Laritza Camacho: “Me quedo con el teatro”

La actriz, locutora, autora y radialista rememora su trayectoria y revela detalles de su paso por la televisión, la pausa agridulce y el regreso a la pequeña pantalla en 2009.

Foto: Jorge Luis Coll.

Para pocos cubanos el nombre de Laritza Camacho Cabrera pasa inadvertido. Nacida el 14 de febrero de 1967 en La Habana, la artista y locutora es una de las voces más queridas de nuestra radio y televisión.

Desde su debut supo cautivar al público con la tríada de virtudes que componen su marca personal: talento, brío y carisma. 

Ingeniera industrial de formación, Laritza ha estado vinculada a la radio, la televisión, el humor y la literatura durante buena parte de su carrera. Muchos la recuerdan como el rostro del Canal Educativo 2 en el popular espacio Mediodía en TV

En cada paso dado en esta profesión, Laritza ha sabido pulir con maestría su trabajo. En su faceta como actriz, dejó una marca en la telenovela Bajo el mismo sol (2011), la serie policíaca Patrulla 444 (2009), Cuando una mujer y los humorísticos Al pie de la letra y Otto x Otto, entre otros.

En entrevista con OnCuba, la también autora de literatura infantil y hoy radialista en Radio Ciudad de La Habana rememora su trayectoria y revela detalles de su paso por la televisión, la pausa agridulce y el regreso a la pequeña pantalla en 2009. 

¿Siempre quisiste ser actriz o fue una sorpresa de la vida? 

Hay una historia muy linda que marcó mi vida y que nunca he contado. Cuando estaba en la primaria, un profesor que teníamos, Alfredo, salió del aula porque lo estaban llamando de la dirección. Los alumnos aprovechamos ese momento para bailar y tocar en los pupitres; yo incluso me subí a una mesa. 

No era mala estudiante, pero cuando suena una rumba cualquiera baila. El profesor, a su regreso, vio todo eso, pero no dijo nada hasta que terminó la clase. Pensamos que nos iba a regañar y fue todo lo contrario. Nos dijo que el grupo tenía dotes artísticas y que íbamos a aprovechar esas aptitudes para recaudar dinero para el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes (1978). Yo fui la moderadora de todas las actividades que se realizaron en el teatro de la escuela con ese propósito. 

De hecho, lo que me animó a becarme en la Lenin fue que existiera un bloque cultural que me permitía lo mismo apuntarme a clases de teatro, de danza que de pintura, y también impartirlas.

En mi tránsito por esa escuela vi un movimiento cultural impresionante. Había grupos de música, danza y teatro. Montábamos clásicos y obras de las tablas cubanas. En esa etapa hice La zapatera prodigiosa y Casa de muñecas. Llenábamos todos los lugares donde nos presentábamos.   

Foto: Jorge Luis Coll.

¿Durante esa etapa hiciste humor?

Siempre jugamos con el drama y la comedia. Soy de las que defendían en el Centro Promotor del Humor que como actores podemos asumir cualquier rol, fuera en uno u otro género. 

Estoy de acuerdo también con esa manera de pensar el humor como un género más cercano al teatro bufo, con personajes un poco caricaturizados, orientado a provocar la risa. 

Un actor debe estar preparado para todo: para hacer comedia o drama. Nunca me ha gustado limitarme. Los límites los pone la vida cuando no aparece un personaje o proyecto en el que puedas probarte, o cuando no eres capaz de gestionarlo, pero una siempre debe tener ganas de hacer.   

Siguiendo en la línea del humor. ¿Cómo llegas al staff del grupo Postdata?

Fue en 1993. Otto Ortiz, el creador de Postdata, estaba pensando en un grupo de seis personas. Quería que hubiera una persona negra y una mujer, porque tenía concebidos proyectos que incluían personajes así. 

Ulises Toirac le habló de mí, nos conocimos y conversamos durante su boda y de ahí empezamos a ensayar en un salón del Instituto Superior José Antonio Echeverría (Cujae). 

Después se sumó el resto de los integrantes. En la actualidad seguimos siendo amigos. Después de cerrar el grupo, cada uno ha escrito una “posdata” bien larga en el ámbito artístico y personal.    

¿Por qué se disuelve?  

Nosotros no teníamos problemas, pero sí dificultades para trabajar. La etapa en la que nos separamos fue difícil. No había oportunidades laborales. Todos teníamos otra carrera y las exigencias empezaron a cambiar; pero como seres humanos y en nuestra relación no teníamos conflictos de ningún tipo. No hubo un evento que propiciara la ruptura. Simplemente un día nos separamos, en 1998. 

