Cuando se hable del tenis de mesa en Cuba, indiscutiblemente habrá que mencionar el nombre de Andy Mariano Pereira Diez (31 de agosto de 1989). No solo por el hecho de que el zurdo de oro del municipio de Marianao, en La Habana, esté a punto de empuñar raqueta en sus terceros Juegos Olímpicos, sino porque a sus casi 35 años de edad es referente en cuanto a constancia, disciplina y resultados.
Apodado “El duro”, entre otras cosas por su excelente condición física y la potencia que le imprime a sus remates —se le considera un jugador de ataque—, pudiera decirse que Andy y yo poseemos varios puntos de conexión: todo nuestro esfuerzo pasa por el bienestar de nuestros hijos y familia, los amigos ocupan un lugar especial en nuestras vidas y el deporte es como un elixir que no podemos dejar de beber.
Me remonto al lejano 2013, cuando me preparaba para el torneo de tenis de mesa de los I Juegos Panamericanos de la Asociación Internacional de Periodistas Deportivos (AIPS) y tuve la oportunidad única de compartir sesiones de entrenamiento con el equipo nacional de la disciplina, en el Cerro Pelado. Allí conocí más a fondo a Andy, Jorge Moisés Campos, Liván Martínez, Idalys Lovet, Leysi Jiménez, y todos los miembros de la preselección.
Desde ese entonces, Andy se convertía en una especie de bujía para todos: se exigía al límite, sobrecumplía con cada ejercicio, ya fuera físico o de técnica, y era a él a quien todos querían arañarle los sets en partidos de confrontación.
Ese ha sido su espíritu, el de un deportista que se ha entregado por tres lustros en cada partido como si en ello le fuera la vida, pese a saberse en una disciplina en la que el dominio asiático es irrefutable: 7 de los 10 primeros del ranking mundial pertenecen a ese continente, con Chuqin Wang (7925 puntos) a la cabeza.
Actualmente ubicado en el puesto 57 del escalafón global con 441 unidades, Andy tendrá net por medio en su debut olímpico en París este domingo a uno de los oponentes que considera de los más difíciles enfrentados a lo largo de su carrera, el brasileño Hugo Calderano (sexto-3545), a quien solo ha podido ganarle un set en 3 desafíos previos.
Sobre esta aventura olímpica y varios pasajes de su carrera y su vida, Andy conversó en exclusiva con OnCuba.
En el preolímpico de Lima alcanzaste tu tercera clasificación bajo los cinco aros. ¿Qué sensaciones te dejó?
Me dejó sensaciones encontradas. Después de logar la clasificación me sentí súper bien, pero antes era raro, pues prácticamente estaba clasificado por ranking. A veces por no tener tanta presión en el nivel que juegas durante un torneo te puede resultar complicado manejarlo. Tomé algunas decisiones descuidadas por no tenerlo todo en juego como otros competidores.
Eso hizo que cometiera algunos errores, pero en definitiva pude demostrar que todavía a mi edad estoy en un buen nivel dentro de la élite de América y que aún salen los resultados.
¿Cuál fue el partido o jugador más difícil enfrentado en ese torneo?
El de la final, había mucha presión. Enfrentaba a un jugador complicado como lo es el ecuatoriano Alberto Miño (77-283), quien me había derrotado 3-2 en el abierto de Singapur en marzo, y que además juega en la primera división de Francia a un nivel altísimo.
Salí a jugar, estuve debajo 1-2, logré empatar y en lo adelante empezó a prevalecer mi juego hasta el 4-2 definitivo. Fue un partido complejo tanto física como mentalmente. Miño es un jugador que no se rinde, con un sistema bien agresivo y que nunca se achica. A eso súmale la derrota el primer día frente al estadounidense 3-4, con 11-9 en el último set, pero eso fue en el arranque del torneo. Una final siempre requiere mayor concentración y los niveles de presión son sumamente altos.
