Hay una rara especie que no muta con los cambios de atmósfera, y al volver de la gloria –esa tierra remota– continúa mirando con sus ojos de antes. Sin fruncir más ni menos el ceño. Estrechando la mano con los mismos dedos cálidos. Sentándose igual.
A esa especie pertenece el cubano en activo con más temporadas en las Ligas Mayores. Del Alexei Ramírez que salió de la Isla en 2007 al que ahora tengo enfrente, solo variaron el acento y, un poco más, el look. El pinareño lleva hoy la barba que marca tendencia en el béisbol. Unos grandes tatuajes batallan por hacerse notar en la noche cerrada de sus brazos. Dos aretes pomposos le maquillan las orejas. Enigmáticamente, en su cuerpo no hay una libra nueva.
He logrado llegar hasta él gracias a la bonhomía de Luis Giraldo Casanova, quien concertó el encuentro y ofreció su casa. Alexei me espera al fondo, después del pasillo lateral, casi al borde del patio. Lo primero que me llama la atención es que fuma. Lo otro, que sonríe con una timidez escolar. En voz baja, pregunta: “¿Demoraremos mucho? Es que dentro de un rato debo ir a entrenar”…
Ha sido Todos Estrellas, fue segundo en la votación del Novato del Año 2008,1 tiene dos Bates de Plata (2010 y 2014), ocho campañas en el mejor béisbol de este mundo, y parece pedirme el favor de no extendernos. “Lo que pasa es que nunca paro de entrenar; ni en vacaciones. Fuera de temporada, practico de lunes a viernes en Miami, y sábados y domingos corro en las mañanas”.
Mientras habla, yo pienso en Casanova –que está a unos pocos metros– y en el Niño Linares. Ambos tenían más condiciones naturales que Alexei, pero ninguno de sus 3 900 hits fue en Grandes Ligas, que es la Scala de Milán de la pelota. Pienso en ellos, mis ídolos, y siento que es imposible equiparar sus proezas con las de este moreno de cinco campañas de 15 o más jonrones, tres de 20 o más bases robadas y seis cursos seguidos superando las 150 salidas al diamante.
Ensayo un “muchas gracias” que se esfuerza por esconder la admiración. Recurro a la palabra “privilegio” y le aseguro que no demoraremos demasiado. Él se lleva el cigarro a la boca, suelta un poco de humo y –“casi sin por qué/ casi por nada”– evoca la noche del 31 de marzo de 2008 en Cleveland…
“No lo puedo olvidar porque fue mi debut. Había un frío tremendo y el pitcher contrario era C.C. Sabathia, que venía de ganar el Cy Young. No sabía cómo pararme en home. Estaba muy nervioso, trataba de controlarme pero no podía. Me sentía excited. Imagínate, sin pasar por las Ligas Menores, ya era el centerfield y sexto bate de los Medias Blancas, y me tocaba estrenarme contra el zurdo aquel. Esa noche me fui de 4-0, con tres ponches”.
Es curioso que no hicieras escala en Menores…
Me lo gané en los entrenamientos. Fui el que mejor bateó en el equipo, y a ellos les gustó mi forma de jugar a la pelota. La clave estuvo, como siempre, en la dedicación y el trabajo.
En esa temporada tuviste un año de ensueño con 21 jonrones y 77 empujadas, incluyendo un record para novato con cuatro Grand Slams. ¿Por qué no has podido repetir esa campaña?
Allá todos los pitchers son profesionales, y como mismo yo me adapto a ellos, ellos se adaptan a mí. Hay mucho video, mucho estudio y reporte, y uno tiene que estar constantemente haciendo ajustes. A veces me he acercado a repetir esos números, pero no he podido volver a lograrlos. Y no creo que tenga que ver con las exigencias defensivas de la posición de torpedero, porque al final estoy jugando donde más me gusta.
En Series Nacionales casi siempre defendiste la segunda base. ¿A qué se debió el traslado al shortstop?
Yo mismo lo pedí. Toda la vida me gustó el campo corto porque exige estar todo el tiempo en movimiento. Cuando llegué a Series Nacionales, en Pinar del Río estaban Onel Olivera y Reinier Capote, y además se decía que yo era muy alto para esa posición. Pero ya ves, la mayoría de los torpederos de Grandes Ligas son hombres de seis pies y más.
