Han pasado más de 16 años desde la última vez que Cuba ganó la corona en el béisbol de los Juegos Panamericanos. En aquella ocasión (Río de Janeiro 2007), vencimos 3-1 a un conjunto de Estados Unidos cuyos jugadores después llegarían a Grandes Ligas, como Joe Kelly, Lance Lynn o Logan Forsythe.
Durante este largo período de sequía dorada hemos ganado dos medallas de bronce, la primera con una blanqueada de los ya fallecidos Miguel Alfredo González y Yadier Pedroso ante México, y la segunda con un cierre espectacular en Toronto, donde José Adolis García pegó un jonrón para dejar al campo a Puerto Rico. Sin embargo, lo que ha venido después ha sido un auténtico calvario.
En los Juegos de Lima 2019 se perdió con Colombia y Panamá en la fase de grupos, lo que nos mandó directo a la discusión del quinto puesto. En esa instancia, República Dominicana nos ruborizó con una remontada inolvidable: nueve carreras en la décima entrada después de dos outs.
Cualquiera diría que ahora estamos viviendo un déjà vu, pues en Santiago de Chile la selección nacional sucumbió ante Venezuela y Brasil, en la ronda preliminar y ahora, los cubanos están a las puertas de pelear por el quinto puesto, de nuevo frente a los quisqueyanos.
La eliminación de la lucha por las medallas fue ante los brasileños. Aun con molestias por haberse golpeado con un foul en su anterior turno al bate, el matancero Yadil Mujica llegó al cajón de bateo en el noveno inning, con dos corredores en base y un solo out, pero solo consiguió una conexión por primera base que inició una doble matanza y marcó el fin del sueño —o utopía— de regresar a lo más alto del podio panamericano.
En el análisis previo al evento, proyectamos que Cuba llegaría lejos en esta oportunidad, específicamente porque no había un roster con más potencial que el suyo. No cambio una sola palabra de esa sentencia, a pesar de la dolorosa derrota, aunque me queda una moraleja: en torneos tan cortos cualquier cosa puede suceder.
El ejemplo más fiel es Brasil, que terminó invicto en el grupo B y superó a sus rivales en anotaciones (15-10) para obtener tres victorias seguidas, algo que nunca habían logrado en este escenario. En la tarde de ayer, también vencieron a Panamá en el inicio de la Súper Ronda, y están a un paso de avanzar a la final por primera vez en su historia.
“Estamos muy contentos, sobre todo porque mucha gente está aprendiendo sobre el béisbol gracias a que estamos ganando en los Juegos Panamericanos”, declaró a OnCuba el administrador del perfil de X “Beisebol Mundo Afora”, encargados de relatar los pormenores del conjunto brasileño.
El plantel dirigido por Ramón Ito nos superó en todos los aspectos: solo conectamos tres jits contra su picheo, y el derecho Felipe Natel, un lanzador que ha pasado gran parte de su carrera en una liga industrial en Japón, nos estuvo propinando un no hitter hasta que abandonó el partido en el quinto inning porque una conexión de Andrys Pérez lo golpeó.
Los bateadores brasileños también aprovecharon muy bien a la ofensiva. En el quinto capítulo, cuando el bullpen de Cuba entró en acción, fabricaron tres anotaciones que fueron decisivas. “Teníamos planeado que José Ramón lanzara alrededor de 70 picheos y creímos que su trabajo estaba hecho con esos cuatro innings de una carrera”, declaró tras el encuentro el timonel de Cuba, Armando Jhonson, al colega Hernández Luján.
Personalmente, apoyé la decisión de traer a Erlys Casanova de relevo, porque los bateadores de Brasil tenían tendencia a conectar muchos rollings. En sus dos primeros encuentros, de 15 jits que sumaron, solo uno fue extrabase.
Pero Erlys no entró fino y dejó algunas rectas en lo alto de la zona. El pinareño jamás pudo poner en marcha su mejor combinación de lanzamientos, especialmente el tenedor, su mejor arma. Pedro Luis Lazo, entrenador de picheo, no tuvo de otra que sacarlo del juego con 12 envíos para poner a Renner Rivero, quien tampoco pudo hacer el trabajo.
En general, en ese episodio los brasileños batearon cinco jits, anotaron tres carreras y no se poncharon en ninguna ocasión. “No hay justificación, nos superaron, Brasil fue mejor”, esa fue la mejor respuesta que pudo dar Johnson para hacer una valoración del partido.
Quizás el momento que cambió el destino de Cuba en el torneo panamericano no fue ese último juego, sino lo que sucedió contra Venezuela en la jornada anterior, cuando perdimos una ventaja de tres carreras que jamás pudimos recuperar.
En el segundo inning de aquel choque se unieron varios factores que cambiaron el rumbo de los antillanos. La floja salida de Carlos Juan Viera y también un costoso error mental de Roel Santos en fildeo fueron dos puntos en contra que lastraron al plantel. Por si fuera poco, el relevo no pudo aguantar el resultado. Cuba intentó regresar con un jonrón de Yurisbel Gracial, pero no sería suficiente.
Con las dos derrotas seguidas solo quedaba aferrarnos a otro TQB (Team Quality Balance), la fórmula que usa la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol y la Confederación del Caribe para definir las clasificaciones de sus torneos en caso de empate; pero las combinaciones no nos favorecían y quedamos destinados a la eliminación.
Las amargas derrotas nos quitan de la boca el dulce sabor de un 2023 que ha sido, con diferencia, el mejor año para nuestro pasatiempo en la última década y quizás un poco más.
El cuarto lugar en el Clásico Mundial lo tomo como un buen resultado, el segundo en los Centroamericanos también (allí no pudimos jugar el choque final), y en la Copa del Caribe, evento que no habíamos podido ganar, logramos quedarnos con el título. Claro, los Panamericanos eran la gran prueba de fuego para cerrar el año y no la superamos.
Muchos aficionados han criticado al cuerpo de dirección y, personalmente, creo que debe mejorar varias cosas, pero también hay que apreciar los cambios que han hecho. De cualquier manera, cuando el picheo no responde y cuando la ofensiva deja a 25 hombre en base y batea para .143 con corredores en posición anotadora, no hay mucho que hacer, ni para el mejor director del mundo.
No contar con Erisbel Arruebarruena (por enfermedad) para ese choque con Brasil fue un golpe en contra, así como las bajas de Ariel Martínez, Alfredo Despaigne o el mismo caso de Yadir Drake. Sin embargo, no tomemos eso como justificación; se debió hacer un mejor trabajo.
En los últimos eventos hay cosas que se pueden destacar, desde un mejor manejo del bullpen, una mejor planificación de los juegos y algo que ha sido fundamental: la química entre los jugadores. Gran parte de los peloteros que están en Chile estuvieron en las anteriores competencias y eso ha creado una dinámica entre ellos. Por último, ha mejorado el factor psicológico, pues los jugadores se ven mucho más relajados y con menos presión, tanto dentro como fuera del campo.
Solo nos queda pasar la página y prepararnos para los torneos que vienen a continuación. Del 24 al 30 de noviembre próximos tendremos el Premundial Sub-23 en Nicaragua, y el año que viene nos espera otra prueba de fuego con el Premier 12. Después de ese torneo, Armando Jhonson tendrá dos años al frente del equipo Cuba y será el momento perfecto para sacar conclusiones sobre su gestión. Por ahora, creo que no lo va haciendo mal y lo fundamental es que ha guiado una etapa de transición en la selección cubana.