El Festival de música electrónica Eyeife, organizado por la institución cultural Pm Récords, acaba de finalizar su quinta edición. Celebrado de manera online, el evento ha logrado durante 5 años mostrar la diversidad de estilos que definen la escena electrónica en el país otorgándole visibilidad a djs y productores que apenas tienen posibilidades de subir a otros escenarios en el país.
Si bien aún requiere darle mayor lustre a sus objetivos fundacionales de darle toda la relevancia posible a la unión entre los distintos géneros de la electrónica y la música cubana, Eyeife ha funcionado como una excelente plataforma para que los cubanos, sobre todo los jóvenes, conozcan la riqueza que se desprende de la hibridación de ambos universos sonoros, un propósito que han ido alcanzado de a poco durante su permanencia en la escena insular.
Heredero del extinto festival Rotilla, un encuentro que logró por primera vez convocar a los djs y productores cubanos en escenarios que respetaran las exigencias de estos géneros, Eyeife ha demostrado que los exponentes de esta diversidad de estilos en Cuba tienen mucho que decir y aportar a la música cubana contemporánea, a través de distintas expresiones como el techno, drum and bass, dub o el house, entre muchos más.
El festival no solo ha servido para promover y darle empuje a los djs y productores locales sino que ha despertado el interés de legendarias figuras dentro de la electrónica mundial como es el caso del estadoundiense Dj Spooky, quien se sumó en 2018 al cartel del evento con un concierto que si bien apenas tuvo respaldo mediático ha sido una de los shows históricos de música electrónica en el país.
Durante su viaje a La Habana, Spooky dijo a este redactor que está muy interesado en conocer las distintas formas de expresión de los djs y productores cubanos y de la cultura afrocubana, un propósito que, como se dijo, tiene entre sus líneas de acción este evento presidido por la cantautora Suylén Milanés, bajo la dirección artística del artista visual Mauricio Abad.
La posibilidad de reunir en un mismo escenario a las nuevas generaciones de productores y djs con varios de los fundadores de este movimiento en la Isla ha sido otras de las más importantes ganancias de esta cita que con los años se ha ido consolidando en el público cubano.
Las presentaciones de nombres de calibre como Iván Lejardi, Djoy de Cuba, Kike Wolf, David Casas junto a jóvenes cultores de esta disciplina artística, han dado notables señales de la evolución de este género que, a pesar del escaso apoyo institucional y de las dificultades para acceder a la tecnología de punta que exigen generalmente la formación de un dj y un show de electrónica, se ha ubicado en la vanguardia de varios de los experimentos más originales de la música cubana contemporánea.
Es cierto que los promotores de este evento todavía necesitan arropar mayor organización, conceptualización y jerarquización las distintas sesiones del festival para que se alcance definitivamente el objetivo para el que fue creado. Así, se evitaría que se convierta en un mero entretenimiento para el público que ha puesto a reventar las distintas ediciones del festival antes de esta “era pandémica”.
No obstante en las últimas dos ediciones han mostrado un diseño más estructurado basado en un análisis más riguroso de lo que puede aportar un festival como este a la expansión de las diversas formas de expresión de la música cubana. De ahí que es meritoria la incorporación al cartel del festival de los experimentos sonoros logrados con el trabajo de djs junto a músicos consagrados como Pancho Amat o José Luis Cortés ,entre otros.
Si bien no son nuevas las producciones que imbrican los elementos de la electrónica con la música popular cubana, yacentes en los primeros Van Van o Irakere, estas amalgamas sonoras alcanzan mayor lustre gracias a que se acoplan a algunas de las tendencias más contemporáneas del electro y revitalizan zonas de la música cubana que tienen mucho que aportar, sobre todo al conocimiento de la historia y la actualidad del quehacer sonoro en la Isla.
Eyeife, como lo fueron en su momento Rotilla y y Proelectrónica, es sin duda no solo un festival necesario, sino un evento que puede colocar a Cuba en el mapa de los grandes festivales de electrónica en el mundo. Para alcanzar ese objetivo, que es otro de los sueños de sus organizadores, requiere además que se borren los prejuicios que aun existen sobre este género de enorme convocatoria y se abran nuevos escenarios y posibilidades para que los djs y productores de la Isla puedan mostrar sus obras. De lo contrario quedarían reducidas sus presentaciones a este evento, que para expandirse, como dijimos, necesita que durante todo el año los exponentes de esta diversidad de estilos entren en acción y prueben todo lo que son capaces en la música cubana y, obviamente, más allá de las fronteras insulares.