En ese año no pudimos presentar ninguna propuesta en el Festival del Humor Aquelarre. Recuerdo que saqué un cuento que tenía y me presenté, solo por la nostalgia, porque no pudimos hacerlo como grupo.

¿Hacer comedia es más complicado que hacer drama? 

Depende. Cuando te empeñas en hacer algo que no va contigo no hay manera de que lo saques adelante. En cambio, cuando te sientes cómodo es fácil. A veces los artistas no sabemos escoger, pero si estudias y le pones empeño lo haces.

Foto: Jorge Luis Coll.

Otro medio importante en tu carrera ha sido la radio. ¿Qué lugar ocupa en tu vida? 

Empecé cuando estaba en Postdata. Otto Ortiz llegó un día con el anuncio de un curso de locución, y decidí cogerlo. Mi idea era vincularme con Radio Reloj para darle promoción a lo que hacíamos. Con la voz que tengo, ese programa no era el lugar ideal, pero no lo sabía. 

Pasé un curso de habilitación con mi maestro Nelson Moreno de Ayala, un hombre maravilloso capaz de enseñarte a partir de cualquier cosa. 

Cuando me gradúo me ubican en Radio Cadena Habana. Trabajé en el espacio Siete y treinta juventud; allí me fogueé y aprendí mucho. Pasé un curso de guionista y posteriormente me hice directora de programas. El mundo de la radio me enamoró. Es algo de lo que no puedes desprenderte. 

Transité también por Radio Ciudad de La Habana, Radio Metropolitana y Radio Taíno. Estoy abierta a todos los medios, pero nunca voy a abandonar la radio.

¿Cómo das el salto a la televisión y pasas a ser la imagen del Canal Educativo 2?

Entré al Educativo 2 en 2004. En esa época había un curso de técnicas de televisión para locutores en el que se hicieron rigurosas pruebas con cámaras. Los cupos eran pocos, y escogieron no solo a los que lo hicieron bien, sino a los que tenían a alguien que los entrara. Yo pasé todas mis pruebas bien y no me llamaron. 

Aunque no entré, esas pruebas de cámara quedaron grabadas. Meses después, cuando se arma la idea de crear el Canal Educativo 2, los organizadores van al Centro de Estudios del ICRT a buscar locutores. En este lugar les proponen que vean las grabaciones de los que habían aprobado el curso, pero ellos deciden verlas todas, incluida la mía. Así me seleccionan para ser la imagen del Canal Educativo 2.

Cuando Mediodía en TV decide personalizar los cuatro canales que existían entonces con locutores que los representaran, es que entro a formar parte del colectivo del programa.

¿Cómo resumirías tu paso por Mediodía en TV?

Todos nos llevábamos bien. Cada locutor representaba un canal y defendía su parte. En esa época estábamos Niro de la Rúa, Dahymy Crespo, Yumié Rodríguez y yo. Esta confluencia a veces era difícil, porque ninguno tenía exclusividad en la parrilla de programación. Sin ponernos de acuerdo tratábamos de que la gente pasara un buen rato. 

No queríamos que se perdiera el espacio del mediodía. Fue una etapa hermosa. Adquirimos popularidad y visibilidad haciendo una cartelera, algo muy raro en los medios de comunicación.  

Comentaste que salías del programa para dedicarte a escribir para niños. ¿Por qué dejamos de verte en este espacio?

Siempre soy honesta. Además de ese proyecto, había otras cosas que me impulsaron a tomar la decisión de irme; se estaba manejando una sustitución para mi rol. 

De hecho, sucedió una cosa extraña con el Educativo 2, algo que tampoco he dicho antes porque no aporta nada a mi carrera, pero hoy voy a esbozar la historia. 

Con la gente hay que hablar claro y de frente. Estoy en el grupo de fundadores del Educativo 2, y nunca he sido invitada a una gala por los aniversarios del canal. 

Puede que no me llames para ser la anfitriona, que no me subas a un escenario, pero al menos tengo que estar en el público. Si no lo han hecho, la que se equivocó no fui yo. 

Me llevo bien con mis equipos de trabajo; nunca he sido indisciplinada, soy profesional y cumplo con mis deberes. Por eso no sé a ciencia cierta qué pasó, tampoco lo quise averiguar nunca. Mi sustitución nunca sucedió porque me fui antes. 

Tenía otros planes; quería dedicarme a la literatura y a otras propuestas de trabajo que no habría podido asumir llevando dos programa diarios, que era mi rutina de entonces. Llega un momento en que las camisas empiezan a quedarte chiquitas; eso te da impulso para cambiar. 

