El trovador Pedro Luis Ferrer comentó en sus redes sociales la posibilidad de realizar en Cuba “unos modestos talleres para trovadores”, un deseo que lleva tiempo “saboreando” aunque aclara que, desde luego, no serían “para aprender a ser trovador”.
La idea podrían interesar a cualquier artista o músico que “desee tomar conciencia o ampliar sus recursos en el arte de la canción popular trovadoresca”.
El trovador sustenta su interés en lo que llama el “metabolismo estético entre trovadores y sociedad” que se observa en la isla como “en muy pocos lugares del planeta”. Ese metabolismo, apunta, “persiste en los cubanos, incluso más allá de las fronteras de nuestro archipiélago”.
Además, “el quehacer cancionista histórico de la isla —sobre todo a partir del siglo XIX— ha creado un público que, por su parte, con su demanda creciente y dialogante, ha incidido en los creadores”.
Un Taller, no una Academia
Ferrer explicó que hace años fue convidado a una escuela de música de La Habana en el marco de un evento organizado por el guitarrista y colega Eduardo Martín. Entonces debió conferenciar acerca del “acompañamiento en la canción popular”, experiencia que dijo haber disfrutado mucho.
“Aunque jamás me las doy de ‛profesor’, sentí que los asistentes se entusiasmaron visiblemente al concienciar los diversos recursos acompañantes que suelo utilizar en mi quehacer.
“Mostré múltiples temas y desmenucé cada elemento utilizado y su procedencia, pues nuestra cultura musical está muy bien dotada de esencias que enriquecen la imaginación; por lo general, recursos instintivos y espontáneos del pueblo, que no suelen teorizarse demasiado”.
“Hablo de ‛taller’ y no de ‛academia’; encaminado al quehacer inmediato de cada hacedor”.
“Por mucha academia que respalde a un creador, el taller crítico de la inconformidad será siempre provechoso, en concordancia con tu sensibilidad particular”, escribió.
Presentaciones en Cuba
En mayo pasado, el artista de 72 años concluyó una pequeña gira que lo llevó a tres escenarios de Cuba.
Esas presentaciones comenzaron en la Fábrica de Arte, siguieron en el centro cultural El Mejunje, de Santa Clara, llegaron luego al emblemático Teatro Terry, de Cienfuegos, y cerraron en la sala Covarrubias del Teatro Nacional.
Pedro Luis Ferrer “abarrotado de cariño” en su cierre de gira en el Teatro Nacional
Acompañado de su hija Lena, el cantautor también se había presentado el año pasado en un par de conciertos en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.
El músico, que no se esconde las críticas al Gobierno cubano desde una postura cívica de tono conciliatorio, se ha convertido en una de las grandes voces de la tradición picaresca, aunque es dueño de una modesta discografía que no llega a la decena de títulos.
Nacido en el poblado de Yaguajay y con residencias en Miami, España y La Habana, entre los discos de Pedro Luis Ferrer sobresalen Espuma y arena (EGREM, 1987), 100% cubano (Carapacho Productions, 1994) y Rústico (Escondida, Ultra Records, 2005).