Grandes de Holguín

Jorge Cruz (der) celebra uno de sus jonrones vistiendo el uniforme de Holguín. Foto: Recorte de prensa / Archivo de Oreidis Pimentel.

Jorge Cruz (der) celebra uno de sus jonrones vistiendo el uniforme de Holguín. Foto: Recorte de prensa / Archivo de Oreidis Pimentel.

El norte oriental ha sido cuna de grandes jugadores y de los mejores clubes de la Liga Popular, fuente nutricia de los equipos del este de Cuba hasta que una nueva división político-administrativa de la Isla dejó a Holguín con autonomía.

Los holguineros intentaron un asalto a la cima de la Serie Nacional cuando en los 90 llegaron a los play off, pero fue la inesperada final ante Sancti Spíritus en 2002 la que enloqueció a la Ciudad de los Parques y le dio el único título de su historia.

Conocidos como “Sabuesos” o “Cachorros”, los peloteros de Holguín muerden silenciosos y este año apuntan a otra buena actuación. Al menos, ya se colaron en la segunda fase de la serie y bien pudieran estar entre los medallistas.

Por ello, les propongo una mirada a su historia, para conformar un All Star de todos los tiempos. Como en selecciones anteriores, serán 20 los nombres, de ellos la mitad lanzadores.

Receptor: Enrique Meriño (años 20), Arturo Arjona (década del 30), Lauro Pascual (fines del 30 y década del 40), Alberto Hernández (década del 90) y Selme Angulo (siglo XXI), con carrera muy fugaz, serían los aspirantes.

Pascual demostró poder con un subliderato de jonrones con San Antonio de los Baños, en la Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC), y garantizó el título de 1944, pero su bateo se fue al piso como profesional con Cienfuegos. En las Ligas Menores y en México le fue mejor.

Sin embargo, Alberto Hernández es quien mejor conjuga defensiva y ofensiva, además de ser bicampeón olímpico (1992 y 1996) y representar a Cuba en dos campeonatos mundiales, un panamericano y un centroamericano.

Se acercó a los 100 cuadrangulares y a 100 tubeyes en Series Nacionales; su acápite de triples está casi vacío, lo cual nos da números de slugger y corredor lento. No era un bateador consistente (.253), aunque sí un impulsador por su poder aislado y excelente a la defensa (985).

Primera base: Si bien el zurdo Hiram González (años 30 hasta los 50) fue uno de los mejores inicialistas con la Universidad, en la UAAC, su bateo como profesional fue pobre. En el caso de otro siniestro, el gigante Dassel Thompson (fines de los 50), de los Mulos de Nicaro, la posible brillante carrera fue interrumpida por su decisión de no viajar a Estados Unidos y por la absurda prohibición en Cuba para incorporarse a las Series Nacionales.

Me decanto entonces por Juan Carlos Bruzón (fines de los 80 y mediados de los 90), quien solía ser jardinero, pero lo mismo en las Selectivas con Mineros que en Holguín defendía perfectamente la inicial.

El zurdo de Buenaventura fue un bateador nato de líneas, gran chocador de bola, con más de 1,000 hits, de ellos poco menos de 300 extrabases, en 12 Series Nacionales. Concluyó con espléndido average de .311, 363 empujadas, parejo en el balance de bases contra ponches, y 978 de average defensivo. A pesar de la calidad de su época se coló en un equipo nacional y fue líder en indiscutibles de la primera Copa Revolución, como refuerzo de Granma.

Segunda base: Juan Pacheco (finales de los 80 hasta principios del siglo XXI) ha sido el camarero de más ofensiva con Holguín, pero se trata de un santiaguero “exportado” y antes hubo también grandes infielders.

Manuel “Chino” Hidalgo (desde los años 30 a los 50) fue mayormente campo corto, aunque dado su facilidad de pivoteo y brazo también lo hizo en segunda y tercera, aspecto ideal para hacerlo cohabitar y no competir contra Willy Miranda.

