a ganarse un lugar especial entre el público cubano. La intérprete de “En privado con la Reina” no concibe la vida sin el arte. Y se percibe.
Quien haya conocido su obra puede confirmar que la personalidad de Mayra conquista tanto como los personajes que protagoniza, con los que siempre se compromete.
Se siente orgullosa de lo que ha logrado en cuatro décadas sobre los escenarios, donde se siente cómoda y aun durante la caracterización logra ser ella misma. Hoy abraza su pasado, su presente y se prepara para continuar labrando un camino propio en el mundo de la interpretación.
En la adolescencia ya querías actuar, ¿cómo y cuándo empiezas a interesarte por el mundo de la actuación?
La inquietud vino desde niña, de forma natural, porque no tenía ningún referente familiar. Siempre sentí la necesidad de disfrazarme, cantar y bailar. De forma inconsciente, tenía la necesidad de expresarme a través del arte.
Incluso desde la enseñanza primaria participaba en los actos culturales de la escuela. Estaba presente en todo lo que tuviera relación con el arte. En la secundaria me vinculé más seriamente a un grupo de teatro en el que montamos varias obras cubanas y universales. Esa fue la primera experiencia que tuve en festivales. Empecé a sentirme realizada.
Fue entonces cuando vino la convocatoria para la Escuela Nacional de Arte (ENA). Me presenté a las pruebas y aprobé. Luego continué mis estudios en el Instituto Superior de Arte, hoy Universidad de las Artes (ISA).
Tu carrera se ha construido principalmente en las tablas, donde has protagonizado grandes obras como En privado con la Reina. ¿Compromete más representar en solitario que compartiendo escenario?
El teatro es mi vida. Es el medio más difícil y más sacrificado y, aunque recientemente he tenido oportunidades de trabajo en otros medios, me cuesta desligarme de los escenarios. Me considero una actriz de las tablas. En el teatro me siento con más confianza y seguridad. Es el hábitat en el que me formé y he pasado la mayor parte de mi vida. Disfruto trabajar e interactuar con mis compañeros al igual que lo hago cuando me ha tocado estar sola en escena.
El compromiso es igual, pero en un monólogo todo el peso recae en ti y tienes que ser capaz de mantener el ritmo de la obra en todo momento. En En privado con la Reina intenté acercarme lo más posible a Celeste Mendoza; traté de meterme en su mundo interior, en sus pasiones. Fue algo fuerte caracterizarla, entrar en ese mundo de ella, muy distante de mi personalidad.
Ayudó mucho a la obra que se llevara a televisión. Y me abrió muchas puertas. Marcó un antes y un después en mi carrera, porque permitió que me vieran en otras facetas y que otros directores me tuvieran presente.
¿Qué personajes te llaman la atención?
Me atraen los personajes que requieren de mí ese cambio; que me permitan desdoblarme. Es muy fácil darle vida a seres humanos que tengan puntos de contacto contigo. Me gusta leer el libreto y percatarme de que lo que voy a hacer no tiene nada que ver con Mayra. Me gusta indagar, estudiar y transformarme para ser otra persona.
¿Qué has aprendido encima de los escenarios?
Se aprenden muchas cosas, pero si tuviera que referirme a algo especifico, diría que la disciplina. Lo aprendí en mi tránsito por la Compañía Hubert de Blanck, con los grandes profesores que tuve; como Berta Martínez, quien nos legó que el escenario es un lugar sagrado. La vibra y la energía que uno siente cuando está ahí es de las cosas maravillosas que se puedan experimentar en la vida.
Has tenido apariciones breves en el cine; pero que han sido experiencias valiosas en tu carrera. ¿Cómo evalúas tu participación en la pantalla grande?
Mi participación en varios largometrajes ha sido breve, pero la considero valiosa. He tenido la dicha de ser dirigida por artistas de gran trayectoria. Ser parte de películas como: El Benny, Omerta, Ciudad en rojo, Nada, El viaje extraordinario de Celeste García, El Mundo de Nelsito, ha sido una experiencia enriquecedora. Ha tributado a mi formación y espero que en un futuro cercano llegue algún personaje que pueda desarrollar y tener más presencia en pantalla.