¿Cómo ha sido tu proceso de clasificación y entrenamiento durante estos tres últimos años?
Diseñamos la preparación para intentar clasificar en los Juegos de 2024. Anteriormente, se nos pegaron los Juegos Centroamericanos y Panamericanos en un mismo año y sabes la connotación que nuestro deporte le da a las citas múltiples regionales. Esa coincidencia nos convino porque extendimos los ciclos y logramos mantener el nivel por un periodo de tiempo mayor. La intensificamos en esta etapa final, iniciado el 2024.
En mi caso, hasta contemplé retirarme después de los Centroamericanos de San Salvador. Jugué luego el Panamericano del deporte y allí, pese a no cubrir la mejor preparación, exhibimos el mejor rendimiento de mi carrera deportiva en el continente. Ganamos el doble y el doble mixto y mi plata individual me catapultó hasta el lugar 54 del mundo. Eso me hizo pensar en la clasificación olímpica por escalafón, y fue el empujón que necesitaba para continuar, además con grandes posibilidades.
A raíz de eso las autoridades deportivas y la Federación me dieron un apoyo increíble: incursioné en una Copa Panamericana en Estados Unidos, en el Campeonato Mundial en Corea del Sur, en febrero, me inscribí en tres torneos en marzo, y en otros tantos en abril, antes de llegar al Preolímpico. Diría que en materia competitiva me comporté como nunca, con la posibilidad de enfrentar a gran variedad de jugadores, muchos de la élite e incluidos en el Top-100.
Con 35 años, y muchos de ellos jugando fuera de Cuba a nivel de clubes y bajo el auspicio de diferentes becas de la Federación Internacional, ¿cuánto provecho le ha sacado Andy a todos estos escenarios?
Justamente esa ha sido una de las claves del nivel que he alcanzado y, hasta cierto punto, mantenido en mi carrera. Desde temprana edad se me otorgó una beca de la Federación Internacional de Tenis de Mesa (ITTF) con la oportunidad de jugar en distintos países europeos como Suecia, Dinamarca, Alemania.
El fogueo que me dieron torneos fuertes como Ligas de primera y segunda división, circuitos mundiales y Pro-Tour que se celebran con frecuencia mensual me sirvió de mucho, pues el nivel en Europa es sumamente elevado.
Esa fue una de las fórmulas, tener ese roce desde temprana edad y mantenerlo largo de mi carrera, al igual que Moisés, con quien he compartido muchos años en ese periplo por Europa.
Moisés, Daniela Fonseca… ¿Cómo es la relación con ellos y cuánto te han aportado en esta etapa juntos en el equipo nacional?
Con Moisés y Daniela sostengo las mejores relaciones. Moisés es mi hermano de causa, venimos juntos desde que iniciamos en cuarto o quinto grado en la EIDE José Martí, son más de 25 años juntos. Daniela es la más joven, pero convivimos un tiempo juntos en Alemania, mientras estuvo entrenando en el Centro donde yo practicaba.
Siempre la he apoyado, actualmente es el relevo del tenis de mesa cubano en ese nivel que hemos alcanzado. Compartimos juntos en el Mundial, la Copa Panamericana, y esta etapa juntos ha sido como el pase del batón. Les he mostrado cómo y dónde se debe entrenar para sacar el mayor provecho de nuestras capacidades y tratar de que el talento explote. Desde mi punto de vista ha sido una etapa bien bonita.
¿Qué jugadores se te han hecho más complicados a lo largo de tu carrera?
Han sido muchos. En 2013 me enfrenté a Chanqi Wang, actual número uno y quien entonces era el número seis. No entendí mucho su sistema de juego. Igualmente está Calderano, en 3 enfrentamientos solo he podido ganarle un set. Cuando nos medimos en la final de los Juegos Panamericanos se ubicaba en el cuarto lugar del mundo. Que yo recuerde de estos años, por su sistema de juego Calderano me resulta bien complicado. Tiene un saque muy agresivo y su revés es letal.
