Bobby Carcassés: de músico, pintor y santaclareño empedernido

Bobby Carcasés

Foto: tomada de La jiribilla

Nacido en Jamaica, inscrito en Camajuaní –Villa Clara- y ciudadano del mundo, Bobby Carcassés, el showman cubano, es una mezcla indiscutible del carisma criollo y el talento escénico nacional, que heredó de maestros como Leo Brower, y que cultivó a partir de su innata inclinación por el arte, lo que descubrió desde pequeño, cuando Ada Elba Cuza, su mamá, le pedía que cantara para las visitas.

Como si el refranero popular hubiera previsto la existencia de este peculiar personaje: Bobby es músico, poeta y loco… y más. Una a una sus facetas como cantante, instrumentista, pintor, actor y hasta deportista, aparecen en amena conversación. Los temas se cruzan, se imbrican, y al final siempre aflora la emoción del reencuentro con la ciudad en la que vivió los años más felices de su infancia.

Yo nací cantando…

«El Premio Nacional de Música es el reconocimiento a una vida dedicada al arte, reafirma lo que he venido haciendo hasta ahora y me sirve para concentrarme mejor en los proyectos que quiero realizar. Me invita a creer más en mí, y a confiar en que estoy haciendo lo correcto.

Demostré desde niño que era cantante. Siempre participaba como aficionado en las competencias Haciendo estrellas, de la Emisora Provincial CMHW de Villa Clara, y a los 15 años canté por primera vez en el Teatro La Caridad, de Santa Clara, invitado por Enrique Arredondo. Cuando llegué a la capital tuve excelentes mentores como Bobby Collazo, Luis Carbonel, Alfonso Arau, fundador del Teatro Musical de La Habana, y Federico Smith, quienes,sin cobrar nada, me brindaron toda su sabiduría y sus conocimientos. Creo que debido al apoyo de esos maestros, que tanto enriquecieron mi talento, ahora siento la obligación de colaborar con el desarrollo de los jóvenes que se inician en el arte.

En cuanto a tocar los instrumentos, o mejor, -aclara con modestia-, hacer algo con ellos, debo decir que yo en realidad soy cantante, solo que fui incorporándolos para enriquecer mi actuación en el teatro musical. Poco a poco me inicié en algunos como el piano, la batería y el bajo. Incluso llegué a tener un espectáculo de cabaret que era todo un reto para mis compañeros de la música popular, porque se empleaban tres instrumentos: piano, congas, o sea, tumbadoras y contrabajo. Con ellos hacíamos, AZoraida, una sátira a los músicos antiguos que compusieron LewBrower y Alfonso Arau para mí».

Maestro de las nuevas generaciones

«Decía que para mí es muy importante apoyar a los creadores que comienzan en el mundo de la música, por eso imparto clases con regularidad en el Instituto Superior de Arte y en los conservatorios del país. Siempre insisto en que no deben estudiar técnica del instrumento o historia del artesolamente, sino que también tienen que prepararse en lo físico y lo espiritual para subir a un escenario.

Fui deportista, campeón nacional de salto alto bajo techo, y allí adquirí un hábito de preparación, que luego me sirvió en el teatro musical cuando empezamos a dar clases de técnica básica, de ballet, de danza contemporánea. Para todo eso la preparación era necesaria, igual que para presentarse frente a un público, donde el artista se puede poner nervioso, donde una serie de elementos pueden funcionar negativamente.Hay que prepararse como si fuera una olimpiada.

Creo que los muchachos de hoy tienen a su favor una instrucción de calidad, unida a la visión social sobre los artistas, que ahora es distinta a cuando yo era pequeño.Por ejemplo, en mi casa siempre me llamaban para que le cantara a las visitas, pero cuando dije que quería estudiar música, se negaron, porque tenía que ser médico, ingeniero o arquitecto.

Sin embargo, con el triunfo de la Revolución se reconoció que las escuelas de arte eran algo importante para la formación cultural de los jóvenes. Así que además de buenos maestros, los estudiantes de música tienen la comprensión de la sociedad. En correspondencia, se están graduando artistas muy talentosos como el saxofonista Javier Salva y Yasek Manzano, en la trompeta».

…y dibujando.

«Pudiera decir que yo nací cantando y dibujando. En la primaria me la pasaba haciendo historietas, y a veces no entendía por qué mis compañeros de aula siempre me pedían que los ayudara con los dibujos. A diferencia de la música, en la plástica sí contrataron a un profesor que me instruyó en cuanto a elementos básicos como la perspectiva y el equilibrio de las formas. Me exhortaba a que reprodujera obras de Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, así aprendí que debemos nutrirnos de los maestros.

He expuesto en La Habana, también en diversas galerías del mundo, y en casi todos los espectáculos que hago utilizo los lobbies para presentar mis obras. Ahora mismo planeo hacer una exposición en el Museo de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), y en otros lugares en que me lo han propuesto. Siempre estoy trabajando, en cualquier formato: cartulina, con tinta, acrílico o lienzo con óleo».

Amor definitivo por Santa Clara

«Mi historia con Santa Clara es muy interesante. Mi padre, Roberto Carcassés, lo nombraron jefe del frigorífico de Esperanza, un municipio de Villa Clara, así que vinimos de La Habana. Una vez aquí decidieron inscribirme en el registro de Camajuaní, ya que no lo habían hecho a mi nacimiento en Kingston, Jamaica.

Después de un tiempo, mi mamá, Ada Elba Cuza, comenzó de profesora en las Escuelas “Pías” de Santa Clara y nos trasladamos para la ciudad, luego de divorciarse de mi papá. Independencia entre Toscano y San Miguel, esa fue nuestra primera casa.

Resultó que ella tenía un espíritu gitano y a cada rato nos mudábamos de sitio.Desde Independencia a Villuendas, al Callejón de la Palma, a la carretera de Camajuaní, al Parque del Carmen, al Parque de la Pastora; en nueve años vivimos en diez barrios distintos. Justo cuando me empezaba a encariñar con el lugar, ¡pum! Nos íbamos para otro.

Erala etapa de la niñez, casi la adolescencia, en quecomenzaba a descubrir las calles, las casas, su gente y las cosas características de cada pueblo, por tanto todo se me grabócon mucha fuerza. Yo he recorrido el mundo, y el país, y he visto ciudades preciosas, no obstante,en Santa Clara es como si llegara a mi hogar, por eso le tengo un amor definitivo».

Esta vez, no hubo música, solo palabras, y la promesa de regresar al Teatro La Caridad, sobre el que evoca,cual orgulloso pilongo, la célebre presentación del tenor italiano EnricoCarusso, en el año 1920, o sencillamente aquella ocasión en que él mismo, con solo 15 años, interpretó Júrame, por primera vez en un escenario profesional.

Salir de la versión móvil