Ni congas ni trompetas

¡Se acabó la bachata en los estadios! Llegó la Federación Cubana de Béisbol (FCB) y mandó a parar. Tanto insistieron al respecto, que al fin y al cabo, han terminado por suprimir la música de las gradas de la Serie Nacional. Así lo aclara la circular número 4 del actual torneo en curso.

Cero congas, no más trompeticas insidiosas ni cornetas fustigantes, se acabó el pa-pa parara de nuestros estadios, uno de los motivos por los cuales los aficionados preferían soportar la odisea de treparse a una guagua para presenciar en vivo los partidos y no esperar a observar por TV.

Ahora los graderíos solo volverán a su estado de ebullición en los entre-innings, descanso por entradas y las salidas de los equipos al terreno. O lo que es lo mismo en el tiempo muerto, no hay momento más tedioso en el béisbol que el instante en el que los jugadores tienen que guarecerse en el dogout y el terreno queda en solitario, como un desierto, cuando no hay una bola rasgando la verde grama ni un bate surcando el aire en forma de swing.

No me imagino al Guillermón Moncada de Santiago de Cuba sin su contagiosa conga, sin esos negros empapados en sudor encaramados en las primeras filas de la banda de la derecha que empuñan tambores, corneta china y cualquier ingenioso instrumento que sirva para tocar y acompañar el sonido único de esa tierra. No hay manera de imaginarlo. Sin dudas le han arrancado el corazón al Guillermón y si se lo arrancan al Guillermón también se lo arrancan a Santiago y si se lo arrancan a Santiago también se lo arrancan a la Serie.

¿Y el Latino? Díganme del altisonante Latino, qué será del legendario estadio del cerro sin sus artistas aficionados que se aferran día por día a la barra del medio de tercera base donde vive por siempre enchapado en bronce ese dramaturgo de la escena que fue Armandito el Tintorero. Adiós a los coros y las canciones, a las improvisaciones que sacan, incluso, la sonrisa del rival del frente.

Los matanceros y su “Victoria de Girón”  deben estar pensando en lo mismo. Los cocodrilos han encontrado en sus hinchas una de sus armas secretas, el envión perfecto para que los discípulos de Víctor Mesa se sientan motivados en cada salida. El Sandino de Villa Clara ni hablar, el San Luis de Pinar por el estilo, en fin, mutis.

Según la página oficial de la Organización Mundial de la Salud“a partir de niveles de ruido de 60 dB se observan alteraciones en algunas hormonas, entre ellas la adrenalina y noradrenalina, que son potentes vaso constrictores y que en este caso aumentan sus secreciones”.

Habría que medir el ruido de nuestros estadios para saber si realmente los jugadores se sienten afectados. Espero que la FCB se haya tomado el trabajo de preguntarles al menos a algunos jugadores por la cuestión. Dudo que alguien haya declarado que le molesta la conga del Guillermón o las cornetas solitarias del Latino, realmente lo dudo, sino a ellos no se les hicieran la boca agua por clavar eternamente sus pinchos en estos estadios.

LIII SERIE NACIONAL 2013-2014 CIRCULAR Nº 4. 13 NOV. / 2013

1.- ACERCA DE LAS EXPULSIONES. Se aplicará  lo que está reglamentado, o sea pago de multa de 200 pesos cubanos por expulsión. Además, de acuerdo a la gravedad de la indisciplina, el atleta o directivo puede ser sancionado a uno o más juegos sin participar.

2.- REGULACIONES CON LAS CONGAS Y OTROS. Queda prohibida la música generada por Congas, orquestas y otros instrumentos musicales como trompetas durante el desarrollo del juego (Obviamente se exonera de ello los entreinnings, léase minutos de descanso por entrada y salida de los equipos al terreno). Las Congas están interfiriendo en la concentración de los jugadores, molestias constantes de la música sobre los dogouts no permitiendo, incluso, las efectivas comunicaciones de las direcciones de los equipos con los atletas en el terreno, afectando también en las transmisiones de la televisión y de radio.

Solicitamos apoyo y cooperación de las direcciones provinciales de deportes, comisionados y peñas deportivas para hacer cumplir lo reglamentado y desarrollar un buen espectáculo.

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