Conversé con Senel Paz la tarde trascendental en que Fernando Pérez aseguró, lapidario, que los cines se acabaron en Cuba. Para el realizador de Madagascar y Clandestinos, el concepto del espectáculo cinematográfico, la magia de la sala oscura, pasó a mejor vida, o peor, para ser más precisos. A su lado, Senel asentía…
Cuando le tocó hablar, el guionista de Fresa y Chocolate recalcó que el escritor no hace la película. “El buen guionista nunca escribe pretendiendo escribir una escena representable. El papel del escritor es construir al personaje con la suficiente hondura. Somos anónimos, pero nadie gana un premio de actuación con un personaje mal construido”, aseguró.
Aquella declaración de principios me recordó la entrevista con Jorge Perugorría, cuando dijo que Diego lo cautivó porque era un personaje maravillosamente escrito. Y Senel se esmeró, entre otras razones, porque Tomás Gutiérrez Alea premió su osadía de llevarle personalmente su relato El bosque, el lobo y el hombre nuevo pidiéndole que escribiera el guión para la versión fílmica.
Ya Senel había escrito el guión de Una novia para David, película con puntos de contacto con Fresa y Chocolate. Por suerte le gusta el perfil bajo, pues a pesar de la repercusión internacional que tuvo el filme, nunca lo defendió en festival alguno. Como Fernando, Senel piensa que una falta de ambivalencia daña al arte, pues se tiende a confundir el conflicto con los problemas, la censura se convierte en valor añadido y una propuesta puede ser osada, pero no profunda.
La gente aplaudió y se fue. Nos quedamos Senel, Eli y yo, veteranos de tres generaciones de sobrevivientes de F y 3ra. Sorbiendo un té frío bajo la pérgola del Centro Dulce María Loynas, compartimos viejas historias de beca, y conversamos de Fresa y Chocolate, 20 años después
¿Qué te inspiró el cuento inicialmente?
Yo no escribo por temas, sino por personajes. Los personajes te aportan el tema. Esa historia contiene personajes anteriores que estaban ya en mis libros, incluso en películas previas, así que fue una continuidad hasta llegar a Diego, que fue muy importante porque tenía otra voz, una gestualidad totalmente novedosa en comparación con lo que había escrito anteriormente.
Eso sí, una vez terminada la historia tuve conciencia de su fuerza, y mientras filmábamos la película sabíamos que los personajes eran suficientemente atractivos, que había una historia que iba a ser importante y un tema que de ninguna manera iba a ser indiferente para la sociedad.
A la vez, pensábamos que iba a entablar una comunicación, que era lo que más nos interesaba a todos. Era un tema difícil, y queríamos plantearlo para que fuera dialogado, para establecer una reflexión sobre el tema, y así ocurrió. Para nosotros fue una gran satisfacción que la historia en general y la película en particular ayudaran a desentrañar un tema tan sensible en Cuba.
¿Qué hay de ti en Fresa y Chocolate?
Además de mi experiencia de dejar mi pueblo y venir a una beca en La Habana a vivir en colectivo, está la experiencia de la mayoría de los amigos. Es una experiencia generacional, una historia que tiene que ver con quienes participaron en un proceso con virtudes y defectos.
¿Por qué le llevaste tu cuento a Titón?
Hay dos características fundamentales que se dan en Titón y en Juan Carlos Tabío: el sentido de lo cubano y el humor. En el cine de ambos hay una atención a la reflexión, de acercarse a través de la comedia a temas complicados y tratar de desentrañarlos. Por ejemplo, Diego provoca en David una indagación en la propia historia, en la propia realidad y en lo específico cubano. Es muy importante para un narrador la lectura que pueda hacer un director de un relato, y Titón era un hombre muy al tanto de la literatura. Le di mi cuento para que me diera su opinión, él lo leyó por la mañana y por la tarde me estaba llamando porque le parecía que había una película.
El guión fue más trabajoso de lo que había pensado al principio, a pesar de ser una historia narrada con sencillez nos demoramos bastante, fue bastante difícil conseguir los presupuestos.
¿Piensas que funcionaría una segunda parte de Fresa y Chocolate?
Yo no la he sentido y nunca trataría de hacer una segunda historia para repetir un éxito. Tendría que sentir la necesidad de los personajes y de algo nuevo para decir. Ha habido muchas propuestas de productores, pero no he encontrado la vuelta por dónde retomar esa historia.
¿Y ahora qué escribes?
Ahora trabajo en un libro de cuentos y en una novela. Pero Titón siempre me decía que nunca contara la película, porque siempre parece muy mala.