La gira de Silvio Rodríguez por barrios habaneros no termina

El volumen Por todo espacio, por este tiempo, que recoge más de 200 fotos y 36 crónicas de la gira que comenzara el cantautor cubano Silvio Rodríguez por barrios de La Habana el 9 de septiembre de 2010, ya está a la venta.

Con la coautoría de la periodista Mónica Rivero y el fotógrafo y realizador Alejandro Ramírez, Por todo espacio, por este tiempo tiene como protagonistas “a la vecinería más humilde de este país que asiste a los conciertos de Silvio”, según dijera la periodista Rosa Miriam Elizalde, al presentar el libro el pasado viernes en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba.

Ya son más de 56 los barrios habaneros a los que Silvio y otros artistas como Omara Portuondo, Polito Ibañez y algunos otros han ido a ofrecer conciertos. Todos estos barrios, entre los que se cuentan algunos como El Fanguito, Atarés, Pogolotti y otros, están unidos por la marca de la desatención y la escasez de propuestas culturales.

En el momento de terminarse la edición de Por todo espacio…, ya se habían hecho 44 conciertos en la misma cantidad de barrios. La gira ha continuado por más de 56 lugares. Y parece que no terminará pronto.

Mónica Rivero dijo a OnCuba que Silvio no tiene planificado un fin para esta serie de conciertos.

“Silvio dijo que él solo estaría satisfecho con la gira y la terminaría cuando sintiese que las condiciones que lo motivaron a hacerla ya no están. Y que él no piensa que eso vaya a pasar en un período corto de tiempo”, indicó.

OnCuba conversó con Mónica Rivero y Alejandro Ramírez, autores del volumen, para tener detalles de lo que este recoge y del documental sobre la propia gira que Alejandro Ramírez estrenará el próximo 28 de agosto en el Cine Chaplin.

Mónica Rivero

¿Cómo fue la experiencia de estar cerca de historias de vida tan complejas y querer escribir sobre ellas?

Es difícil este trabajo. Uno siente pudor en preguntar determinadas cosas a la gente en los barrios y en mostrar algunas vivencias y algunas anécdotas que te cuentan allí. Porque sobre todas las cosas, cada historia tiene detrás un rostro humano, y creo que eso uno tiene que cuidarlo y respetarlo.

Siempre le dimos información a la gente de para qué estábamos buscando sus testimonios. Al inicio del libro yo hago una especie de declaración de principios, en la que digo cómo voy a asumir hacer el cuento de todo eso.

No quería decir de ninguna manera que Silvio estaba llevando la luz a estos lugares “oscuros” y “apartados”, de gente “bruta” y “salvaje”, lo cual tiene que ver mucho con el estereotipo de esos barrios. En esos lugares hay gente muy interesante. Y hay fenómenos muy complejos.

El profesor Daniel Salas me dio para esto una pista que me ayudó mucho. Me sugirió una ruta, que era ver a Silvio devolverle a esos lugares algo que en realidad salió de ahí mismo. La tradición de la música popular cubana sale de entornos de este tipo.

El propio Silvio nació en un barrio pobre de San Antonio de los Baños, creció en Centro Habana, un municipio en ruinas. De esta realidad sale también la música de Silvio, que él fue a devolverle a esta gente.

¿Silvio te dio alguna idea para el trabajo mientras tú escribías?

Silvio respetó mucho nuestro trabajo. Se leía las crónicas como cualquier usuario de los sitios en los que se publicaban. En algunas ocasiones comentó algún trabajo. Otras veces nos hacía saber cuándo alguna historia le llamaba particularmente la atención.

Tuvimos dos entrevistas con él durante el proceso de escribir las crónicas, y siempre le pedíamos una especie de introspección para llegar al por qué estaba haciendo eso, qué sentía, qué había cambiado en él durante el proceso. Y eso también está recogido al final del libro.

¿Qué barrios te marcaron más?

Atarés (en el Cerro) fue muy fuerte. En otros barrios que están alejados del centro de la ciudad hay un tempo más rural, hay quizás un poco más de inocencia, un ritmo de vida más suave. No sé. Es una percepción. Pero Atarés era muy agitado y muy violento.

Miraflores en Boyeros también fue intenso. Hay una energía muy cargada. Esto es por decir un par, rápidamente, pero ya han sido 56 barrios.

Sería tonto decirte que a la gente allí no le interesa la música de Silvio, pero está claro que no es la generalidad que el cubano (no ya en un barrio marginal sino en su vida cotidiana) se ponga a jugar dominó o haga una fiesta en el barrio con este tipo de música. ¿Qué interés real percibiste en los barrios hacia la música de Silvio?

Más que la música está el hecho de que monten un escenario en sus barrios y les den un concierto. Para ellos era una sensación de visibilidad muy grande. La gente te decía todo el tiempo: “Se acordaron de nosotros”.

A esto se suma el hecho de la personalidad que es Silvio Rodríguez, una de las figuras más importantes de la cultura cubana.

Por otro lado, aunque Silvio no es precisamente un cantante de música popular, pues Silvio forma parte ya de otra cosa, de otro circuito en la identidad del país, es difícil encontrar a alguien que no conozca al menos una canción suya.

Alejandro Ramírez

La gira ya estaba documentada en un libro. ¿Por qué la necesidad de un documental?

Son lenguajes completamente diferentes. El libro es un conjunto de crónicas de Mónica Rivero y un conjunto de fotos mías. Pero el audiovisual le dará mucho la palabra a la gente. Permitirá ver en movimiento, y no ya en un fotograma fijo o en papel, la realidad de las personas en esos lugares.

¿Cómo complementa el documental el proceso creativo en torno a la gira?

El libro y el documental son diferentes, aunque se complementan bastante. El documental tendrá historias de vida pequeñas y fugaces que en el libro no están contenidas. Pero ambos productos buscan más bien no solo documentar la gira sino mostrar las causas por las que Silvio decidió hacerla.

Esta gira se comenzó y aun se realiza por barrios considerados como los más desatendidos de La Habana. ¿Cómo ponerles la cámara delante a personas de las que estás retratando también su miseria?

Ciertamente son barrios bastantes desfavorecidos en La Habana. Ponerles la cámara delante a las personas que viven ahí se logra entrando en su mundo con la mayor sencillez, y con la mayor naturalidad.

Por otra parte, esas personas están muy ávidas de contar su realidad. Yo a veces digo que este va a ser un documental de catarsis, pues la gente escupió muy bien su realidad frente a la cámara después de haber tenido unos primeros contactos con ellos.

Salir de la versión móvil