Zule Guerra tiene la certeza de que el jazz, género musical nacido en el sur profundo de Estados Unidos, aún tiene mucho que aportarle a la cultura cubana. Que el aprendizaje sería en ambas direcciones, porque no es la primera vez que esta sonoridad flirtea con los ritmos caribeños, y los resultados han sido siempre alentadores.
Entiende que llegar a un público amplio y diverso es un verdadero desafío, pero con su grupo Blues de Habana insiste, desde hace cinco años, en acercar a los dos países.
La propuesta musical de esta agrupación se acerca íntimamente a una tendencia muy actual en el mercado musical: la fusión de géneros. Y persigue formas muy contemporáneas que puedan cautivar, esencialmente, a un público joven, ávido de aires frescos en la industria cultural.
Es por ello que Zule ha hecho del NuJazz el eje de su carrera, y actualmente se encuentra muy enfrascada en promoverlo con fuerza dentro de Cuba, con aportes innovadores de ritmos cubanos que, a su juicio, son difíciles de eliminar de cualquier repertorio hecho desde la Mayor de las Antillas.
El NuJazz es la mezcla de elementos jazzísticos con diversos géneros musicales como el funk, el blues, el R&B, la bossa nova, la música electrónica, el world music, entre otros. Estos elementos requieren de improvisación, arreglo, estilo, estructura. Y lo más importante: en el NuJazz sobresale la canción, más allá del virtuosismo de cada artista o instrumentista.
“Yo pienso que el jazz y los géneros musicales cubanos han ido evolucionando de manera paralela, aunque algunos piensen lo contrario. Ha habido una constante influencia mutua: la música cubana ha favorecido el desarrollo del jazz y viceversa. Por eso no es difícil hallar un nexo, un punto en común entre la música contemporánea cubana y el jazz”.
¿Es un buen momento para fomentar el jazz en Cuba cuando se imponen otros estilos musicales en el mercado?
Creo que estamos en muy buen momento para el jazz cubano, porque los jóvenes de mi generación estamos trabajando y desarrollando una sonoridad que recupera cada vez más nuestro sonido autóctono. Ahí están los ejemplos de Alejandro Falcón o Gissy García.
Estamos buscando constantemente la originalidad y tratamos de recuperar nuestras raíces a través de una propuesta muy contemporánea, con estilos que se están desarrollando actualmente en el mundo. El jazz es multidisciplinario y se nutre de todo lo que sucede a nivel internacional.
Aun así, el jazz sigue estando a la zaga en el gusto popular de los cubanos más jóvenes…
Eso es cierto, pero yo tengo muchos puntos a mi favor. Por ejemplo, la letra que transmitimos en Blues de Habana tiene un mensaje que facilita la comunicación con el público. Nuestro esfuerzo constante de mezclar el jazz con otros géneros ofrece mucha frescura, y la imagen desenfadada que transmitimos puede llegar fácilmente a la juventud. Claro está: todo eso hay que hacerlo con mucha inteligencia.
¿Dentro de esas propuestas frescas y desenfadadas está el nuevo repertorio Huella de Vitrola?
Creo que sí. Para ese trabajo seleccioné piezas claves de la música cubana y latinoamericana que surgieron en la época del filin. Realicé varios arreglos jazzísticos muy actuales, y pienso que será una manera de acercarnos a la juventud y recuperar nuestra música. Pretende ser un audiovisual y quiero aclarar que no se trata propiamente de un disco.
Pero Blues de Habana ya tiene un disco
Tenemos un CD/DVD audiovisual que se llama así mismo: Blues de Habana, que obtuvo el Premio Cubadisco 2016. Es el resultado de un trabajo en vivo. No obstante, estamos trabajando ahora en un próximo disco, una producción de estudio que saldrá bajo el sello EGREM. Los temas son míos y este trabajo me permitirá lanzarme como compositora. También pretendemos hacer videoclips.
Tuviste la oportunidad de presentarte en Estados Unidos en 2015. ¿Cómo fue la acogida del público?
Esa visita surgió de una invitación del Centro Cultural Español en Miami. Estuve en esa ciudad y la experiencia fue muy bonita. Me sorprendió bastante que muchas personas del público me reconocieran. Muchos se acercaron para felicitarme y tuve la oportunidad de compartir escenario con el excelente jazzista Albertico Lezcay. Mostramos parte de su obra y de la mía, además de piezas musicales de otros grandes artistas como Moisés Simons y Margarita Lecuona. Después fui a New Orleans y pude conocer en profundidad sobre el surgimiento del jazz.
¿Cómo estas visitas a la cuna de este género enriquece el trabajo de ustedes?
Pienso que es muy importante que los jazzistas cubanos podamos ir a Estados Unidos y conocer las raíces de este género; pero también creo que los músicos norteamericanos deberían tener la posibilidad de venir a Cuba para comprender cómo nuestra música ha influenciado al género jazzístico. Debe haber una reciprocidad.
No obstante, esos intercambios deben sumar a otros países, porque el jazz ha estado influenciado por géneros de diversas partes del mundo, incluso de los árabes y de los indios. El jazz es creación constante, búsqueda, necesidad.
¿Es difícil ser jazzista en Cuba?
No es el género más popular. Es por eso que se vuelve aún más significativo el hecho de no olvidar nuestra idiosincrasia y nuestras raíces. Pienso que el músico que se inclina por el jazz, en cualquier parte del mundo, sabe y entiende que no se volverá famoso de un día para otro, ni dominará los récords de venta dentro de la industria musical, como puede suceder con otros artistas que defienden otro tipo géneros.
Además, en Cuba no contamos con un programa de jazz dentro de la academia que nos brinde las herramientas para poder desarrollar ciertas habilidades, como la improvisación. Y el músico que se interesa por este género debe ser muy valiente, porque no se trata de una música fácil. Pero la música fácil tampoco llena el alma. Aun así, siempre hemos contado con el apoyo de las instituciones culturales que han abogado y apostado por la proliferación del género en la Isla.
¿Qué te pareció que Cuba fuera sede este año del Día Internacional del Jazz el pasado 30 de abril?
Pienso que fue un bonito reconocimiento, porque la música cubana es un pilar importante dentro de la evolución del jazz. Pero en Cuba también hay otros escenarios, que nos han dado visibilidad dentro de la comunidad jazzística a nivel internacional como el Festival Jazz Plaza y el JoJazz. Yo misma obtuve un premio Jojazz en 2013. Este espacio ha sido cuna de muchos músicos que ya están consagrados en el mundo entero, como Yasek Manzano, Ernesto Vega, Alejandro Vargas, entre otros.
Creo que cuando a los jazzistas cubanos nos piden explicaciones sobre por qué apostamos por un género de raíz anglosajona debemos tener la conciencia limpia y saber que existe una imbricación constante entre la música cubana y la de Estados Unidos.
Recientemente se han abierto muchas oportunidades para los jóvenes jazzistas cubanos, y la divulgación del género se ha incrementado por los medios de comunicación, principalmente por la radio y la televisión. He visto cosas muy interesantes hechas por Harold López Nussa o Pachequito.
Después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos han venido a la Isla muchísimos músicos de jazz. ¡Y eso es muy bueno!
Hay una conexion entre el sur profundo digase Luissiana(New Orleans), Missisippi con Cuba al menos musicalmente,ya lo decia tennesse Williams, es el llamado Caribe estadounidense, no es casual que esos ritmos peguen y tengan raices aqui y alla, el jazz tambien forma parte de nuestra identidad cultural.