A mediados de los años 90 del siglo pasado, cuando empecé a ver béisbol, Las Tunas era un equipo “del montón” en la Serie Nacional. Siempre estaban de la mitad de la tabla para abajo, más cerca del sótano que de emerger como revelación del clásico doméstico. Sin embargo, tenían peloteros de muy buen nivel, como el inicialista Gilberto Rodríguez o el gran Ermidelio Urrutia, a quien no pude disfrutar demasiado por su retiro forzoso en 1995.
Después irrumpieron otros excelentes bateadores: Osmani Urrutia, Danel Castro, Amaury Suárez, Joan Carlos Pedroso, Norlis Concepción, Alexander Guerrero, Henry Urrutia, Jorge Johnson o los hermanos Alarcón, pero la situación de la novena oriental no cambió demasiado. Durante años, se mantuvieron en la zona media de la tabla y no ganaron ningún duelo de postemporada hasta 2018.
Justo ese curso, cuando derrotaron a los Industriales de Víctor Mesa en semifinales, discutieron por primera vez la corona de la Serie Nacional en una película de siete actos contra los Alazanes de Granma. Aunque cayeron frente a la tropa de Carlos Martí, ahí comenzaron a quitarse el estigma de equipo perdedor tras décadas de ostracismo y dieron el paso definitivo rumbo a la élite del béisbol cubano.
Los Leñadores, como Granma, Ciego de Ávila y Matanzas, pasaron a ocupar las plazas de privilegio en el concierto beisbolero nacional, algo impensado luego de años y años de dominio implacable de Santiago de Cuba, Industriales, Pinar del Río y Villa Clara, los llamados “cuatro grandes”. Pero paulatinamente se consumó el descenso de las potencias y la progresión de otras provincias en medio de un escenario precario por el retiro de figuras legendarias, el creciente éxodo de las nuevas generaciones y el vacío que este ha creado desde la base hasta la primera categoría.
Las Tunas, aunque también perdió a varios peloteros de máximo nivel (Yordan Álvarez, Henry Urrutia o Alexander Guerrero), logró conservar a parte importante de sus principales jugadores en los últimos años. Ese detalle ha sido clave en su irrupción hasta la cumbre, porque han armado un conjunto sólido, con titulares establecidos y superiores al nivel medio de la liga cubana.
Precisamente, con esa base conquistaron la corona en 2019 frente a Villa Clara y se colaron cuatro veces seguidas en el podio entre 2018 y 2021 con Pablo Civil como timonel, suficiente para cerrar de manera definitiva su época de Cenicienta y abrir una nueva etapa que podría considerarse una dinastía en el futuro.
Un paso más en esa dirección lo han dado con su flamante corona en la recién finalizada 62 Serie Nacional, la segunda en cinco años luego de cuatro décadas sin ni siquiera subir al podio. Este triunfo, según han expresado los propios jugadores, tiene un sabor especial, quizás porque muchos especialistas y un grupo importante de aficionados no consideraron a los Leñadores entre los potenciales candidatos al cetro en la presente campaña.
Y la verdad, razones no le faltaban a los pesimistas. Hace solo unos meses, el equipo tunero era un polvorín: habían perdido con Matanzas por tercera vez consecutiva en una serie de postemporada; Pablo Civil ya no seguiría al mando del equipo para la edición 62 del clásico doméstico; el debutante Abeysi Pantoja asumiría las riendas; jugadores importantes como Yunieski Larduet y Carlos Juan Viera se marcharían contratados al exterior, mientras los hermanos Alarcón y Rafael Viñales se planteaban su salida del plantel.
Conservar la línea triunfal de los últimos años parecía complicado, pero en la provincia buscaron no dinamitar la dinámica grupal. En primer orden, la apuesta por Pantoja daba continuidad a la labor de Civil luego de trabajar juntos durante cinco temporadas. Igualmente, no improvisaron con el resto del equipo de dirección y mantuvieron la base de campañas anteriores. Estos movimientos, muy inteligentes, marcaron los destinos del equipo en un curso exitoso.
A Pantoja no le quedó grande el reto. Desde el inicio le dio mucha confianza a cada una de sus hombres más experimentados, que respondieron con un rendimiento superlativo. Además, tomó decisiones de impacto, particularmente con su picheo, al colocar como abridores a sus hombres más jóvenes y dejar para el relevo a los brazos con mayor recorrido y potencialidades.
