Supimos por Adonis González que no todo es hermoso de ser pianista. Algunos dedos, de tanto darle a las teclas, se pueden llenar de callos. Y si tocas en un piano muy rígido esos callos se pueden rajar, haciendo que los dedos sangren a veces encima de las teclas.
“Cuando uno está metido en la música a veces ni lo siente. Pasa un poco como con los bailarines, que de tanto pararse en punta les duelen los pies, pero ya están acostumbrados”, nos cuenta el artista santiaguero que en 2011 sería el primer cubano en lograr una nominación al Grammy Latino en la categoría de Mejor Álbum de Música Clásica, con Adiós a Cuba.
Este domingo Adonis tocó por primera vez en La Habana desde hacía muchos años. Invitado por la Orquesta Sinfónica de Cuba, se presentó en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional. Su aparición en los escenarios cubanos es siempre añorada.
¿Se siente capaz de interpretar cualquier pieza?
Esta es una profesión en la que uno siempre está aprendiendo, tanto artística como técnicamente. Yo creo que uno nunca llega a sentirse capaz de tocar lo que sea, sin tener problemas, o sin estudiar. Esta es una carrera que uno empieza desde muy niño, a los 6 ó 7 años. Y eventualmente después de estar estudiando 8 ó 9 años ya uno podría tocar el repertorio más complicado, técnicamente hablando. Ya uno habría desarrollado ciertas habilidades, como sucede en el deporte. Ya los músculos se habrían adaptado a hacer ciertas cosas. No me acuerdo del momento en que sentí que podía tocarlo todo. Y ni siquiera sé si puedo tocarlo todo. Yo hago lo que puedo.
¿Cuáles son esos repertorios más complicados que ha tenido que interpretar?
Este concierto de ayer fue uno de los más pesados. En términos de música, la palabra “difícil” es complicada de explicar, porque difícil es todo. Hay obras como el Tercer Concierto de Rajmáninov o el Segundo y el Tercero de Prokófiev que obviamente son complicados en lo técnico.
Hay otras obras que a simple vista parecen muy fáciles (como algunas de Mozart o de Bach), y realmente son muy complicadas. Porque no solo está la parte física, sino la parte intelectual y el terminado que uno le puede dar con el sonido o con la manera de frasear, con los conocimientos del estilo. O sea, no todo es la parte acrobática.
¿Usted es del tipo “intérprete aplicado”, que trata de interpretar lo más cercano posible a la partitura o es más experimentador? ¿Suele improvisar con frecuencia cuando toca piezas que no son suyas?
Yo improviso cuando hace falta improvisar. No todo repertorio se presta para eso. El improvisar es muy de los cubanos, sobre todo en la música popular. Y en la música de los compositores como Beethoven, Bach o Mozart, en su tiempo se improvisaba. Sobre todo Bach y Mozart eran tremendos improvisadores y hubieran sido tremendos jazzistas si estuvieran vivos. Pero hay conciertos en los que no tendría sentido la improvisación.
El tipo de música que usted toca y compone es evidentemente para un público muy selecto, un público que no es mayoría. Usted no toca música popular. ¿Por qué no haberse hecho pianista de una orquesta de música popular, digamos, como los Van Van?
(Risas) Bueno. Si hay que ir a ver a los Van Van, yo soy el primero en bailar toda la noche. Pero creo que uno tiene afinidades estéticas. Y a mí lo que me satisface hacer (no oír, porque yo puedo oír Rock, puedo oír a los Van Van, y adoro la música cubana en general) es la música clásica. Mi manera de ser va más en línea con las estéticas que la música clásica requiere.
Yo también he tocado música popular, y he improvisado. Pero hay tanta gente que lo hace tan bien, que yo no me considero un buen exponente de esa otra línea. Cuando uno es muy joven uno experimenta con todo. Yo toqué de niño en grupos de música popular en Santiago de Cuba.
Su disco Adiós a Cuba estuvo nominado al Grammy Latino en 2011 en la categoría de Mejor Álbum de Música Clásica. Es la primera vez que un artista cubano es nominado en esa categoría. Sé que nadie tiene una respuesta exacta para esto, pero ¿por qué cree que no nominan más a los músicos cubanos en esa categoría? ¿Es que no hay suficientes músicos buenos como para ganarse un Grammy en música clásica?
No. No. No. Cuba es un país de excelentes músicos, pianistas, solistas. Incluso puede darse el caso de que haya un muy buen solista y que la producción discográfica no tenga la calidad requerida. Realmente no sé. No me voy a meter en un territorio que no conozco.
Pero fue un honor grandísimo estar nominado al Grammy en esa categoría, cuando ese álbum realmente ni siquiera se grabó en un estudio. Es el audio del documental Adiós a Cuba. O sea, no tuvo el proceso del estudio en que se hacen diferentes tomas, en el que se edita. Se grabó el audio del video en un CD, se mandó, a ellos les gustó, y lo nominaron.
¿Cree que si ese material hubiera estado mejor acabado, quizás grabado en el estudio, se hubiera llevado el Grammy?