En su momento dije al aire esa verdad y la voy a defender delante de cualquiera. Hacía tiempo que quería irme y dedicarme a otros proyectos, pero comenzaron a suceder cosas que me indicaron que ese era el momento de partir. Había cumplido un ciclo.

¿Mantienes contacto con los otros locutores de Mediodía en TV? ¿Después de tantos años conservan el mismo cariño?

Me llevo bien con todos. Yumié Rodríguez visitó Cuba hace poco y estuvo aquí, en mi balcón, porque no podemos dejar de vernos. Niro de la Rúa me sigue escribiendo con todo el amor del mundo. Abel Álvarez igual. Dahymy Crespo se despidió de mí antes de irse para los Estados Unidos.

¿Hasta qué punto es importante la complicidad entre colegas a la hora de desarrollar un proyecto?

Tiene una absoluta importancia en el resultado del trabajo. El equipo es imprescindible. Por ejemplo, en la radio: tengo un director y un realizador de sonido y siempre les hablo directamente a ellos. Si me atienden y no se ponen a hacer cualquier otra actividad entonces lo que estoy diciendo está funcionando y llegándole a alguien más. 

Tiene que haber complicidad. Si el realizador de sonido se equivoca, no puedo permitir que se cree un bache; entonces lleno el espacio con palabras. Si es al revés, y me equivoco yo, él lo cubre con el sonido. El equipo es importante.

¿Qué te motivó a escribir para niños? 

Siempre me ha gustado escribir. La literatura tal vez sea la faceta creativa en la que soy más tímida y ermitaña. Los escritores escriben para los demás, pero como siempre he sido una lectora ávida, no solo leo buena literatura, sino que eso me ha hecho ser extremadamente crítica con lo que escribo, tal vez por esa misma disyuntiva de escribir, leer y sentir que no tengo algo poderoso entre las manos. 

No te puedes comparar, porque los grandes son los grandes y tú estás haciendo un camino; eso se aprende con la madurez.

Escribir llegó a mi vida incluso antes del teatro, de la radio, la televisión y el cine. Pero ha recorrido un camino más largo y más profundo dentro de mí. Tengo un cuento publicado, Clásicos de hadas, que ha sido llevado al teatro y fue premiado en el Aquelarre (1998). 

Estoy trabajando en El capitán panza de palo, actualmente en proceso de edición.   

¿El teatro es el medio ideal? 

Si me das a escoger, me quedo con el teatro. No voy a dejar nunca la radio, pero el teatro es donde me siento particularmente bien. Tienes tiempo para crear el personaje, te retroalimentas enseguida porque el público está frente a ti.

La televisión, por otro lado, a veces me asusta. Muchas veces hay que repetir las escenas, no porque las hayas hecho mal, sino por problemas técnicos. Siempre tengo el temor de que no funcione y de que esa repetición le reste al trabajo en improvisación y pasión. 

Regresaste a la televisión en 2009, en el elenco de la serie Patrulla 444. ¿Cómo viviste esa experiencia?  

Fue gracioso, porque mi personaje tenía poca participación en la trama, pero aquello, mi regreso a la televisión, fue como una especie de noticia. El director, Roly Peña, me decía en broma que si llega a intuir ese revuelo me habría otorgado un personaje de más peso, porque mi presencia le estaba dando promoción a la serie. Tuvo impacto en el público. 

¿Qué te sedujo de la telenovela Bajo el mismo sol

Bajo el mismo sol fue un trabajo serio y hermoso. El director, Jorge Luis Alonso, estaba buscando a una locutora que pudiera actuar.

Él era el director asesor de Cuando una mujer. Me había visto en un capítulo y guardó mi nombre. Un tiempo después me llamó para proponerme un personaje en la telenovela. 

Durante la primera parte el personaje creció. Los guionistas le vieron potencial para que reapareciera en la tercera. 

Fue un proyecto bien hecho desde todos los puntos de vista. Se hizo un trabajo de presupuesto a punta de lápiz y dio buenos resultados. 

Se trabajó con mucha dinámica. Mientras se grababa una parte, los guionistas escribían la otra, tal y como uno tiene el concepto de las novelas de antes, cuando la televisión se hacía en vivo. Ese concepto se aplicó en esa producción y salieron cosas muy buenas. 

¿En qué debe enfocarse una actriz para que un director la vuelva a llamar? 

Esa mentalidad que desarrollan algunos actores de moverse a buscar castings tal vez yo no la tengo. Por trabajar en la radio estoy un poco aislada. 

Mi mantra para buscar trabajo, y para todo en la vida, es hacer bien lo que estoy haciendo en ese momento. Eso siempre te abre puertas. 

