Antonio Llaca nació en La Habana en 1984. Con doce años sus padres lo llevaron a Venezuela por asuntos laborales. Salir de la isla no fue fácil. Dejar atrás a los amigos y al resto de la familia fue lo peor.
En Cuba no estudió música. Sus primeros acordes los dio en El Tigre, una pequeña ciudad venezolana donde cursó guitarra clásica, cuatro venezolano y mandolina. Y cuando llegó la etapa universitaria se trasladó a Caracas para estudiar en el Instituto Universitario de Estudios Musicales (IUDEM) con el maestro venezolano Luis Zea.
Un año después emigró a Canadá donde inició estudios de música clásica, primero en guitarra y luego en dirección coral en la ciudad de Ottawa. Una vez graduado, prosiguió estudios avanzados en dirección coral cursando una maestría en Montreal.
Hoy mantiene una carrera musical muy activa, dirige ocho ensembles entre instrumentales y corales, y enseña música en Carleton, una de las universidades más grandes de Ottawa. En julio pasado estuvo de gira en Pekín y Shenyang, a propósito del Festival Internacional de Coros. En China presentó dos obras corales cubanas del maestro Frank Fernández. Porque la música cubana siempre ha estado en su vida.
“Cuba sigue siendo una parte importante de mi vida. Siempre me he mantenido apegado a mi cultura y a mi identidad como cubano. Volver a La Habana significa volver a casa, me encanta recorrer las calles de mi ciudad, hablar con la gente en mi idioma, saborear el ambiente y por supuesto reconectar con mi familia”, comentó Llaca a OnCuba.
¿Cómo fue la llegada a Canadá?
Como cualquier cambio fue muy difícil, pero tuve la dicha de tener familia que me recibió y me ayudó muchísimo durante los primeros meses de adaptación. Aunque la cultura es bastante diferente a la nuestra, los canadienses son muy acogedores y receptores de nuevas culturas, así que en ese sentido no se me hizo tan difícil.
Creo que uno de los obstáculos más grandes fueron los idiomas, ya que aquí tenemos dos idiomas oficiales, y yo estudié ambos. Pero más allá de ello, yo vine a estudiar y a hacer mi carrera universitaria aquí, entonces desde luego, tenía que tener un inglés bastante bueno para poder entrar a la universidad. Los primeros años fueron los más difíciles, y el clima era el reto más grande para la adaptación a este país.
¿Cómo inició estudios en Canadá?
Fue relativamente sencillo, después de pasar los cursos de idiomas validé mis estudios universitarios de Venezuela, e hice audiciones en tres institutos universitarios que hay en Ottawa. De ellos, escogí entrar a la Universidad de Ottawa, institución en la cual me ofrecieron becas durante mis estudios de licenciatura. Ahí continué estudiando guitarra clásica y comencé a estudiar dirección coral, tomé un curso y me gustó, mi profesor en ese momento me animó a proseguir estudios en esa área y así comencé a trabajar cada vez más con coros. Luego de terminar mi licenciatura comencé una Maestría en Montreal bajo la tutela del director americano Robert Ingari.
¿Qué ocupa el tiempo de Antonio Llaca hoy?
Bueno, ahora enseño Dirección de ensambles corales e instrumentales, al igual que Historia de la ópera en la Universidad de Carleton. Tengo un buen número de estudiantes y enseñar es algo que me apasiona bastante.
En el conservatorio de Música y Arte Dramático de Quebec enseño en francés, trabajo como director de grandes ensambles, y dirijo el gran coro, el coro de cámara, la orquesta y los coros de niños. Además de ello, trabajo como director artístico del Coro Vivo Ottawa, y dirijo el coro de niños de la comunidad china en esta misma ciudad.
La música cubana siempre ha estado presente en su vida personal y profesional, ¿por qué se ha mantenido incorporándola a sus programas?
Me siento muy apegado a mi cultura y siempre que puedo trato de compartirla con mis audiencias. Desde que comencé mi labor artística aquí he tratado de incorporar música cubana en mis programas de ese modo he presentado desde grandes obras del repertorio clásico hasta arreglos vocales de música popular cubana. Además de música cubana he incorporado mucho repertorio latinoamericano a mis programas, que en general no es muy conocido aquí.
