Desde hace unas semanas, un peculiar músico anima con su arte las calles de la vieja Habana. Lo vemos cerca de las estatuas vivientes del Centro Histórico de la capital, sentado en un portal de la Plaza Vieja, o en algún tramo de la concurrida calle Obispo. Las personas se detienen a escuchar su música, a observar sus sorprendentes instrumentos…y cuando descubren que habla un español “raro” comienzan a preguntarle.
Se hace llamar Ananda Krishna y ese nombre artístico devela su carácter y su filosofía de vida. Ananda significa alegría, felicidad suprema y así se llamaba el primo hermano de Buda y uno de sus principales discípulos; mientras que Krishna, en hindú, es uno de los numerosos avatares del dios Visnú y, entre sus muchos significados se encuentra el de atractivo, pues se deriva de la palabra karshná (arar, atraer la tierra).
Actualmente este músico, nacido en Suiza, habita en una comunidad de Portugal, donde vive de manera alternativa, cosecha lo que come y emplea la energía solar. Y a ese mundo casi onírico, en estos tiempos de postmodernidad, es al que Ananda Krishna nos transporta con sus canciones. Para ello emplea su voz y mezcla las sonoridades de tres instrumentos: el Hang creado en Suiza en el año 2000, resultado de una investigación científica con acero y otros instrumentos de percusión resonante por todo el mundo, como el Gong, el Gamelan, el Steelpan, el Ghatam; el Didgeridoo, que consiste básicamente en un tubo de madera, el cual se hace sonar al vibrar los labios en el interior y es utilizado por los aborígenes de Australia; y el Shruti-box, hecho de madera y se emplea fundamentalmente para acompañar diferentes instrumentos clásicos hindúes.
Mostrando su arte en las calles, ha viajado a alrededor de 15 países, y por segunda vez en menos de un año visita a Cuba, en donde permanecerá hasta finales de febrero. La razón fundamental de este nuevo viaje, confiesa a nuestra revista, es la música y la cultura de la Isla. “Cuba está cambiando y las influencias positivas del mundo también pueden entrar aquí. Me encanta compartir con la gente, es una tierra muy tranquila, se ve a los niños jugando en las calles, se puede caminar bien tarde en la noche”, explica.
Krishna tiene entre sus objetivos aprender a tocar el tres cubano. Además, quizás por su andar en La Habana Vieja, dos importantes directoras que tienen la sede de sus agrupaciones en esta ciudad, lo han invitado a trabajar con ellas. Se trata de Zenaida Romeu con su Camerata e Isabel Bustos con Danza Teatro Retazos. Para este músico eso constituye un reconocimiento a su trabajo y una oportunidad única.
Sin embargo, asegura que su mayor satisfacción radica en las reacciones de las personas en la calle. “Se muestran muy abiertos por esta música más contemplativa, que llama a la meditación y que da energía. Quiero inspirar la espiritualidad de la gente, que se conecten con su interior, porque ese es un regalo de la vida que tenemos y muy pocas veces nos damos cuenta de él”, apunta.