¿Cuáles consideras que son tus principales recursos como tenimesista? ¿Ser zurdo influye en alguna medida?
El más grande que poseo es el empeño y la dedicación que le pongo a las cosas, tanto al entrenamiento como a cada competencia. Uno sale a luchar desde el primer tanto. Y se trata de dar tu mejor versión, ganes o pierdas. Eso lo aplico desde las sesiones de prácticas.
Los cubanos somos atletas luchadores por naturaleza, y ese espíritu está impregnado no solo en el tenis de mesa, sino en cualquier otro deporte. En cuanto al sistema de juego, una de mis armas fundamentales es el saque y mi derecha, que por mi condición de zurdo ayuda bastante, pues constituye el revés para un mayor número de jugadores derechos. Incluso cuando me enfrento a zurdos me resulta un tanto más complicado.
Actual lugar 57 del ranking individual masculino, ¿a qué responde este renacer de Andy en el Top-100 individual masculino?
Nos ha tomado a todos por sorpresa esta ubicación en el 57 del ranking. La mejor ubicación precedente mía había rondado el 140 hace algunos años. Estuve incluso en el 54 y uno de mis sueños a lo largo de mi carrera deportiva siempre fue entrar en el Top-100.
El campeonato panamericano me otorgó 350 puntos y me catapultó directamente a esa posición. Llegó en un momento en el cual prácticamente no esperaba más nada del tenis de mesa, y cumplió uno de mis mayores sueños. Es un resultado que no solo me involucra a mí, sino también a mis compañeros de equipo, entrenadores, familia y seguidores del tenis de mesa y el deporte cubano.
Laurita, Mayté y Andrés: ¿Qué significan y cuánto representan en tu carrera y vida? ¿Cómo gestionas el pasar tanto tiempo alejado de la familia?
Mi padre, mi madre y mi hija son lo más grande que tengo. Desde que nació mi hija he multiplicado ese interés en dar lo mejor de mí, enfocado en ella, para que el día de mañana, cuando crezca y vea todas las medallas y trofeos que alcanzó su padre, todas las veces que su papá estuvo ausente y que no pudo disfrutar en directo de muchos momentos importantes para ambos, se sienta orgullosa y comprenda que valió la pena.
Es mi manera de justificar esa ausencia. Ella crece contenta y a veces me dice que quiere ser campeona como papá. Eso me reconforta y estimula mucho. La distancia nunca es fácil de superar, pero uno aprende a caminar con esa ausencia de la familia. Incluso en estos últimos días he sentido unas ganas muy fuertes de regresar y estar con Laurita y con mi familia.
Mi mamá y mi papá están más acostumbrados. Desde pequeño he pasado mucho tiempo fuera, y entiendo cuánto sufrieron ellos mi ausencia. Pero eso es parte también del sacrificio y esfuerzo de un atleta: convertir esa distancia en resultados y orgullo para ellos. Tener 3 participaciones olímpicas en este deporte es bastante difícil y tanto ellos como mi hija a su manera me lo expresan a diario. Esa es mi mayor tranquilidad y despeja cualquier cosa que haya podido cuestionar o poner en duda.
¿Consideras que el tenis de mesa cubano atraviesa por su mejor momento?
Atraviesa un gran momento. 2023 fue un año muy grande. Prácticamente barrimos en el evento del Caribe; dominamos los Centroamericanos y del Caribe, algo que desde Maracaibo 1998 no se conseguía; y luego ganamos 2 oros y una plata en los Juegos Panamericanos y culminamos segundos por países. Ha sido histórico.
Eso sin dejar de reconocer la contribución de las generaciones anteriores de tenimesistas. En parte nos vemos reflejados en esos rendimientos. A lo que se suma el esfuerzo de la Federación cubana.