Con tu tamaño, ¿alguna vez pensaste dedicarte a otro deporte?
Qué va, si yo era chiquitico. Mi desarrollo se retrasó y vine a crecer a los 16 años. Fíjate que cuando entré en la EIDE2 todos eran hombres y mujeres, y yo apenas medía 1,49 y pesaba 58 kilos. En esa época, que fue donde me apodaron Pirineo, era casi un enano al que muchos le decían que jamás iba a ser pelotero. Y ya ves, llegué a 6’2” y sigo en Grandes Ligas…
¿Por qué te fuiste de Cuba?
Por la familia. Mi esposa había terminado aquí la carrera de Medicina, se iba de regreso a República Dominicana y, en ese entonces, ya teníamos dos hijos. De manera que me fui, estuve cuatro meses en su país y luego pasé a Estados Unidos para jugar Ligas Mayores.
¿Tuviste que hacer muchos ajustes técnicos, o de mentalidad, para acomodarte a Grandes Ligas?
Ninguno. El mismo Alexei de aquí es el que está allá. Si cambio no sería yo: siempre digo que el propio pelotero es el que se salva o se hunde. Contreras [José Ariel] me ayudó mucho al llegar, haciéndome ver que por encima de todo era el mismo deporte con cuatro bases y una pelota. Y eso fue lo que hice desde que llegué: divertirme.
¿Y cómo soportaste la presión?
No fue difícil. Lo que siempre sentí es que faltaba la música en las gradas. Por lo demás es lo mismo.
Háblame de la adaptación a la nueva vida…
Los primeros años fueron muy duros por la separación de la casa, el idioma y el frío. Pero poco a poco me fui acostumbrando, y con el idioma me ayudaron mucho Ozzie [Guillén] y Contreras. Ahora todo ha mejorado: muchos cubanos recalan en el equipo y eso me hace sentir como si estuviera en casa.
Ha llegado el momento de irte a otro club, los Padres de San Diego. ¿Te sentías a gusto en Chicago?
De maravillas. La gente me paraba en la calle, me saludaba, me alentaba… Todos me reconocían la dedicación y la entrega, porque soy un pelotero a quien le gusta jugar todos los días. Lo mío es jugar béisbol. El día que no soporte los dolores lo diré, pero hasta ahora no hay señales de eso.
¿Cuál es el secreto para permanecer ocho temporadas como titular en la MLB?
Es sencillo: trabajar. Depende de uno mismo, de las limitaciones que uno se imponga. He pasado toda mi juventud en la pelota, y hay un momento en que te conviertes en el pilar de la familia y te toca sacrificarte más y devolver todo lo que la gente ha hecho por ti. Por eso hay que entrenar y entrenar. Por eso es que ahora mismo, en López Peña,3 no dejo de prepararme, sin importar las irregularidades de un terreno repleto de ganado.
Algunos peloteros dicen que en Cuba se entrena más duro…
Yo siempre he dicho que aquí sales con las manos llenas de ampollas. Allá uno lo que hace es repasar lo que practicó antes, mientras aquí hacíamos una doble sesión que te preparaba a tope. A mí me hizo mucho bien la disciplina y el rigor del entrenamiento que aprendí en Cuba.
Tuviste en 2015 tu peor campaña ofensiva en las Mayores.4 A los 34 años, ¿habrá empezado el declive deportivo?
Eso es circunstancial. El béisbol es muy difícil y hay demasiadas cosas que te pueden afectar una temporada. Por ejemplo, la mente. Si ella no funciona bien, no se puede rendir. Se me juntaron varios problemas y eso me afectó, siempre hay una primera vez. Pero me quedan años por jugar, gracias a Dios. No te tenido lesiones y me preparo muchísimo.
En tu última Serie Nacional fuiste líder jonronero. Pero allá no ha sido igual…5
Es que no soy un jonronero natural. Yo solo salgo a pegarle bien a la bola; a ponerla en juego.
Tengo la impresión de que ahora eres más propenso a meterte en conteo…
He mejorado mucho en ese sentido; a estas alturas tengo más conciencia y disciplina en el plato. A veces es como si no fuera yo, porque normalmente era muy agresivo en home.
¿Por qué los cubanos son tan impacientes en la caja de bateo?
Porque aquí la zona es muy amplia, y cuando te vas a Grandes Ligas llegas condicionado por eso. Se pasa bastante trabajo para ajustarse, créeme.