De esta forma comenzó a preparar a Keniel Ferraz, Rodolfo Díaz y Alberto Pablo Civil para los momentos decisivos de la temporada, en los que respondieron a las mil maravillas. Solo en los play off, este tridente sumó ocho de los 12 triunfos tuneros, con seis juegos salvados, efectividad de 1.46 y promedio oponente de .218. Como quiera que se mire, fueron realmente determinantes en el ascenso hasta la cima.
De todos ellos, Ferraz se robó los titulares y fue elegido como Jugador Más Valioso de la postemporada. El derecho igualó el récord de victorias (seis) de Yosvany Torres en estas instancias y dejó números extraordinarios: su promedio de carreras limpias fue de 0.66, su WHIP (media de corredores embasados por entrada) de 0.88 y le batearon .184.
No obstante, los Leñadores coinciden en que la clave de su victoria no es la labor individual de un jugador en específico. El trabajo de Ferraz fue crucial, pero también el liderazgo de Danel Castro, la explosividad de Héctor Castillo, la productividad de los Alarcón, la calma en la lomita de Alejandro Meneses, la oportunidad de Dennis Peña, el oficio de Roberto Baldoquín y la energía de Yunior Otero, un chico que nunca había jugado en postemporada. Todos ellos protagonizaron algo nunca visto, una barrida contra Industriales en una final. ¡Para la historia!
El sentir de los campeones
Después de completar la barrida contra Industriales en la final de la 62 Serie Nacional de Béisbol, varios efectivos de los Leñadores de Las Tunas hablaron en televisión nacional.
Abeysi Pantoja: “Hemos vivido todo con mucha intensidad. Llevaba varios días esperando este momento, con insomnio, pensando y buscando concentración para no darle brechas a un contrario como Industriales, que podía revirarse en cualquier momento. Hicimos todo lo posible por no darles margen para que se recuperaran. Dimos la cara en el Latino y solo puedo agradecer a los jugadores, los quiero por mucho tiempo en mi equipo”.
Danel Castro: “Lo primero es felicitar a Industriales por haber llegado hasta aquí dando pelea. Nosotros fuimos superiores, pero no se puede dejar de reconocer su esfuerzo. Este es el título más grande de mi carrera, porque lo hemos logrado sin refuerzos. Yo fui campeón con Villa Clara como refuerzo, después ganamos con apoyo de jugadores de otras provincias, pero ahora lo logramos nosotros solos. No tiene comparación. Por eso vamos a festejar por todo lo alto a Las Tunas. En lo personal, quiero jugar la Liga Élite hasta llegar a los 2500 jits. Cuando eso suceda, Danel se va del beisbol”.
Héctor Castillo: “Esta la mejor emoción que he vivido con los Leñadores, tremenda alegría. Antes fui campeón, pero no era regular, ahora he podido aportar mucho más y lo he disfrutado al máximo. Quiero de verdad felicitar a todos los muchachos, porque esta es una victoria de grupo. Somos una familia y todos hemos aportado algo en este campeonato”.
Keniel Ferraz: “Me siento muy orgulloso por lo conseguido y muy agradecido por la oportunidad que me han dado desde la dirección. Sin esa confianza no hubiera podido aportar tanto. También tengo que dar gracias a los entrenadores Rodolfo Correa y Félix Núñez por las enseñanzas, los consejos, he aprendido mucho con ellos”.
Roberto Baldoquín: “Regresar después de jugar profesional y obtener este campeonato es de lo más grande que me ha pasado en mi carrera. Lo vivimos al máximo. Me sentí cómodo desde el inicio, fue fácil reincorporarme al equipo porque compartí con casi todos en categorías menores y en las temporadas que estuve con Las Tunas en el pasado”.
Alejandro Meneses: “Esto es algo muy grande, lo más grande después de mi niño. Salir campeones no tiene comparación y, en lo personal, lograrlo como líder del staff significa mucho. Es el fruto de un trabajo arduo, de años, de mucho sacrificio luego de la lesión que sufrí hace algún tiempo. Estoy agradecido con mucha gente, sobre todo mi familia y los médicos que me ayudaron a recuperarme”.
Rafael Viñales: “Estoy muy motivado. Lograr un campeonato es lo que busca cada atleta y ya muchos de nosotros tenemos dos. Yo me incorporé tarde, estuve un tiempo alejado del equipo por decisión personal, pero me mantuve siempre entrenando porque sabía que en algún momento podría abrirse la puerta para regresar. Afortunadamente, volví a los Leñadores y, aunque no aporté todo lo que quería, me siento muy contento por el triunfo”.