La Academia Latina de las Artes y las Ciencias de la Grabación (LARAS por su sigla en inglés) homenajeó a nuestro Chucho Valdés al concederle el Premio a la Excelencia Musical.
Instaurado en 2004, en la quinta edición de los Latin Grammy, el notable reconocimiento se otorga, en palabras de la propia Academia en su web oficial “por votación del Consejo Directivo de La Academia Latina de la Grabación a artistas que han realizado contribuciones creativas de excepcional importancia artística en el campo de la grabación durante sus carreras.”
Junto a Chucho, lo reciben también el cantante español Django, el músico dominicano Wilfrido Vargas, el cantante boricua Andy Montañez, el cantante y compositor brasilero Erasmo Carlos y los mexicanos José María Napoleón y Yuri, única mujer en esta selección. El guitarrista argentino Horacio Malvicino recibió el Premio del Consejo de Dirección de la Academia.
Es, en efecto, el premio a la obra de toda la vida en el ámbito de la música latina que reconoce los Latin Grammy.
Chucho Valdés, premio a la Excelencia Musical en los Grammy Latinos
Con él LARAS ha distinguido a instrumentistas, cantantes, compositores y músicos productores con disímil alcance en sus personales aportaciones musicales, variada extensión de sus carreras profesionales, controversiales méritos y contribuciones, pero en la mayoría de los casos con fuerte impacto en el panorama y la industria musical de sus respectivos países y una relevante proyección internacional.
Al otorgársele únicamente a músicos vivos, se hace más notoria la ausencia de nombres que debieron ser reconocidos, pero que no vivieron lo suficiente para recibirlo.
El primer cubano en recibir el Premio a la Excelencia Musical fue el gran trombonista Generoso “Tojo” Jiménez, quien lo recibió viviendo ya en Miami. “Tojo” sumó a sus grandes méritos como instrumentista de excepción, haber sido el arreglista de la Banda Gigante de Benny Moré y uno de los músicos más versátiles y prolíficos de su época.
Aunque casi desconocida en Cuba, Graciela es probablemente uno de las voces femeninas más relevantes en la música popular cubana. Recibió este premio en 2006, que hizo justicia a su vida musical que comenzó en el Septeto Anacaona –su voz aparece en las únicas grabaciones que se conservan de aquellas orquestas femeninas que hicieron furor en los Aires Libres de Prado en los años treinta y cuarenta- y tuvo su punto de mayor esplendor en la banda de Machito y sus Afrocubans, junto a Mario Bauzá, con una prolongada y triunfante carrera, en la que paseó con iguales ganancias lo mismo el bolero, la guaracha, el mambo o el son.
En 2007 fue Olga Guillot. Con una prolongada y exitosa carrera, es obvio decir que ella ha sido un ícono del bolero, para muchos, la más universal y la que con mayor éxito paseó las obras de nuestros más renombrados compositores del género, con impacto no sólo en el público sino también, y de modo significativo, en la industria musical.
El percusionista Cándido Camero, lo recibió en 2009 en reconocimiento a su labor con las congas en formatos de jazz en Norteamérica con afamados músicos, su extensa hoja de grabaciones y discos y su prolongada presencia en los escenarios. Muy bien que en su persona se haya homenajeado a ese importante grupo de cubanos que revolucionaron la percusión en el jazz y la música latina en Estados Unidos.
Las Hermanas Márquez, un trío de muchachas que con sus guarachas hicieron época en las décadas de oro de la radio cubana y del cine mexicano, desaparecieron de la vida musical cubana al emigrar y décadas después fueron rescatadas para un emotivo disco producido por Paquito D’Rivera, recibieron, ahora como dúo, el Premio a la Excelencia Musical en el año 2010.
El cantante y compositor Willy Chirino se haría acreedor al galardón en 2014. con una obra que décadas atrás tuvo amplia difusión en los sectores latinos en Norteamérica y, cuyas grabaciones circularon de mano en mano en el underground cubano, con un éxito popular que no necesitó de los medios masivos de difusión.
Debieron transcurrir 9 años para que un cubano residente en la Isla, fuera considerado merecedor del Premio a la Excelencia Musical: fue, con enorme justeza, Juan Formell, el fundador y líder de Los Van Van, que lo recibiera de manos de Johnny Ventura en el año 2013.
Le seguirían, en línea de merecido elogio Pablo Milanés en 2015 y ahora, en 2018 Chucho Valdés.
Que Chucho haya recibido el Premio, de manos de Neil Portnow, Presidente de la Academia Nacional de las Artes y las Ciencias de la Grabación (NARAS, lo que conocemos como “los Grammy americanos”), y de su compatriota y amiga Omara Portuondo, y que lo reciba justo en la edición de los Latin Grammy en que fue asombrosamente excluída la categoría de Jazz Latino, además de una paradoja, resulta la constatación de un reclamo que felizmente ha sido escuchado.
El jazz latino es parte inseparable de la historia de la música de esta parte del mundo donde se habla español y portugués, y como tal, el error ha sido enmendado y se ha restablecido la categoría excluída gracias a la gestión proactiva de muchos jazzistas de origen latino. La propia vida profesional de Chucho Valdés, un jazzista, con una obra extensa, profunda, que exhibe ya varios standars de absoluto e incuestionable reconocimiento, y con una proyección que es ya mundial, da fe de la trascendencia del género y de lo profundo de sus raíces también en Cuba.