No somos capaces de imaginar todos los misterios que se esconden detrás de las grandes competencias y sus protagonistas. A veces, alguna lesión, pérdidas familiares de última hora o la más impensada tensión extradeportiva, sacan de circulación a un atleta con posibilidades de lograr un buen resultado.
Lo más triste es que no se repara demasiado en esas cuestiones cuando el deportista cae derrotado. Al fanático, usualmente, solo le importa quién gana, sin detenerse en los diversos factores que influyen en el desenlace de cada certamen.
En el Mundial de atletismo de Doha, por ejemplo, si la discóbola Yaimé Pérez hubiera tenido un mal resultado, el instinto del aficionado cubano sería criticarla, cuestionarse por qué no logró su mejor marca en el evento cumbre del año. Pocos, en primera instancia, se hubieran preguntado si la santiaguera tenía algún problema.
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Y resulta que Yaimé sí pasaba por una situación límite, una dolencia en la espalda baja que estuvo a punto de privarla de participar en la cita del orbe qatarí, donde todos los pronósticos la ubicaban como favorita para subir a lo más alto del podio.
“Hace tres días sufrí una lesión, pensé que no me iba a recuperar”, dijo Yaimé entre lágrimas a la colega Eyleen Ríos, poco después de impresionar al mundo con disparo triunfador de 69.17 metros, conseguido en el penúltimo intento, casi a la hora de recoger los bártulos.
“Quiero agradecer al fisio Abdel Murguía, me ayudó bastante en la recuperación. Sin su apoyo nada de esto sería posible. Por eso corrí a las gradas a abrazarlo cuando acabó la competencia”, añadió al indómita, quien se reafirmó como la reina indiscutible del disco en el 2019, por delante de la también cubana Denia Caballero y de la estelar croata Sandra Perkovic.
Yaimé salió delante en otra calurosa noche en el Khalifa International Stadium, donde estampó un contundente 68.10 en su primer intento. Esa distancia la tuvo de líder hasta la cuarta ronda, cuando la villaclareña Caballero, bronce olímpica en Río 2016 y campeona mundial en Beijing 2015, se fue hasta 68.44 y subió a la cima.
“Yo sabía que podía lograr un tiro superior a ese. No estaba trabajando técnicamente bien y mi entrenadora (Hilda Elisa Ramos) me dijo que rotara y subiera la cadera y el disco. Me concentré y salió el disparo”, explicó Pérez, quien cierra un año glorioso, con los títulos de los Juegos Panamericanos y de la Liga del Diamante.
Detrás de la santiaguera se ubicó Denia, sobre quien existían múltiples dudas tras su pobre rendimiento en la lid multideportiva continental de Lima, donde culminó con un discreto 60.46 (cuarta posición).
“En Lima no sé qué me pasó. Ahora me concentré más y en todo momento tenía en la cabeza que sí podía hacerlo”, precisó Denia, quien no dudó en asegurar que la rivalidad con Yaimé Pérez ha mantenido con vida al disco cubano.
El inédito 1-2 de las cubanas y el desempeño de la multi laureada croata Sandra Perkovic (tercera con 66.72 y tres fouls en las rondas finales), abre una enorme ventana de optimismo de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio, donde Yaimé y Denia volverán a salir entre las más genuinas aspirantes al podio.
En el otro resultado de relieve para Cuba en la antepenúltima fecha del Mundial de atletismo, el saltador de altura Luis Enrique Zayas repitió la marca de 2.30 metros conseguida en la carrera dorada de Lima 2019, pero no le alcanzó para meterse en el podio.
El santiaguero culminó en la quinta plaza, superado por el ídolo local Mutaz Essa Barshim (2.37, altura que nadie había conseguido en el 2019), los rusos Mikhail Akimenko (2.35) e Ilya Ivanyuk (2.35), y el bielorruso Maksim Nedasekau (2.33).
“Estoy súper contento con lo que hice, he demostrado que puedo saltar estable sobre 2.30. Ha sido un privilegio competir alrededor de gente de élite como Barshim, una estrella que hay que seguir trabajando para superar”, apuntó Zayas, una de las grandes revelaciones del deporte cubano en el 2019.