Ausencias que lastran

José Miguel Fernández. Foto: cubanosomos.com.

José Miguel Fernández. Foto: cubanosomos.com.

A medida que pasa el tiempo, muchos aficionados pierden interés en la Serie Nacional de Béisbol, un espectáculo cuya calidad se resiente por el cuestionable arbitraje, y sobre todo por las ausencias de jugadores importantes que abandonan la pelota cubana en masa por diversas causas.

Matanzas, de golpe y porrazo, ha perdido a su línea central. Los primeros en abandonar el pantano durante el actual torneo fueron el receptor Lázaro Herrera y el jugador de cuadro José Miguel Fernández. Un hueco duro que causaron los primos, sobre todo el camarero afianzado como regular en la escuadra nacional después de su actuación en el Tercer Clásico Mundial, donde compiló para astronómico 524.

José Miguel debutó en la XLVII Serie Nacional e impuso un record para novatos en equipos matanceros al conectar 90 hits, y romper la cota establecida por Ariel Sánchez que era de 81. La gran explosión llegó en la XLIX Serie Nacional donde llevó la marca histórica de indiscutibles en el equipo Matanzas hasta 132 (sin incluir los 140 logrados por Wilfredo Sánchez en la temporada 1968-1969). Por su parte, Herrera era un receptor que cumplía y bateó para 288 en trece series con 89 jonrones.

Después llegó la ausencia de Guillermo Heredia, el hombre proa del Tercer Clásico Mundial, borrado del mapa por el propio Víctor Mesa. En la 54 SN tuvo un solo turno al bate y en seis campañas bateó para 291 con un OBP de 382. Su juventud pudiera llevarlo a un béisbol de mayor calidad.

La partida más sonada fue la de Dainer Moreira, que abandonó la escuadra cubana en San Juan, durante la Serie del Caribe. El guantanamero en ocho campañas y media se quedó a 33 hits de los mil. Su excelente tacto solo le hizo tomar 176 ponches en 3075 veces al bate. Hándicap para llegar a la gran carpa: la poca paciencia en el home (solo 120 boletos en su carrera) y los 30 años de edad. Mayor virtud: velocidad en las bases y excelente chocador de bolas.

Otro equipo desguarnecido por el abandono de sus figuras ha sido el campeón Pinar del Río. En solo mes y medio ha perdido a siete jugadores con importantes responsabilidades.

Los primeros en bajarse del carro fueron Julio Alfredo Martínez y Lorenzo Quintana pero ya sus carreras fueron analizadas en un trabajo anterior.

Después vendría, en San Juan, la salida del cerrador Vladimir Gutiérrez. Su juventud acompañada de una excelente velocidad y el palmarés de Novato del Año durante la 53 SNB deben abrirle la puerta de la gran carpa. Si a ello le sumamos que tiene como representante a la empresa Roc Nations Sports (patrocinadora de Rusney Castillo y Yoenis Céspedes) podemos augurarle un buen contrato.

También salieron de Cuba el utility Osniel Madera, el hombre que enrumbó el play off final de la campaña pasada con el memorable jonrón que lo dejó sentado en el home play, el novato Lázaro Alonso y el receptor Joel Rojas. Madera durante diez campañas jugó en cinco posiciones para un aceptable average defensivo de 975 y bateó para 290. Un pelotero muy útil para la causa verde pero que deja el béisbol cubano con 30 años.

El novato Lázaro Alonso mostraba buenos números en las pocas oportunidades que recibió. Con 87 veces al bate bateó cuatro jonrones con 19 impulsadas. Además su OBP de 494 fue excelente así como el 436 de SLU. Asignatura pendiente: el tacto. Los 19 ponches que se recetó en tan pocas comparecencias al home son demasiados. La condición de zurdo y su juventud pudieran avalarlo como un futuro MLB. Un caso parecido fue el del villaclareño Dian Toscano que ya firmó con los Bravos de Atlanta.

Increíble ha resultado la baja de Luis Alberto Valdés, capturado en un intento de salida ilegal tras llegar de su incursión en Puerto Rico. El torpedero deja la pelota cubana en su mejor momento cuando bateaba en la serie actual para un fenomenal 364 con asombrosos 413 de OBP y 543 de SLU. Si logra llegar a otros suelos pudiera demostrar su madurez como pelotero.

Otras ausencias notables han sido la del relevista artemiseño Yuniesky García con 19-9 y 19 juegos salvados en dos campañas y media. Se suman la del capitalino Víctor Muñoz, su compañero de equipo, afianzado como cuarto bate de los cazadores y el lanzador santiaguero Orlando Barroso, destacado pelotero pero con menos habilidades que los anteriormente analizados.

El alto número de jugadores que abandonan la pelota cubana lastra la calidad del torneo y reafirma la crisis en que se encuentra sumido el principal espectáculo deportivo del país. Y por lo que vemos, es una triste realidad que parece no tener fin.

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