Cuando El Acompañante, tercer largometraje de Pavel Giroud, se estrene la primera semana de octubre en el Festival Internacional de Cine de Busán, Korea del Sur (BIFF), ya contará con varios reconocimientos en su aval. En Cuba podremos apreciarlo seguramente en el próximo Festival de Cine de La Habana, en diciembre.
El filme, protagonizado por Yotuel Romero (ex líder del grupo Orishas) y Armando Miguel (Conducta / Melaza), obtuvo en España el Premio Julio Alejandro de guion; la beca Fundación Carolina en la Casa de América de Madrid; el laurel de Ibermedia de coproducción; y más recientemente el galardón al mejor proyecto del II Foro de coproducción Europa-América Latina, en el Festival de San Sebastián, entre otros reconocimientos.
La película ambientada en los ochenta aborda una historia de amistad entre dos hombres con un objetivo común: cambiar el destino que se les ha impuesto. Personajes de ficción inmersos en sucesos fieles a la realidad de la época, que la cinta evoca. Todo comienza cuando se conocen los primeros casos de SIDA en Cuba: heterosexuales miembros de las fuerzas armadas. La obra narra la historia de Horacio Romero, reconocido boxeador, sancionado por dopaje, que tiene la posibilidad de redimirse socialmente trabajando en Los Cocos, el sanatorio creado por las autoridades cubanas, para internar a todos los portadores de VIH del país. De ahí los pacientes pueden salir solo una vez por semana, pero vigilados por un acompañante. Este será el nuevo trabajo de Horacio y de él dependerán las pequeñas libertades de Daniel, el paciente más conflictivo. Con Pavel, quien es noticia por estos días también por el estreno de Playing Lecuona, conversamos.
Otra película sobre el SIDA en Cuba ¿En qué te inspiraste fundamentalmente?
Cuando aparece el VIH en Cuba, que viene desde África, alojado en los cuerpos de los militares que fueron a expandir los ideales revolucionarios, a través de la guerra armada, en ese continente, se crea un centro de atención en una antigua casa de descanso del ejército, que a la postre terminó convirtiéndose en el sanatorio Los Cocos. Poco a poco este lugar se fue poblando de pacientes no militares, pero seguían bajo régimen de conducta militar. Solo podían salir un día a la semana, vigilados por un Acompañante y de los informes de este, dependían las futuras prebendas de los enfermos. Este contexto y personajes fueron el pistoletazo motivador para el filme.
¿Cómo surge la idea del argumento y luego del guion?
Estaba con alguien, que leía un periódico y le escucho decir, «pero a cambio de qué». No entendí hasta que leo el titular que anunciaba: «Cuba exhibe uno de los índices más bajos en el mundo de infectados por VIH». Acababa de terminar el rodaje de Omertá y nada de lo que tenía engavetado me motivaba suficiente como para emprender, algo tan desgastante, como una nueva producción cinematográfica. Aquella frase fue el detonante. Luego pasé poco más un año investigando antes de escribir la primera línea del guion, porque no sabía desde donde focalizar el fenómeno del SIDA en Cuba, que como todo en Cuba, se manifestó de un modo muy particular. Cuando en mis investigaciones aparece la figura del Acompañante, supe inmediatamente, que mi filme no trataría de un enfermo, la enfermedad o el sanatorio, sino que sería una aproximación a todo ello desde este personaje.
Hace unos meses me asegurabas que el conocido actor brasileño Lázaro Ramos sería el protagonista del filme porque no confiabas mucho en los actores cubanos ¿Cómo llegas a Yotuel Romero para este significativo rol?
Como sabes estuve en la búsqueda del protagónico bastante tiempo. Me cansé de buscarlo en Cuba y aposté por este conocido actor brasileño, mucho antes de que transmitieran en el país las populares novelas en que trabaja como Insensato Corazón y Dos caras. Debo decirte que trabajé previamente con un actor cubano tremendo y la única razón por la que no está en la película es porque por más que quisiera yo, la edad de estar sobre el ring había pasado hace rato para él y se hacía evidente en pantalla. Hubiera sido muy cómodo para mí que él hubiera sido mi acompañante. Lázaro es un gran actor. Se leyó el guion y se involucró de inmediato. Lázaro también nos daba la posibilidad de lograr financiamiento desde Brasil, donde es un actor muy prestigioso pero justo cuando estaba a punto de empezar la preproducción, le surge un problema familiar serio que le impedía entrenar como boxeador y como cubano. Se incorporaría al filme desde cero, sin previa preparación lo que decidimos podría perjudicar tanto al filme como a su carrera. Al irse Lázaro, se fue también el financiamiento de Brasil. Y entonces…apareció Yotuel Romero.
