No pensaba ver a Erlis Casanova lanzar otra vez en la segunda Liga Élite del Béisbol Cubano, mucho menos bajo los focos de una final muy tensa contra los Cocodrilos de Matanzas. Nunca dudé de su capacidad, de su compromiso, de su pasión por el béisbol y por el arte de sortear rivales desde el centro del diamante, pero después de conocer, hace dos semanas, del fallecimiento de su esposa, Susana Ortiz, tras perder una larga batalla contra el cáncer, no imaginé que el derecho pinareño reuniría fuerzas para encaramarse nuevamente en la lomita. Sin embargo, estaba muy equivocado.
Erlis Casanova, moldeado a la vieja usanza por el ejemplo de su padre Luis Giraldo, uno de los mejores peloteros que ha dado la isla, este sábado regresó en solitario a la colina de los martirios, dejó el guante, la bola y la gorra en el suelo, y unió sus manos en forma de corazón mirando al cielo, desde donde un rayo de luz lo iluminó en medio de una tarde cubierta de nubes negras en Artemisa.
Decía el periodista Norland Rosendo que, justo en el momento en que Erlis tomó la pelota, el partido, en vez de empezar, ya había terminado. “Desde que el hijo de Luis Giraldo y esposo de la muchacha que ahora lo guía desde el cielo asumió el desafío de emparejar la serie, la hoja de anotación estampó su nombre en la casilla reservada al pitcher ganador”, escribió el reportero.
Esa, quizás, sea la más precisa descripción de lo que sucedió este sábado en el parque 26 de Julio, donde Casanova realizó la apertura más importante de su carrera, plenamente convencido de que podría cumplir con los Cazadores de Artemisa, con los miles de fanáticos que lo acompañaron, con la memoria de su esposa y consigo mismo.
Esa fue la sensación que me transmitió cuando se puso de frente al plato y lanzó la primera bola. Aun quebrado y llevando la procesión por dentro, su lenguaje corporal indicaba que, sin importar el dolor, estaba listo para dejar huella. Y así fue. El vueltabajero maniató a la potente alineación matancera, aguantó la presión de una ventaja mínima durante siete episodios y sentó cátedra en lo que a concentración y control de las emociones se refiere.
“Para nadie es un secreto que venir y hacer este tipo de trabajo, ante un público bastante exigente, que estaba pidiendo a gritos la victoria, y él presentarse en la forma en que se presentó… Para mí, me quito el sombrero ante él y que Dios lo bendiga”, dijo a la televisión nacional Denis Laza, patrullero de los Cazadores, luego de que Casanova completara toda la ruta en una ajustadísima victoria con pizarra de 3-2.
Erlis dio una clase magistral durante nueve episodios, en los que dibujó buena parte de sus envíos en la zona baja para sacar de quicio a los Cocodrilos, que cedieron la mitad de los outs (13 en total) por roletazos al cuadro. Control fino con su recta y su slider, más el gancho demoledor de su tenedor, fueron las claves para el pinareño, reafirmado como el serpentinero con mayor capacidad para devorar entradas en el béisbol cubano actualmente.
Sumando su actuación en la 62 Serie Nacional con la segunda Liga Élite, el diestro acumula 16 aperturas y 13 juegos completos, rendimiento que no pertenece a esta era. Podría decirse, sin ningún tipo de temor, que Casanova está lanzando en otra pelota, en la pelota del siglo pasado, cuando los tiradores salían al box conscientes de que iban a completar toda la ruta, pasara lo que pasara. Eso, hoy, ya no existe, salvo por el vueltabajero, una especie en extinción.
“No hay palabras para elogiarlo. Su compromiso con el equipo ha sido total. Me pidió el voto de confianza y no podía quitarlo para el noveno. Si perdía, lo iba a perder con él, aunque me mataran a mí por tomar la decisión de dejarlo”, aseguró el mánager de los Cazadores, Yuliesky González, interrogado sobre el hecho de que Casanova tirara el juego completo.