¿Qué cualidades hacen a un artista?  

En todos los ámbitos existen artistas. El artista tiene una visión, es capaz de ver la realidad tal cual es y tener perspectivas diferentes de las cosas. Es consciente de todo lo que acontece a su alrededor, pero al mismo tiempo cambia la dinámica de su entorno con su imaginación y su manera de ver la realidad. El artista es una persona que está todo el tiempo enamorada.

Tratándose de una profesión con tantas emociones, ¿cuesta no llevársela a casa? 

Antes me costaba, ahora no. Tenía un serio problema con esa frontera casa-trabajo. No solo me llevaba las emociones del trabajo a mi hogar, sino que me sucedía también el proceso inverso. No creo que tenga que ver con la profesión en sí, sino con esa forma que tiene uno de ser y con la madurez, que te la da el tiempo.

Foto: Jorge Luis Coll.

Actriz, locutora, escritora. ¿Qué te define mejor?

Comunicadora. Lo que hago es comunicar. Contar una realidad, un sueño que mañana puede ser verdad. 

¿Has ido siempre a contracorriente?

Siempre. No me quejo de mi vida. Volvería a vivirla muchas veces, aunque la mejoría un poquito. Todo lo que he hecho en mi trayectoria ha sido a contracorriente. Aquellas cosas en las que la gente pasa un poco de trabajo a mí me cuestan más. Mi carrera no es de 100 metros planos, sino de 5 mil metros con vallas. Esa distancia no existe en el atletismo, pero así ha sido mi jornada.

Cuando quieres cosas que son difíciles, la vida se te hace difícil. Cuando no eres una persona que acostumbra a callarse ante cosas que los demás dejan pasar de largo, te cuesta más trabajo llegar; pero no me arrepiento.

Mi camino puede ser más largo, pero no puedo acortarlo a costa de la gente. Cuando se trata de defender mis ideas y proyectos, e incluso los de amigos cercanos, me enfrento. Eso trae dificultades; son las vallas.

¿Una buena interpretación salva un mal guión?

Todo tiene arreglo. Cuando hay un buen guión casi todo está garantizado, eso es una verdad. Ahora, un mal texto no necesariamente es sinónimo de desastre. 

Se puede compensar con los actores, con la manera que tiene el equipo de verse, con un director que ve las dificultades del texto, con trabajos de mesa donde haya posibilidad de ser creativo y aportar. 

¿Has rechazado algún personaje?

Sí. Cuando el artista trabaja porque tiene hambre, la cosa no funciona. Sé que es un tema complejo y que no tiene una única respuesta. Los artistas hacemos concesiones en la vida, como todo el mundo, y eso nos lleva a asumir determinados roles.

He hecho gratis proyectos que me han gustado, y otros que han sido sencillos, pero me han dado buena remuneración. Creo que el proyecto tiene que atraparte.

¿Cuál ha sido el mayor giro que has dado en tu vida? 

Me paso la vida cambiando. Cuando trabajaba como ingeniera industrial en el Ministerio de Finanzas y Precios cumplía con todos los requisitos para pasar una maestría en España. En ese momento profesionalizaron el grupo Postdata y decidí quedarme en Cuba. 

¿Los medios de comunicación te han dejado amigos o tus allegados pertenecen a otros ámbitos? 

Esa es una pregunta interesante e importantísima para mí. Los amigos son esenciales. Yo estuve becada y los vínculos que uno construye en esa etapa son diferentes, se hacen parte de ti.

Cuando llegué al mundo laboral pretendía que todos mis compañeros de trabajo fueran mis amigos, y sufrí mucho por eso. No porque fueran malos, ni porque me traicionaran, sencillamente porque las relaciones son diferentes.  

Compañero de trabajo es una cosa y amigo es otra, el problema es tenerlo claro en tu mente, no pretender igualarlos. Cuando aprendí eso y pude delimitarlo fui la persona más feliz del mundo.

Nuestra carrera es muy competitiva, pero creo que hay espacio para todo el mundo. Defiendo mis lugares sin hacerle daño a nadie y sé levantar la cabeza para que nadie me haga mal. Creo que la gente es más buena que mala en todos los ámbitos.  

¿Disfrutas más improvisando o siguiendo un guión?  

Improvisando; me siento relajada, me encanta trabajar con directores que me dejen improvisar pero que me pongan límites cuando haga falta. Improvisar puede ser muy placentero, pero se te puede ir rápido de las manos si no estás bien dirigida. Algo que puede ser una cualidad se convierte potencialmente en tu peor enemigo. 

