Quiero de ahora en adelante, que en cada esquina de la casa, seamos amantes principiantes, que aprenden a multiplicar, cantó Maridalia Hernández y el público habanero que la fue a escuchar anoche, a la sala Covarrubias del Teatro Nacional, no hizo más que ovacionarla.
Maridalia, con un carisma sin par y un poder de comunicación que entusiasmó al auditorio, regaló así Para quererte, una canción que “le piden tanto”, que ya ni se acuerda y que siempre pretende borrar de la lista de actuaciones, pero que alguien la menciona y debe «interpretarla con mucho gusto». Es que ese tema ha marcado su carrera artística, que data de 32 años, y con él ganó el primer premio en el Festival Viña del Mar (Chile), en 1986.
Sin embargo, la cantante dominicana quiso hacer un repaso de su vida profesional en la isla antillana. Esta es una tierra musical y deseaba mostrar aquí su voz “enrolada” en el repertorio cubano, de ahí que obsequiara un Drume negrita, de Eliseo Grenet, en la que la vimos en una versión muy personal y contagiosa; Vamos a ver, de David Torrens; y A puro grito, de Amaury Gutiérrez. Esta última pieza forma parte de su disco Libre, que también promocionó en La Habana.
Su contacto con los cubanos fue mágico además, y por eso quiso invitar a un virtuoso de la guitarra, el maestro Rey Montesinos, para que la acompañara en dos boleros: Honor a la verdad y Hiéreme. Mientras, que de Adalberto Álvarez interpretó una versión de A Bayamo en coche, que ella prefirió llamar A Santiago en coche, para reverenciar a la ciudad que la viera nacer, Santiago de los Caballeros.
De los afamados merengues de su país, Maridalia se trajo Moriviví, a la vez que evocó, en una combinación de ese ritmo de su país con el flamenco, a la obra de Camarón de la Isla, Vivo enamorao.
Momentos especiales de la noche lo constituyeron su unión a su coterránea Sonia Silvestre; y también la interpretación de esos sencillos que inmortalizó junto a Juan Luis Guerra y la orquesta 440. De su estancia en esa agrupación recordó Amor de conuco y el clásico Ojalá que llueva café.
“No saben la emoción que una siente al estar aquí”, había dicho al comenzar la velada Maridalia, y lo reiteró casi dos horas después, cuando emocionada se despidió de una tierra que a la que sin dudas, volverá como prometió, para poder apreciar nuevamente su potente voz. “Estoy feliz”, afirmó, y con un ademán de despedida en su rostro dijo adiós a La Habana.