¿Cuál es la historia que propones con El acompañante? ¿Cómo la narrarías a un futuro espectador?
Te diré lo que digo siempre, no encuentro otra manera de contarla: Horacio Romero, el más grande boxeador cubano del momento, acaba de dar positivo en una prueba antidoping. Su castigo está en Los Cocos, un sanatorio bajo régimen militar en el que ingresan los enfermos de VIH de manera obligatoria y de donde pueden salir solo una vez por semana, vigilados por Los Acompañantes. Horacio será uno de estos y de él dependerán las pequeñas libertades de Daniel, el paciente más conflictivo. Los intereses de ambos chocan. Daniel quiere vivir sus últimos días en libertad y está dispuesto a todo por lograrlo. Horacio quiere volver al ring y para ello debe pactar. De lo contrario, le costará vencer esta pelea fuera del ring contra una clase de adversario para el que no ha sido entrenado.
Ha expresado que esta película va a ser una mezcla de Rocky con Alguien voló sobre el nido del cucú. ¿Por qué?
Porque ocurre en un sanatorio, hay un personaje conflictivo, hay un control extremo sobre los pacientes, pensar en la libertad es pecado. Todos elementos presentes en la cinta de Forman, pero también tiene la carga de testosterona de Rocky, incluso, la propia Rocky inspira a mis personajes, luego de verla en el cine juntos.
¿Qué principales diferencias apreciamos entre esta película y tus anteriores obras?
Es el mejor guion que he tenido en mis manos, sin duda. Ahora bien, las películas, más allá de cómo uno las conciba, tienen su personalidad propia. Tanta, que a veces te dominan y ellas solas se van acomodando. Tengo una voluntad estética que se encamina hacia un rumbo muy diferente al de mis anteriores películas. Es más cálida, más emotiva, más dinámica, pero todo ello desde el guion. Ya veremos cuando se estrene y ella misma determine su estadio.
¿Cuánto cree que ha influido su formación como diseñador y su incursión en el videoclip en su impronta creativa a la hora de enfrentarse al cine?
Debe haber influido, sin dudas, aunque solo soy consciente en el hecho de la organización en el proceso creativo. Creo que antes a tí misma te he dicho que escribir un guion y diseñar un objeto tienen mucho en común. Hay que visualizar el objetivo, encontrar las formas para lograr ese objetivo y despojarlo de todo lo que le sobre. El videoclip me ha ayudado, pero también me ha jodido un poco. En mis películas anteriores quise evitar tanto el tufo videoclipero que hay muchas escenas más densas e inactivas de lo que debieran. Fue consecuencia de mi lucha contra algo que se me da de manera natural, que es la síntesis. Sobre la incidencia del diseño en lo relacionado al equilibrio visual, el uso del color y otros elementos visuales, creo que eso es algo con lo que también naces. Encuadrar en cine es como componer en un papel y más allá de reglas existentes, que incluso se estudian, está tu condición natural de hacerlo. Es como el oído y el sentido del ritmo para un músico, lo tienes o no.
¿Qué podrías adelantarnos de Good morning teacher y de Pellejo, otros de tus proyectos más inmediatos?
Good Morning Teacher está aún en sala de espera. Tengo que volver sobre él. Es la historia de un profesor obsesionado con una de sus alumnas, menor de edad. Es una película sin diálogos ni música. Puro sonido. Pellejo es uno de los tres videos que he hecho para Los Carpinteros, el dúo de artistas plásticos cubanos. Forma parte de una colaboración que iniciamos con Conga irreversible. Pellejo es hermoso. Es una pareja que vemos envejecer en un coito. Es sexo explícito, pero no pornográfico. Una experiencia increíble. Pues a la hora de dirigir a los actores era como dirigir un porno, pero con una firme convicción estética de que no lo era, que era arte destinado a una galería. El trabajo con ellos ha sido una bocanada de aire fresco. Me dan una idea sobre la que soy luego bastante independiente a la hora de hacer la parte cinematográfica.