Hay lugares en los que se puede improvisar y otros en los que no. Interpretar un guión y apegarse al texto es algo maravilloso, porque cuando eres capaz de estudiarlo profundamente improvisas y te ajustas a él en la misma medida. 

El escritor te da todo lo que quiere para la trama, sin embargo, siempre hay algo oculto en la historia. El trabajo del actor, o el comunicador en sentido general, es revelarlo. 

El guión es una gran improvisación. La idea es ir probando cuál es el papel que mejor se adecua a cada texto.  

El mundo del arte es una combinación de…

De todo lo que existe. En él hay perseverancia, talento, oportunidad, suerte. Conozco personas perseverantes, disciplinadas y talentosas que no han tenido suerte en su vida artística.  

En ocasiones te preguntas cómo determinada obra no está en el primer lugar de las listas de popularidad del mundo. Sin embargo, ves otros casos de personas desorganizadas, sin método, a quienes por casualidad los encontró alguien, les dio una oportunidad y se posicionaron. 

Algunos, por el camino, estudian, se esfuerzan, desarrollan su talento; otros no y sin embargo marcan pautas y tendencias. El arte depende más de quien lo consume que de quien lo hace. El artista solo puede soñar su realidad y comunicarla, lo otro depende de muchos factores.   

¿Extrañas ponerte delante de una cámara?   

Claro que lo extraño. Me gustaría tener otro proyecto en televisión. Me gusta lo que hago, por tanto, no tenerlo es un problema. 

Uno siempre busca otras vías, no he dejado de hacer cosas, pero extraño trabajar en la pequeña pantalla.

¿Cómo ganar confianza en esta profesión? ¿De qué herramientas te vales?  

La confianza se adquiere trabajando, estando seguro de lo que haces. Para eso prepararte es importante; hay que aprender todos los días. La confianza te la da no desaprovechar nada de lo que te pasa por delante. 

Tienes que detenerte en cada cosa, porque en todo siempre hay un nuevo conocimiento oculto que hoy te puede parecer que no va a servir para nada, pero mañana te va a permitir comunicar alguna idea. 

A medida que aprendes ganas confianza para estar frente a un micrófono, interpretando un personaje, escribiendo un libro.

¿Las redes sociales son aliadas de los artistas? 

Sí, yo por ejemplo acabo de lanzar en las plataformas un personaje, Minerva la del collarín. Tiene una larga historia. La primera idea surgió durante un ejercicio de un curso de verano en la Universidad de las Artes (Isa). Desde ese momento empecé a pensar en una mujer que usara una minerva. La idea surgía a cada rato y nunca la materializaba, hasta que llegó este momento, que creo que es ideal para ella.   

El humor que hace Minerva es crítico. A través del personaje cuestiono lo que está mal. Los artistas somos responsables de visibilizar todo lo que pueda mejorarse en nuestro entorno. 

El arte sirve para que las personas vayan de un lugar a otro y que esas realidades sean posibles. Escogí el humor y las redes sociales para Minerva porque es una herramienta para llegar rápido adonde quiero. 

¿Qué palabra eliminarías del diccionario?

Mentira.

¿A qué virtud se le da demasiada importancia?

A la belleza. Siempre es efímera.

¿En qué trabajas actualmente?

Estoy vinculada a Radio Ciudad de la Habana. Allí soy directora, escritora y locutora. En ese medio lo hago casi todo. Tengo un programa que me gusta mucho, Mientras La Habana duerme. Me permite hacer cosas diferentes y me ha dado muchas alegrías. 

Formo parte de Cuentos para despertar, un espacio radial para los niños donde narro cuentos y hago todas las voces de los personajes. Participo también en la revista cultural Domingo a las 11, así como en Buenas noches ciudad y en Crónicas de la historia. Todas por esa emisora. 

Después de una ardua jornada ¿haces algo especial para relajarte? 

Me encanta estar con mis mascotas, conversar, leer o escuchar música. Todas esas cosas son necesarias en este mundo. La música es imprescindible. Darme un buen baño y tomar café a cualquier hora.

Foto: Jorge Luis Coll.

Cuando te miras al espejo, ¿de qué te sientes orgullosa?  

El espejo siempre me devuelve una imagen con la que he estado de acuerdo en casi todos los momentos de mi vida. Si esta imagen no está equilibrada es una señal de que hay algo que debo cambiar. No es malo, sino una retroalimentación sobre los aspectos en los que debo enfocarme. Por tanto, el espejo es de gran ayuda.

No tengo problemas con las cosas que podrían hacerme querer tapar los espejos. Soy fiel a lo que me propongo. Mi reflejo me da pautas de cosas que tengo que mejorar. Me siento complacida con lo que soy y con lo que proyecto.

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