Todo eso ha contribuido a que hayamos transitado por un gran ciclo olímpico, con las terceras participaciones de Moisés y mía y el empuje de Daniela en su segunda comparecencia.
Muchos dicen que el deporte cubano atraviesa una de sus crisis más fuertes. En tu opinión, ¿qué sucede, y qué crees se necesita para salir de esa crisis?
El deporte hoy en día se ha convertido en una industria muy lucrativa. Eso ha influido considerablemente en el desarrollo del movimiento deportivo cubano. Hoy día, no siempre el que tiene talento gana. En no pocas ocasiones prevalece que aquellos en los que más se invierte tengan mayores posibilidades de inscribir a sus atletas en torneos, poner la tecnología en función del crecimiento, la infraestructura y los entrenamientos… Es una estructura que requiere de mucha inversión y dinero y nuestro país, en medio de una crisis económica fuerte, carece de esas posibilidades.
La crisis que estamos enfrentando tiene un reflejo considerable en el deporte, esa es una variable fundamental. El desarrollo necesariamente conlleva una inyección de dinero y Cuba no cuenta con los recursos ni con los mecanismos para solventar esa realidad.
No es un fenómeno exclusivo del deporte, es una cadena en la cual muchos sectores importantes, por no decir que todos, están afectados. Nosotros en lo particular seguimos luchando, con fe en que algún día en el futuro las cosas y el país puedan mejorar.
Dos incursiones individuales previas, el número 49 como ubicación y maleficio. ¿Te sientes en condiciones de superar esa ronda inicial?
Los Juegos Olímpicos son un escenario bien difícil. Para nosotros ya el hecho de clasificar es algo bastante grande. Luchar un partido depende mucho del sorteo. Con un nivel de calidad tan concentrado, se trata de lucir y en la mesa se verán las cosas punto a punto. Hasta ahora en todas las participaciones del tenis de mesa cubano solo se ha podido ganar un partido, lo que da la medida de lo dura que es esta magna competencia.
Estos con certeza serían mis últimos Juegos. Toca salir a luchar, disfrutar y ver qué puede suceder. Los jugadores que hay entre los 64 clasificados en individuales son huesos duros desde el minuto cero.
Sé que le confieres especial importancia a la preparación física. ¿Cómo estructuras un día y una semana de entrenamiento?
La preparación física es un eslabón sumamente importante. En nuestra disciplina se han hecho cambios. La pelota es un poco más grande y pesada. Eso hace que viaje a menor velocidad. Lidiar con ella requiere de mayor condición física, sobre todo en el golpeo de la bola.
En esta última etapa hemos estado dedicando dos días de la semana al gimnasio, entiéndase fuerza (martes y viernes), otro día nos enfocamos en la rapidez y agilidad, y posteriormente vamos a la mesa.
Así se trabaja de manera general actualmente. Los partidos son de 7-4 y se pueden alargar, lo cual exige mayores capacidades físicas para aguantar y mantener el estándar elevado de juego.
¿Cuáles consideras que han sido el mejor y el peor momento de tu carrera deportiva?
Mejores momentos he tenido varios. En 2007 quedé tercero en la categoría Sub-18 en una de las paradas del Circuito Mundial, cuando pude imponerme a un jugador japonés y a un surcoreano. Luego, en 2010, me impuse en un campeonato de la Olimpiada del Deporte Cubano. Venía teniendo resultados, ganaba algún torneo doméstico, pero nunca había obtenido ese título de Cuba absoluto. Y por supuesto, mi primera clasificación olímpica a Londres 2012, un sueño de toda la familia y del tenis de mesa cubano, que desde Sydney 2000 no comparecía a ese evento.
El peor, realmente no tengo uno en particular. Pese a caer derrotado, si me exijo en la mesa, si luché hasta el final y di lo mejor, no me voy contento, pero esa entrega me tranquiliza. En Londres, luego de ganar un partido, perder ese segundo por barrida fue duro, me sentí mal por la gente, que en ocasiones se crea expectativas y quiere que todo el que compite en las Olimpiadas vaya en busca de una medalla o por una gran actuación.