Tu porcentaje de robos ha mermado.6 ¿Será que has perdido velocidad?
No. Lo que pasa es que no me mandan y eso no puede hacerse por iniciativa propia.
¿Nunca te has ido por tu cuenta?
Solo un par de veces. Pero es algo que no debe ocurrir nunca.
Llama la atención que aquí nunca fuiste propenso a intentar el robo…7
Aquí no se roban bases.
¿Te parece que la pelota cubana ha perdido calidad?
Basta con decirte que para entrar en el equipo de Pinar del Río daba trabajo, y ahora cualquiera puede hacerlo.
¿Qué significó hacer un Juego de Estrellas junto a Derek Jeter?
Imagínate. Jeter es un Salón de la Fama al seguro, y sustituirlo fue algo muy grande para mí. Hay quien dice que el titular debía ser yo; para mí lo importante es que entonces se reconoció todo mi trabajo. Es cierto que me han quitado dos Guantes de Oro, pero esas son cosas que uno no puede controlar. Lo que está en las manos de uno es mantenerse saludable para el juego de pelota.
¿Qué lanzador y bateador te impresionan más?
Félix Hernández8 y Miguel Cabrera.
Por cierto, este año se te vio pitchear en un partido contra Oakland…9
Era un juego que íbamos perdiendo ampliamente. Yo le pedí la bola a Robin [Ventura], abrí el noveno y me dieron un hit –que fue doble– y propiné un pelotazo. El radar me marcó hasta 92 millas.
¿Cómo te consideras en el plano personal?
Soy una persona sencilla, muy de pueblo, que se lleva con todo el mundo y le gustan mucho los niños. Mis gustos son un poco extraños, porque más que playas y salidas, me encanta jugar dominó, compartir con las amistades, jugar sin zapatos…
Y fumar…
Es que en los primeros años que estuve allá, tenía los hijos en Dominicana y mi mamá estaba en Cuba, me sentía muy solo y la única tranquilidad la encontraba oyendo música cubana con una taza de café y un tabaco.
¿Te ves vinculado a la pelota en el futuro?
Me parece que sí. De mis cinco hijos cuatro son varones, así que espero que haya más peloteros en la familia.
¿Estás satisfecho con tu carrera?
Tengo el sueño de todo el mundo, que es alcanzar un anillo10 que redondearía mi carrera, porque ya he sido campeón olímpico. Pero estoy contento con lo que Dios me ha dado, no tengo por qué pedirle más.
¿Estarías dispuesto a volver a integrar el team Cuba?
Siempre digo que el primero en esa lista sería yo. Ojalá eso se dé antes de retirarme. Es muy lindo que los cubanos se sientan orgullosos de uno.
Después de ganar varios millones como profesional, ¿sigues viendo la pelota con el amor de antes, o ahora se ha convertido únicamente en un medio de vida?
La pelota está más allá del dinero. La pelota se quiere y se disfruta. Yo la amo desde los siete años, cuando mi mamá no quería que me dedicara a eso y estaba empeñada en que fuera doctor, porque yo tenía muy buenos resultados académicos. Recuerdo que cuando fui a mi primer provincial, regresé a casa y le dije a ella que yo iba a ser como Casanova. Es decir, ya tenía una noción de lo que quería alcanzar en el futuro. Desde entonces el tiempo ha pasado, y yo sigo dejando la vida en el terreno.
Notas
1 El ganador fue Evan Longoria (Tampa Bay).
2 Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar, creadas en 1965.
3 Comunidad del municipio San Cristóbal que antes perteneció a Pinar del Río y hoy forma parte de Artemisa.
4 En 2015 terminó con .249-.285-.357, cuando sus medias históricas son de .273-.310-.399.
5 En ocho temporadas ha pegado 109 jonrones, a razón de 13,6 por año.
6 De 30 robos en 2013 a 17 en 2015.
7 Apenas robó 36 bases en siete campañas con Pinar del Río. En la MLB, 135 en ocho.
8 Contrario a lo que podría pensarse, no le va tan mal contra Félix Hernández: 33-9, .273.
9 El score adverso a los Medias Blancas era de 17×6. El octavo episodio de Chicago lo había lanzado otro infielder, el dominicano Leury García.
10 Los Medias Blancas se habían coronado en 2005, tres años antes de que Ramírez llegara al equipo.