Si yo creyera en la existencia de destinos preconfigurados, escritos a fuerza y voluntad de un ser supremo, también aseguraría que Benny Moré fue un hombre que vivió y murió, por lo menos después de descubrir que lo suyo era la música, de la forma en que le dio la gana. Bien por él después de todo. De contra que nunca se sabe cuál es el día final le zumba el mango que te pongas a vivir como “establece” la sociedad que es correcto. Subjetivamente correcto. Y aquí no se trata de que el Benny haya tenido una existencia de desorden. Lo aclaro por todos aquellos que se esfuerzan en ponerle flechitas explicativas a todos los sucesos, en definitiva lo aclaro por todos aquellos que alguna vez se plantearon que el Bárbaro aceleró su muerte.
A Benny Moré se le recuerda en su natal Santa Isabel de las Lajas con una peregrinación hasta el lugar donde reposan sus restos mortales, una silenciosa peregrinación hasta que se llega a su tumba: una vez allí lágrimas desordenadas se trastocan con su música que repleta todo el cementerio cada 24 de agosto, en póstumo homenaje a su melodiosa voz y legado.
Pero este 19 de febrero, cuando se conmemoran 52 años de su partida, volverá a inundarnos su recuerdo. Con letánica nostalgia resonará su música en nuestros oídos, inevitablemente, aunque no formemos parte de la generación que lo vio ascender y en definitiva, como siempre suelen hacer los grandes, quedarse para siempre.
No quiero pensar que al Benny le quedaba mucho por darnos, cuando en aquel febrero a sus 44 años abandonó los senderos pedregosos del mundo de los vivos. Me quedo con lo que dejó, con el legado inmenso que no admite posibilidades alternativas cuando escuchamos su música como no sea la repetición constante, acaso inconsolable, de sus melodías revoloteando por nuestras cabezas. Da lo mismo que conozcas la letra, inevitablemente (aunque en el fondo no quieres evitarlo) te quedas con ella pegada en alguna parte de tu cuerpo, como un tatuaje del que no te avergüenzas, como una marca que duele siempre que te viene el recuerdo de un Benny que está sin estar, que probablemente aceleró su muerte pero ¿a quién le preocupa eso?