Quizás no hubiera sido entonces tan espontáneo y no hubiera gustado tanto. Quizás entonces no hubiese sido ni nominado. O quizás habría ganado el premio. ¿Quién sabe? Eso es un arma de doble filo. Pero cuando se graba así, se logra esa cosa espontánea en la que no hay repeticiones o edición. Lo que está es lo que está, y uno se juega la vida ahí.
Eso es lo mejor que tiene la música: que no es, por ejemplo, como las artes visuales, en las que si no te gustó el color lo puedes cambiar un poquito, darle más luz. El arte de tocar música clásica es algo que pasa en el momento. Y tiene que ser espontáneo. Uno toca algo en un momento, y luego vuelve a tocar lo mismo dentro de cinco minutos y ya va a ser diferente.
¿Hay buenos lugares en Cuba para tocar música clásica en cuanto a cuestiones como la acústica, y otras que son muy necesarias para ejecutar este tipo de música?
Lo único que tengo que decir de los lugares donde tocar en Cuba es que uno de mis lugares preferidos, que es la Sala Dolores de Santiago de Cuba, no tiene un buen piano. Eso lo digo y lo diré cada vez que me lo pregunten. El Amadeo Roldán también es un teatro excelente. No sé qué problemas tiene que está cerrado.
¿Cuánto cuesta un buen piano?
80 mil dólares, como mínimo. Y no hablo de los costos de importación, sino solo del piano. En algunos casos se puede conseguir por menos dinero, o a través de una donación
¿Qué piano tiene usted en su casa? ¿Cuál toca?
Yo tengo dos pianos. Pero generalmente uno toca el piano que está en las salas de concierto. Y por lo general el piano oficial de estas salas es el Steinway. Las marcas de pianos son como las marcas de carros, que todo el mundo quiere y tiene las mismas. Aunque hay diferentes marcas y modelos, que tienen variaciones en cuanto al sonido, la sensación física, la respuesta, o sea, si el piano hace rápido lo que uno tiene en la cabeza o hay que adaptarse a él. Lo importante de un piano es qué tan cómodo uno se siente tocándolo, y el sonido que produce.
Aparte de las cuestiones técnicas, ¿cuándo podemos decir que un pianista ha ejecutado bien una pieza?
Lo mejor es tener la mente abierta. Sentarse y ver lo que uno recibe. Si te gustó, probablemente estuvo bien. Probablemente.
¿En qué ciudades o regiones del mundo en las que ha tocado, ha sentido que el público es más adicto a la música clásica?
Si se trata de adicción, por supuesto que en Europa. Para ellos allá escuchar la música de Beethoven es como para nosotros oír la de Cervantes o Lecuona. Es música de su tradición. Es común encontrar a un taxista o a un trabajador de una farmacia que conozca piezas de Beethoven, porque son parte de su tradición, como nosotros conocemos Perla Marina o cualquier otra canción de nuestra trova tradicional. Lo que para nosotros es algo que parece antiguo, lejano. También he tenido muy buena respuesta en Alemania. El público latino es igualmente muy espontáneo.
Cuando se graduó del ISA, ¿hubo mucha gente de su generación que se dedicó a hacer música clásica luego, o la mayoría se fue a orquestas de música popular?
Hubo de todo. Yo diría que mitad y mitad. Algunos se fueron a orquestas excelentes o hicieron sus propias agrupaciones. Y otros siguieron el camino de la música clásica.
De mi generación Roberto Carcasés hizo su propia agrupación. En mi grupo de la Escuela Nacional de Arte también estuvo X Alfonso. Aldo López Gavilán, aunque no es de mi generación, creo que puede hacer las dos cosas perfectamente.
Yosvany Terry es un jazzista excelente, nominado al Grammy ahora. Él toca música clásica muy bien, pero prefirió el Jazz y es un gran jazzista. Cuba tiene eso: que en música la gente se da buena en diferentes ramas.
Mucha gente dice que Frank Fernández es un gran admirador de su trabajo…
Frank Fernández fue mi inspiración, yo lo veía en la televisión y crecí escuchando sus interpretaciones. Mi mamá era fanática suya; yo creo que le gustaba más como tocaba Frank Fernández que como tocaba yo.
Frank fue una persona que me ayudó y a la cual le agradezco mucho. Es un músico extraordinario. Ese es otro ejemplo de los que tocan música popular tan bien como toca música clásica. Creo que él me tiene cierta estima. Yo sí le tengo tremendo respeto, cariño y estima.
Usted vive actualmente en los Estados Unidos. ¿Cuál es su relación con Cuba, con Santiago, con el circuito de músicos o lugares de concierto aquí?
Actualmente trabajo en una universidad en los Estados Unidos. Esta es la primera vez que toco en La Habana en muchos años. He estado en Santiago de Cuba, y he hecho algunas cosas allá, pero es la primera vez que me invitan a tocar con la Sinfónica Nacional. Es como una reinmersión, como un regreso, y me da mucho gusto.
Conocí a Adonis en el ISA. Compartimos el mismo cuarto y la misma litera, en aquellos cubículos dormitorios donde descansaron tantos músicos en formación. Soy testigo fiel de sus grandes cualidades como ser humano, de su entrega al piano. Fue una estrella de mi generación, y es como muchos intuimos, una estrella actual. Es tan grande como sencillo, querido y admirado por todos sus amigos viejos y nuevos. Aquí le dejo mi abrazo de hermano.