Los comentarios y las preguntas me afectaron un poco. Por ejemplo, en los Centroamericanos de Veracruz 2014 perdimos la final por equipos con Puerto Rico y fracasé en un partido individual. Ese momento fue frustrante, en ocasiones los cubanos utilizamos la boca a la ligera y agredimos a los deportistas, pensando que somos invencibles y desconociendo que todos se preparan igual de bien o mejor que otros. La afición en ocasiones hace comentarios injustos y eso te afecta.
Por último, están los Juegos Panamericanos de 2019, cuando Moisés y yo íbamos ganándole 3-0 a la pareja de Brasil de Calderano y Gustabo Tsuboi y perdimos 3-4. Ahí nos sentimos muy mal los 2. Era como la perla que nos faltaba. Fue muy doloroso, pero cuatro años después pudimos sanar ese dolor.
Menciona las cinco cosas que más te gusta hacer, cuando no estás raqueta en mano.
Número uno indiscutible es estar con mi hija. Es lo que más valoro en esta etapa de mi carrera y vida personal. Número dos, jugar un poco de atari (videojuegos). Soy vicioso a esto de FIFA, el Dios de la guerra…; de tercero me gusta mucho montar moto, fregarla, tratar de arreglar algo, aunque no esté roto, sencillamente pasar tiempo ahí.
En cuarto lugar, compartir y pasar tiempo con la familia y mis amistades más allegadas, considero que es un tiempo de calidad que siempre te oxigena. Y como quinto me gusta intercambiar con la juventud, transmitirles que el camino no es tan fácil como se piensa, no solo por el hecho de clasificar a una Olimpiada, y ni siquiera lo digo por nosotros los cubanos, pienso en otros deportistas que ganan títulos y medallas a ese nivel. Considero necesario explicarles el sacrificio que se requiere para llegar a ser alguien en la vida.
No solo se trata de ganar y perder, hay que valorar muchas cuestiones, incluso desde la derrota. Si das el máximo de ti no puedes considerarte un perdedor en la vida, sino aceptar que el contrario fue mejor y prepararte para continuar enfrentando lo siguiente. Lo hago incluso en los entrenamientos con los miembros de la preselección más jóvenes.
Santo y seña
Andy es de esos deportistas que está consciente de sus capacidades reales. Junto a Moisés se ha convertido en el santo y seña del tenis de mesa cubano, con 3 participaciones bajo los cinco aros, superando a Marisel Ramírez, quien tuvo 2 incursiones en Barcelona 1992 y Sydney 2000 como parte de una disciplina que irrumpió en este panorama en la edición de Seúl 1988.
A propósito, Moisés y Daniela ya vivieron su estreno del doble mixto frente a los suecos Kristian Karlsson y Christina Kallberg, quienes hicieron valer su favoritismo y vencieron en 5 parciales (4-1). Karlsson fue campeón mundial en dobles masculinos en 2021 y bronce en el por equipos en 2018, en Paris 2024 comparece a sus terceros Juegos Olímpicos y su palmarés comprende ocho preseas en campeonatos europeos (1-2-5) y una plata en Juegos Europeos. Kallberg tiene 24 años, y se establecen en el noveno peldaño universal de parejas mixtas.
Tras la presentación de sus compañeros, este domingo, por esos caprichos del destino y los sorteos, a Andy Pereira le tocará medirse por cuarta ocasión con quien considera uno de los adversarios más rocosos que ha enfrentado en su carrera. Saldrá a luchar cada punto con el máximo de entrega, que siempre lo ha caracterizado por más de un cuarto de siglo raqueta en mano. Lo hará con la imagen de su pequeña Laurita en cada acción, la de sus padres y la de Cuba toda. Dejemos que la mesa de la última palabra.
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