Me encanta montar obras nuevas y poder dar a conocer la riqueza cultural de nuestra región. Hay muchos compositores talentosos en nuestro país y creo que sus obras merecen ser conocidas más allá de nuestras fronteras. Por ejemplo, en el 2013 presenté la Misa cubana: A la Virgen de la Caridad del Cobre de José María Vitier para coro, orquesta y solistas. De igual modo he montado obras del barroco latinoamericano y cubano para orquesta y coros entre ellas la Misa en Sol menor de Estaban Salas, y algunos de sus villancicos para conciertos de Navidad. He presentado con mi coro de cámara varios arreglos corales de temas de autores cubanos como El Bodeguero de Richard Egües y Retorna de Sindo Garay.
Me encanta explorar la escena musical cubana. Es muy gratificante estar en contacto con el movimiento musical en Cuba. Eso me da energías y nuevas ideas para programar repertorio y obras de nuestro país.
¿Cuál es la reacción de sus estudiantes y el público ante estos programas del repertorio cubano?
Los programas son siempre muy bien recibidos, porque al público canadiense le gusta descubrir nuevas obras. Creo que algunas de las reacciones más interesantes han sido precisamente frente a obras de música clásica, pues el repertorio del barroco cubano (o latinoamericano en general) no es precisamente muy conocido en Canadá y siempre causa gran interés entre el público descubrir, por ejemplo, las piezas de Esteban Salas.
Mis estudiantes siempre reciben ese repertorio caribeño con mucho interés, sea una obra grande o un arreglo coral pequeño a capella. Hay mucho en nuestra música que es intrigante e interesante para un estudiante de música, ya sean las armonizaciones o por supuesto la riqueza rítmica que tiene la música cubana.
Recientemente estuvo presentándose en China, ¿cómo fue la experiencia?
La experiencia fue magnífica. Formamos parte del Festival Coral Internacional de Pekin, donde estuve impartiendo un taller sobre dirección de coros y realizamos conciertos en Pekín y Shenyang, algunos de ellos solo nuestro coro, y en otros compartiremos el escenario con coros de otras partes del mundo como Rusia y España.
Fue una experiencia única, pasamos días rodeados de coristas de muchas partes del mundo y tuvimos la oportunidad de intercambiar experiencias con muchos de ellos. Nuestros anfitriones fueron sumamente acogedores y el público fue además muy receptivo a los programas que presentamos. Fue un evento de gran magnitud y un recordatorio de que la música es un idioma universal, algo que nos une independientemente del idioma que hablemos o del continente donde vivamos.
¿Le gustaría realizar algún intercambio entre músicos y/o estudiantes cubanos y canadienses?
Sí, me encantaría. Creo que los encuentros interculturales de ese tipo son muy beneficiosos. Hace algunos años presenté algunos conciertos en La Habana con uno de mis coros de aquí y me encantaría repetirlos con alguno de mis grupos de estudiantes. Fue una experiencia muy acogedora y positiva, porque además en Cuba tenemos salas de conciertos muy interesantes para la música coral.
Está muy al tanto de la enseñanza artística en Cuba, ¿qué cree de la formación musical en las escuelas de arte?
Creo que el régimen pedagógico es bueno, y permite a los jóvenes músicos desarrollarse técnicamente. Además, existe una buena escena cultural que es propicia para que esos talentos crezcan, particularmente en La Habana. Existen varios ensambles sobre todo en las escuelas de música y conservatorio que demuestran que la enseñanza es técnicamente buena. No obstante, creo que hay posibilidades para abrirse a un repertorio más variado y para incorporar nuevos compositores internacionales en la programación de esos ensambles.
¿Considera q existe en Cuba una buena representación de músicos jóvenes haciendo repertorios clásicos?
Creo que hay muchos músicos talentosos y agrupaciones clásicas que en algunos casos marcan la pauta y se convierten en referentes de géneros musicales particulares. Lamentablemente nuestras grandes obras sinfónicas y corales son poco conocidas fuera del territorio nacional. Aunque hay muchos ensambles cubanos por el mundo promoviendo nuestra música, creo que el alcance podría ser mayor. Tenemos una riqueza musical vasta y que transciende la música popular, por eso siento que es mi labor dar a conocer a través de las obras corales esa riqueza que tiene nuestra música fuera de sus fronteras.
¿Qué es lo que más añora de Cuba?
Más allá de la familia y la cultura, lo cual creo que sería obvio decir, las playas. Es algo que ciertamente no puedo encontrar aquí.
Excelente Antonio, muchas felicidades por sus logros y que vengan muchos mas