Quien escucha la voz de Ivette Cepeda con canciones como “La música que tengo que cantar” o “Alcé mi voz”, jamás pensaría que quien canta es una mujer pequeña. Ivette desprende dulzura en cada palabra, tal vez por su ineludible vocación de maestra.
Me recibe en su casa como si me conociera de siempre, me permite compartir su espacio familiar, me canta un fragmento de “Canción de Rachel”. Y comienzo a descubrirla más allá de la figura pública. Entre empatía y revelaciones fluyen las respuestas.
¿De dónde le surge a Ivette Cepeda el gusto por la música?
A mí la música me gusta desde la más temprana edad y eso tiene que ver con influencias familiares, de mi abuela que tocaba un piano bellísimo y le encantaba cantar, y mi abuelo que le encantaban los tangos. Eso por la parte materna. Mi abuelo paterno tocaba trompeta, mi abuela era soprano y mi papá tenía una voz extraordinaria. Creo que todo eso influyó en que descubriera la música como una parte muy importante de mi vida.
No he estudiado música nunca, todo lo que sé lo he aprendido en la práctica. Es decir, lo poco que sé, porque el universo musical es tan rico que ni siquiera los músicos que han pasado la vida estudiando se sienten con todo el poder sobre los efectos de la música. Yo menos que todos ellos.
¿Cuánto de tu personalidad hay en la música que interpretas?
Hay componentes de la vida que son muy importantes para mí como la dulzura, la sinceridad, la fuerza expresiva, los sentimientos que me inspiran las palabras de los autores. Mi propia historia en la música parte de la interpretación, por eso trato de ser lo más coherente posible. En cada canción se habla de una o varias personas y yo me encargo de ponerme en el lugar de ellas, de meterme mucho en la historia de la canción. A veces me pongo del lado de quien la escucha, porque las canciones tienen una enseñanza más allá de la historia.
Yo creo que el rasgo más latente es el de ser maestra porque me gusta escudriñar en las canciones para ver todo lo bueno que se le puede sacar. Además de la diversión, me pregunto qué más puede aportarnos este tema.
¿En qué criterios te basas para la selección de lo que cantas?
No tengo ningún criterio en particular. Hay uno general y es que la canción sea significativa, que tenga el poder de transformarnos o revisarnos por algún lugar, o por lo menos, dejar una huella hermosa.
Las canciones tienen que servir para comunicar algo importante, que sea necesario decirlo ahora. También pueden ser un homenaje a un autor o a un intérprete, pero nunca puede ser una canción de paso, para llenar un espacio o para hacerme notoria. La selección no va por ahí.
En una ocasión dijiste que prefieres que el tema te aporte como ser humano y te motive. ¿Qué representó para tu carrera “Alcé mi voz” y los lauros que vinieron después?
Cada vez me gusta más esa canción. Cuando la hicimos yo tenía un poco de temor por la cantidad de metáforas y riquezas de imágenes que posee; además unida a un guaguancó supuse que no fuera muy comprendida. Pero este es un país de mucha cultura y la gente sabe que tiene que escucharla una y otra vez, porque te atrapa.
Tengo mucho que agradecerle a Lucas porque el videoclip de “Alcé mi voz” ganó dos premios en el año 2014 en las categorías de Fotografía y Música Tradicional y Folclórica. Eso me permitió hacerle un gran regalo al compositor Roly Rivera, quien me dio esa canción sin grandes expectativas y logramos que cada día gustara un poquito más.
Entonces, ¿prefieres más la rumba y el guaguancó que la canción?
No, tampoco es así. Soy una cantante que no tiene miedo a lo diferente y creo que con esta canción entendí mejor de qué van estos géneros. Te confieso que a mí me gusta mucho cantar la rumba y el guaguancó, los prefiero antes que la salsa.
Con el video del tema llegamos a muchos jóvenes y yo quiero estar ahí donde está la juventud, por eso me sentí tan feliz con su aceptación. Yo desconocía las potencialidades del videoclip. Por ejemplo, con Alcé mi voz atraje al 50 por ciento de la gente que hoy me sigue. La verdad es que el video le da un escenario a lo que planteas. Me lo decían muchas veces, y yo no les hacía caso, encerrándome en la excusa de que el video era para los jóvenes y que yo estaba muy vieja para eso. Que absurdo, el videoclip es un arma sumamente potente para todos los artistas.
En estos momentos estamos preparando dos videos, uno con el tema de la novela “Latidos compartidos”, probablemente con la dirección de Lester Hamlet, y otro dedicado a los niños. Siento que tengo una deuda muy grande con el público infantil y es que en mi corazón hay un pedazo que no dejará de pertenecerles. Tengo la necesidad de volverme a encontrar con ellos, ya no será dando clases sino cantándoles.
¿Cómo empiezas a trabajar con el grupo Reflexión?
Reflexión era un grupo de descargas de jazz que me presentó un amigo. Estuve valorando la posibilidad de trabajar con ellos hasta que les expliqué la necesidad de tener un grupo fijo, y ya vamos para seis años juntos. No nos hemos separados ni lo haremos jamás.
¿Cuánto ha aportado el grupo a tu formación artística?
Muchísimo. Partimos de que soy una cantante sin una preparación musical y ellos, además de compañeros de trabajo, son mis maestros. También son muy versátiles y pueden moverse de un género a otro con gran facilidad. Te puedo asegurar que no todos los grupos están preparados para el acompañamiento de un cantante. Con ellos me siento muy feliz porque hemos logrado una gran empatía.
¿Qué canción le falta a Ivette Cepeda por cantar para estar completamente realizada?
Espero que sean muchas todavía. Qué diera yo por estrenar una canción de Pablo o de Silvio, que la hicieran para mí. Cuánto daría por estrenar otra de José Luis Beltrán. Quisiera hacer un disco de Karel García, otro de Raúl Torres, uno para Marta Valdés. Este es un año en el que vengo con mucha ilusión. Ojalá sean muchas canciones las que lleguen.
Ivete Cepeda excelente artista, se presentó en lo escenarios de Placetas, y al público la gusto, pero la foto que utilizan para la entrevista me parece que esta desactualizada, se ve mucho más joven.Saludos.