“Para el equipo era clave emparejar la serie. Es una victoria también importante para mí por todo lo que ha pasado, se la dedico a mi mujer que está en el cielo. Darle las gracias al público que me apoyó toda la Liga Élite y aquí en la final no fue menos. La afición es un pelotero más de nuestro equipo”, apuntó Erlis al periodista Pavel Otero, el único que logró entrevistarlo justo después de que se despidiera de la grada y antes de que entrara al dugout con la misión cumplida.
El camino, como se puede intuir por la cerrada pizarra, no fue sencillo. Más allá del componente emotivo y centrándonos en lo estrictamente deportivo, el partido resultó una perenne lucha de Artemisa contra sus demonios. De nuevo corrieron mal las bases, le sorprendieron corredores en circulación y le facturaron cinco jugadas de doble play, pero aprovecharon los errores del contrario y lograron fabricar tres anotaciones, la última de ellas por un sencillo crucial de Dayán García.
La defensa de los yumurinos hizo aguas con tres marfiladas, más otra jugada que no fue anotada como error en tercera base, sobre la que Yurisbel Gracial tenía opciones reales de sacar out. Al respecto, el mentor de Matanzas, Armando Ferrer, dijo que es bien difícil aspirar al triunfo cometiendo tantos fallos y si además no se batea, aunque se quejó por el estado del campo.
“Sin ánimos de herir a nadie, el terreno de aquí está bien malo. Su diamante no es como el del Victoria de Girón, el Latino u otros estadios principales del país que tienen buen mantenimiento. No digo que aquí no haya buen mantenimiento, pero no está a la altura de una serie élite”, apuntó en conferencia de prensa Ferrer, quien tras el partido no hizo ninguna referencia a la labor de Erlis Casanova.
Para mi gusto y para el de muchísimos fanáticos que así lo han expresado en redes sociales, Ferrer faltó al código de deportividad, ética y respeto, ya fuera por omisión, distracción o frustración por la derrota. Esa actitud podría considerarse una mancha importante entre todos los sucesos de la jornada.
No obstante, el debate sobre este asunto no debería robarse la atención después de los 109 picheos gloriosos de Erlis. Nada puede opacar lo que hizo en una jornada cargada de emociones, lágrimas y gestos que pasarán a la historia del béisbol cubano.
Nunca voy a olvidar que, mientras un equipo festejaba una victoria en una final de un torneo doméstico, varios rivales estaban allí, justo en medio de la celebración, solo para acompañar a Erlis, para mostrarle respeto. Noelvis Entenza, lanzador de los Cocodrilos, fue el primero en salir a abrazarlo cuando cayó el último out, y tras el choque dejó unas sentidas palabras en las redes sociales.
“Día muy cargado de emociones, sentimientos encontrados por el dolor de un amigo, mejor dicho, un hermano. Ayer, más que nunca, Dios y todo lo que existe dijeron presente en el estadio de Artemisa. No quiero que nadie me malinterprete, pero antes de tirarse la primera bola había sensación de derrota en mi corazón. Cuando vi en la lomita a Casanova, que envió un corazón al cielo, se me hizo un nudo en la garganta. Les confieso que primera vez que me sucede en los años que llevo jugando playoff. Soy cocodrilo de corazón, pero ayer no podía ser de otra manera, porque todos somos hijos de Dios y bendijo a Erlis y sus hijos con esa merecida victoria para aliviar un poco su dolor”, escribió Entenza en Facebook.
Además del derecho cienfueguero, otros representantes del conjunto yumurino también llegaron al box para abrazar a Casanova tras su victoria, como Frank Luis Medina, compañero de mil batallas en su natal Pinar del Río, y los entrenadores Alexis Garro y Jonder Martínez. Antes del partido, los matanceros también aplaudieron a Erlis cuando se encaramó en la lomita, y durante el choque varios peloteros de la tanda yumurina tuvieron gestos de respeto hacia el pinareño. Deportividad en su estado más puro.
Felicidades, hacía rato no Leía un comentario tan profundo y tan bello, todo lo que usted expone es una Realidad. Lo felicito de todo corazón a ud y también a Erlis.
Maria felicidad