Elevado a categoría de leyenda incluso en vida, Bartolomé Moré Gutiérrez falleció a las 9 y 15 p.m. del martes 19 de febrero de 1963 y con su muerte nacía “el hombre a quien toda Cuba ha llorado con lágrimas que mojan, pero cuya voz suena como nunca, sin parar ni apagarse, en el aire nuestro de cada día”, tal como escribió el poeta Nicolás Guillén.
Considerado uno de los cantantes cubanos más polifacéticos, Benny Moré nació el 24 de agosto de 1919 y se mantuvo fiel a la herencia musical de la isla. El primero de 18 hijos de una familia negra y pobre cuyas necesidades le obligarían a cambiar la escuela por el trabajo y culminar solo el cuarto grado.
Según el investigador Rafael Lara González, Benny tuvo desde niño un acercamiento al Cabildo Congo de Lajas, situado a solo unos metros de su casa. Esa influencia fue determinante para su futura carrera como músico pues con ellos aprendió a tocar el insundi, los tambores yuka, los de makuta y bembé.
El valioso aval de tener como antepasado a figura tan ilustre como el primer rey de los congos, hizo que los descendientes de la cofradía, fundada en el siglo XIX por un grupo de negros congos libertos, brindara siempre al Benny especial reconocimiento por la jerarquía de su origen.
Oyendo un disco de Benny Moré
Es lo mismo de siempre:
¡Así que este hombre está muerto!
¡Así que esta voz
Delgada como el viento, hambrienta y huracanada
Como el viento,
es la voz de nadie!
¡Así que esta voz vive más que su hombre,
Y que ese hombre es ahora discos, retratos, lágrimas, un sombrero
Con alas voladoras enormes
—y un bastón—!
¡Así que esas palabras echadas sobre la costa plateada de Varadero,
Hablando del amor largo, de la felicidad, del amor,
Y aquellas, únicas, para Santa Isabel de las Lajas,
De tremendo pueblerino en celo,
Y las de la vida, con el ojo fosforescente de la fiera ardiendo en la sombra,
Y las lágrimas mezcladas con cerveza junto al mar,
Y la carcajada que termina en punta, que termina en aullido, que termina
En qué cosa más grande, caballeros;
Así que estas palabras no volverán luego a la boca
Que hoy pertenece a un montón de animales innombrables
Y a la tenacidad de la basura!
A la verdad, ¿quién va a creerlo?
Yo mismo, con no ser más que yo mismo,
¿No estoy hablando ahora?
(Roberto Fernández Retamar)
“El Bárbaro del Ritmo”
La llegada de Benny Moré al bolero en los años cincuenta resulta un acontecimiento memorable, recuerda la compositora y guitarrista Marta Valdés.
“A estas alturas, a nadie se le ocurriría intentar una definición del Benny bolerista que cada cual percibe a su manera y que a todos nos pone en fila delante de las canciones que él cantó como si estuviera proclamando verdades necesarias. No era así como se cantaba el bolero cuando él dijo por primera vez la palabra ‘vidá’ en aquellas frases breves, espaciadas, que engarzaba con su canto quien-justamente-sería calificado como ‘el bárbaro de la melodía’ en boleros como ‘¡Oh, vida!’ de Yáñez y Gómez y ‘Tú me acostumbraste’ de Ricardo Pérez”, señala la autora de “Palabras”.
Ese fenómeno de sabiduría popular que es Benny Moré reclama un espacio muy especial en cualquier recuento que se haga sobre la música cubana.
Desde que regresó de México para fundar su Banda Gigante, ya el cienfueguero era una leyenda viva fuera de Cuba, y verdadero rey de la música cubana.
“Benny es la encarnación de los valores del cubano popular”, sostuvo el poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Rivera. Su desaparición física en 1963, fue un golpe que el pueblo sintió como la muerte de un hijo querido. Lo que sigue siendo.