The Globe en La Habana, lo que recordaremos

Por: Lilián Broche

Un grupo de cómicos serían los protagonistas de una historia entretejida por él, para hacer confesar a su tío el asesinato de su padre, el Rey de Dinamarca.  Esta podría ser la fábula de la obra más famosa de William Shakespeare, solo tendríamos que centrar su argumento en el teatro como imagen de la vida. Para el dramaturgo el teatro precipitaba la verdad, era una forma de recoger los dramas del hombre en su relación con el mundo y consigo mismo. Con tal complejidad en lo estético y lo filosófico llega a nosotros, a 450 años de su natalicio, el autor más estudiado y amado por la escena occidental. Desde Londres y desde el teatro The Globe, espacio que vio por primera vez sus grandes obras, arriba al escenario del Teatro Mella una representación de actores que trae un montaje de Hamlet. Con solo dos funciones, el día siete de agosto se efectuaron las presentaciones a sala abarrotada de público. Solo que la puesta de los londinenses dejó una impresión descolorida y borrosa en la experiencia teatral de los espectadores cubanos.

Un repaso a la acogida de esta noticia por los medios de prensa nacional caracteriza este suceso, dentro de nuestro teatro, como “exitoso y único”. Sin embargo, creo que es justo reconocer las deficiencias del Hamlet, puesto que fue visible entre los asistentes al espectáculo las muestras de aburrimiento e incomprensión.

Es noticia el hecho de que Cuba sea uno de los primeros países de lengua hispana que The Globe visita, y además, el récord que podrían implantar llevando esta obra a todos los rincones del mundo, sin embargo como proceso artístico esta larga gira no tiene mayores resonancias estéticas.

Trabajar con un texto teatral con categoría de clásico siempre llama la atención por las expectativas que desata la curiosidad sobre los procedimientos creativos que definirán el resultado escénico. En este caso el grupo no opta por una actualización de la obra que modifique parcial o totalmente la estructura original, sino apuesta por un trabajo mimético que pueda crear la ilusión de presenciar un Hamlet isabelino. The Globe propone una puesta en escena que busca captar la historia del texto original como principal material. Se circunscribe el montaje a la relación de los actores dentro de una escena despojada de la decoración mimética, con un pequeño teatrino que abre y cierra sus telones para subrayar lo representativo y lo asumido como real. Esta disposición permite que toda la atención de la puesta se centre en lo expuesto por los actores. Luego dicha estrategia vuelve literal el trabajo de los intérpretes, se codifica cada acción a través de una consecución de peripecias torpemente coreografiadas a través de salidas y entradas de personajes. Solo importa lo que dicen y cuentan los personajes, no lo que si

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