Otra de tus experiencias en el cine fue en Isla Guayaba, en la que conformaste el elenco cubano que trabajó con Rihanna. ¿Cómo viviste la experiencia?
A la película llegué a través de un casting. Hubo otros actores cubanos seleccionados; pero yo tuve la oportunidad de trabajar directamente con Rihanna en una escena.
A pesar de las restricciones para acceder a ella, en algún instante tuvimos cercanía. En un momento de la filmación sufrí un percance y ella se preocupó; mostró interés por conocer cómo me encontraba. No pudimos registrar en fotos esos pequeños momentos porque la producción no lo permitió.
La telenovela Bajo el mismo sol te dio la oportunidad de cumplir el sueño de trabajar con Enrique Molina. ¿Cómo fue la conexión con él?
Siempre tuve entre mis metas profesionales coincidir con Enrique Molina y sentía “envidia sana” de las actrices que lo habían tenido como pareja en algún dramatizado. Aprendí mucho a su lado y pude descubrir no solo su talento sino además la parte humana que era igual de sorprendente que su capacidad interpretativa.
Después de este dramatizado has tenido un largo recorrido en otros espacios televisivos, pero Tan lejos y tan cerca te volvió a conectar de una manera especial con el público cubano. ¿Sientes que el personaje en el dramatizado ha marcado tu carrera?
Alberto Luberta Martínez me llamó para ofrecerme el personaje de Miriam. Me encantó cuando lo leí, porque supe que sería un nuevo reto caracterizar a esta señora que tenía cualidades especiales. Requirió mucho esfuerzo mental y físico. Quería hacerlo un personaje verosímil, lo más creíble posible. Me documenté con especialistas del tema, observé personas de mi entorno que padecen demencia senil para poder conformar la esencia del personaje.
Me encontraba fuera de Cuba cuando se transmitió la telenovela y me perdí la retroalimentación con la gente en la calle. Gracias a las nuevas tecnologías, pude recibir los elogios de colegas como Nancy González y las muestras de cariño de las personas que siguieron el espacio.
Últimamente has interpretando personajes con gran carga emotiva…
Me han tocado recientemente tanto en el cine como en la televisión personajes con gran temperamento, y eso es lo rico de esta profesión. Tienes que buscar resortes para incorporar a un ser humano que en ocasiones nada tiene que ver con tu realidad. Tienes que ponerle tu impronta y armarlo de acuerdo con el estudio previo y los recursos que vas incorporando en el proceso.
Son los trabajos que nos retan y nos hacen imponernos en la profesión. Dejamos el alma en cada uno, pero también se disfrutaa; desde que se están gestando hasta que salen en pantalla.
Recientemente trabajaste en una serie juvenil que tuvo buena acogida. ¿Te acercó a un público nuevo?
Calendario fue una experiencia bonita. Interpreté a Marta, una maestra jubilada que siente un cariño especial y tiene una gran afinidad con la protagonista de la historia. En la serie se dieron un conjunto de factores que permitieron el éxito. El excelente guion de Amilcar Salatti, bajo la égida de una directora experimentada como Magda González, y los jóvenes talentosos fueron factores que permitieron que la historia funcionara con el público.
El público se lo pregunta sin parar: ¿Qué habrá en la tercera temporada de Calendario?
Estamos en estos momentos en la etapa de preparación de la tercera temporada. Debido a la aceptación que ha tenido, se decidió apostar por la continuidad. Nuevos conflictos enriquecerán la historia central del dramatizado. Mi personaje cobrará más protagonismo y tendrá que enfrentar nuevos desafíos.
¿Con qué sueña una actriz que ha ganado un premio Caricato?
Me falta mucho camino por recorrer. A lo mejor otro colega con mi trayectoria estaría conforme, pero todavía tengo mucho que ofrecer, tanto en el cine como en la televisión. Quisiera que me llegaran propuestas que me reten y me aporten como profesional y ser humano.
Has viajado a otros países para presentar tu trabajo. ¿Te emociona igual que el aplauso de los tuyos?
Todas las actrices queremos que nuestro arte trascienda y llegue a públicos de diferentes lugares; pero reconozco que nuestra gente nos brinda un cariño especial. No lo encuentras en otro sitio. Ellos son la principal motivación por la que trabajamos cada día y son los que hacen que siga apostando por defender mi profesión.