Arema Arega no la ha tenido fácil. Decidió levantar la base de su carrera sobre un sistema de códigos sonoros regidos por la exploración, con elementos de la electrónica, el jazz y el trip hop, un universo nacido entre las penumbras de Bristol que ha patentado sus propios iconos y ha irradiado con su influencia a todo el mundo.
Arega ha tenido la valentía de ir dando forma a su sello personal en un ambiente expansivo dominado por las máquinas y las imbricaciones sonoras; un escenario cosmopolita en el que resulta en extremo difícil insertarse con éxito y sellar el triunfo.
De madre cubana y padre etíope, Arema Arega nació en 1979 años en la ciudad rusa de Voronezh. Su obra comenzó a cobrar visibilidad gracias a su participación en los discos Gilles Peterson Presents Havana Cultura, junto a otros artistas cubanos. El propio DJ británico calificó su obra como un descubrimiento.
“Me encontré con la música de Arema a través de Havana Cultura, una iniciativa dedicada a promover la auténtica cultura cubana. Colaboramos en ‘Havana Cultura: The Search Continues’ y me quedé impresionado por su entrega vocal y composición. Un talento asombroso”, comentó Peterson.
Al cabo de varios años de carrera como cantautora y productora musical, la cubana se mantiene tomando sonidos de aquí y de allá, empeñada en delinear su propio camino. Radicada en Barcelona, en su ruta creativa ha pasado por afluentes basados en el eclecticismo y la transterritorialidad.
Junto a su propuesta musical, Arema ha desplegado una obra como pintora, diseñadora e ilustradora; ejercicios creativos que se amalgaman con naturalidad en las raíces de sus discursos conceptuales y que muestran la artista que es hoy.
En Cuba apenas se ha escuchado su nombre. Sus temas se han mantenido en el circuito más underground y han alimentado las búsquedas de los melómanos interesados en propuestas peculiares y alternativas de la música cubana contemporánea.
Arema ha grabado discos como The red soundtracks y Do it, dos álbumes destacables pensados para una película que ha venido hilvando dentro su imaginación, según la propia artista. Se trata de producciones bien logradas, pero cuya promoción se redujo a mínimos dentro de Cuba. La primera de ellas es, a mi juicio, uno de sus trabajos más logrados, por la notable imbricación de los lenguajes del jazz, la electrónica y los profusos intercambios con el trip hop.
En 2022 Arema publicó su más reciente producción, In the night (Everything is magical), con la cual radicaliza su propuesta en cuanto a la fusión de la electrónica, la ensoñación del trip hop, el folk y elementos de la llamada world music.
Conformado por nueve pistas, el disco nos coloca frente a una artista que pone toda la carne en el asador para definir un estilo. Tiene como bazas el poderío de su voz para moverse dentro de los géneros que se dan la mano en su mixtura sonora.
Su propuesta, si bien guarda relación con la de otros músicos internacionales, perfila los horizontes de una artista en pugna consigo misma en pos de la originalidad. Prueba de ello es el tema “Imagine the Moon”, que da inicio al disco y sirve de adelanto a lo que vendrá.
El segundo tema, “In the Night”, abre de par en par la puerta al mundo más prolífico de la artista. Arema no se guarda nada, en su afán de conquistar nuevos espacios. Puede insertarse sin demasiada dificultad entre las vanguardias musicales cubanas, sobrepasar las fronteras insulares y, al mismo tiempo, situarse por encima de los reclamos comerciales de la industria, un interés que comparte con otros artistas nacidos en la isla, Danay Suárez.
El disco puede ser escuchado como una suerte de ensoñación. Arema ofrece versiones de “In the Night” que resultan atendibles por el empaste sonoro y el resultado final. Es el caso, por ejemplo, de la versión instrumental del tema, una de las entregas más memorables del álbum que traslada al oyente a un mundo expansivo en el que la artista se mueve como pez en el agua.
La voz de Arema es su gran fortaleza. Lo ha demostrado en producciones anteriores en las que asume con brillantez la interpretación vocal del jazz y otros géneros. En este disco vuelve a confirmarse como una de sus cartas de triunfo. Lo demuestran las versiones a capella de “Imagine the Moon” e “In the Night”, que muestran la fuerza y las posibilidades de su garganta.
En el álbum Arema gira sobre sus propios temas con distintos niveles de interpretación e incorporaciones sonoras. Lo hace como si estuviera desgajando los sonidos que afloran en su mente.
Las vemos (o la escuchamos) delinerar variaciones de sus temas, versiones autónomas en sí mismas en las que pueden percibirse sus mundos oníricos y turbulencias. Pero, sobre todo, su música descubre su probado compromiso por alcanzar, en algún cruce de caminos, el “sonido Arema Arega”, y lograrlo sin morir en el intento.