Hay meses en los cuales La Habana experimenta un fervor diferente, una dinámica distinta que inyecta un sabor nuevo a los amantes de las artes. Noviembre, llega para suplir hasta los gustos más exigentes si de la magia de la fotografía se trata.
La Fototeca de Cuba, institución que se dedica a la promoción e investigación de la fotografía, desde el 15 de noviembre de 1986 ha funcionado durante años como la protectora de un amplio legado de material fotográfico. Su labor ha sido también la exhibición de esta colección y la realización del evento Noviembre Fotográfico es una forma de honrar estos años de trabajo a través de la concurrencia de creadores cubanos e internacionales.
Convocado por la Fototeca de Cuba y el Consejo Nacional de las Artes Plásticas anualmente desde 2008 el Noviembre fotográfico incluirá muestras en diferentes centros expositivos habaneros. Los objetivos del evento son propiciar la reflexión y consolidar un cuerpo teórico que aborde la creación fotográfica, así como hacer convivir las diferentes tendencias coexistentes.
En esta cuerda se halla la muestra Luz de tu propia química, inaugurada recientemente en la Fototeca de Cuba. El carácter colectivo de la exposición viene a confirmar la diversa nómina de artistas que incursionan actualmente en la manifestación.
Ya sea desde el blanco y negro o mediante el color, las fotos se ciñen al mediano formato. Se constata la convergencia de poéticas de artistas más jóvenes junto a otros de una carrera más sólida como es el caso de Hander Lara, figura que hemos visto transitar con éxito de la escultura a la fotografía y de ahí a la instalación.
La fotografía sirve como terreno para la experimentación a partir de las posibilidades que ofrece la manipulación digital. Los discursos transitan desde piezas donde la propia manifestación se toma como ensayo-donde pie a obras muy abstractas como la serie Estudio para vestigios, de Alfredo Ramos-, pasando por la foto en su antiguo, pero siempre validable valor testimonial-desde sugerentes encuadres que ayudan a replantearse la relación entre los sujetos con sus objetos cotidianos y los espacios comunes, públicos, como en Ojo flojo, de Lisette Poole-hasta una arista feminista como se descubre en Pata de elefante, de Yoxi Velázquez.
Todo ello sin que se ausenten piezas que se afilian a una militancia hasta cierto punto comprometida con el presente actual que vive la isla. Es el caso de Moldes, de Geny Jarrosay y Océano rompiendo en mi litoral, de Hander Lara. En la primera, se muestra la boca de una persona que se halla abierta sosteniendo una cinta de video; en la segunda, se explota la relación a nivel de texturas que se establece entre un cobertor, una sábana, una casa de campo y el texto.
La obra de Geny Jarrosay parece describir un proceso que se repite una y otra vez. La boca alude directamente a la palabra, una palabra que nos presenta pregrabada en un casete de video. Por tanto, es predeterminada y repetitiva. Se nos antoja creer que el artista ilustra una retórica carente de vitalidad, un discurso vacío y la imposibilidad del sujeto de expresarse realmente debido a que sus enunciaciones son escogidas de antemano. La imposición de las frases hace que el acto de habla se convierta en un proceso estéril, vaciado de un contenido personal, de la libertad de expresión.
Océano rompiendo en mi litoral, de Hander Lara es una pieza que pertenece a su serie Land-scapes. La imaginación desobediente puede ser un puente entre la distracción y la desobediencia, es el texto que se encuentra inscrito en la obra. Para este artista la temática del viaje se ha tornado uno de los ejes temáticos más importantes de su poética. El viaje hacia otro lugar imaginado por el sujeto, un lugar que se concibe a partir de su condición de hombre-isla. Esta propuesta, sin lugar a dudas muy atractiva por el rigor formal impreso por el artista, se apoya en el texto. La grama se convierte en un soporte semántico en la estructura interna de la obra al exponer su carácter filosófico.
Océano rompiendo en mi litoral es una alusión a los escapes que la mente encuentra al contexto, a un espacio en que se vive y que, a la vez, nos es ajeno, provocando en el ser la necesidad de construirse un nuevo universo a partir de sus divagaciones mentales. En este momento de su carrera, el artista Hander Lara ya posee una sólida trayectoria. Esperamos ver más de su trabajo en el futuro.
Luz de tu propia química, entonces, es una muestra cuyo valor es precisamente su carácter compilador. La diversidad siempre implica comparaciones, estadios diferentes de búsquedas formales, de inquietudes temáticas y de maduración de las poéticas. Ello es natural y es bueno, porque lo homogéneo no es atractivo y además provoca un estancamiento. El Noviembre fotográfico continuará sesionando todo el mes. La invitación está hecha.