Hidalgo pasó por La Lechera de Bayamo, Victoria de Las Tunas, el club Fortuna en la Liga Amateur y el Contramaestre. Además, representó a Cuba en una Serie Mundial aficionada y en la liga profesional cubana vistió los colores de Cienfuegos, Almendares y, en especial, del Habana, con el cual asistió a dos Series del Caribe. También estuvo con Oriente, en un torneo independiente.

En doce temporadas rentadas en la Isla conectó 401 hits, válidos para discreto .244, pero era una luminaria defensiva, lo cual lo hacía un regular.

Su talento explotó definitivamente en la Liga Internacional de la Florida, en la que militó con los Havana Cubans por seis años (mayormente como short). Con este equipo fue dos veces el más valioso del circuito, el jugador con más hits (200) en una temporada (1947), así como el primero en más años jugados, carreras anotadas, dobles, average (.315), segundo en veces al bate y bases robadas, tercero en juegos jugados y triples.

En otros equipos norteamericanos de las Menores conectó para .307.

Havana Cubans: “Un paso más y llegamos”

Campo corto: A pesar del lustre de Yordan Manduley dentro y fuera de Cuba, para este puesto tampoco existe discusión con uno de los short más defensivos y espectaculares de la pelota cubana: Guillermo “Willy” Miranda (finales de los 40 y década del 50).

Willy fue muy popular por sus atrapadas (hoy su factor de rango sería inmenso) y porque estuvo en los clubes más seguidos, Almendares en Cuba y Yanquis en Estados Unidos, al extremo de perdonarle su pobre bateo. Del club Teléfono integró el equipo nacional a los centroamericanos de Barranquilla 46’, luego pasó a las Ligas Menores y fue regular por 12 años con el Almendares, con el que bateó .237).

Finalmente, estuvo nueve años en MLB (Washington, Chicago, San Luis, Nueva York y Baltimore), donde su bajo .221 al bate no fue suficiente para llevarlo a la banca, pues por cada hit que no conectaba “degollaba” dos del contrario a la defensa. Su rapidez de manos, brazo y pivoteo lo hicieron liderar muchas estadísticas defensivas en las Grandes Ligas durante los años 50.

Tercera base: Habría que mencionar al gibareño Angelito González (años 20) y a Patricio Witermundo “Witty” Quintana (década del 50), quien jugó segunda, tercera y short, y tuvo una extensa carrera profesional.

De Banes Witty pasó a las Ligas Menores, al Marianao –con el cual fue campeón en dos Series del Caribe–, los Sugar Kings, el Veracruz de México, pero salvo con Wichita, en Estados Unidos, su bateo siempre fue por debajo de .250. Era muy defensivo, aunque con poca dirección en los tiros, lo cual no lo hace elegible teniendo en cuenta que ya Miranda e Hidalgo ponen cerrojo con sus guantes, aunque con detrimento ofensivo.

Las esquinas requieren hombres de ofensiva, por tanto, me permito elegir entre Yunior Paumier y Jorge Cruz (fines de los 70 hasta principio de los 90).

El primero, todavía en activo, demuestra mucha polivalencia al igual que Cruz, que fue un campo corto natural y también lo hizo muchas veces en tercera.

La defensa de este último no fue su punto fuerte y al bate era asiduo en ponches, pero hizo sonar el aluminio con sus estacazos: superó los 100 jonrones, incluso dos veces conectó tres en un partido, y es de los infielders holguineros con más slugging. Ante jugadores de cuadro good field no hit el poder aislado de los extrabases se impone: por eso Jorge Cruz debe tener un puesto.

Right field: Por sus elegantes fildeos y bateo de líneas no tengo dudas con Asdrúbal Baró (década del 50),

El periplo inicial del mayaricero fue por varios clubes aficionados de Oriente, Las Villas y la Liga de Pedro Betancourt, hasta que lo descubrió Napoleón Heredia. En nueve temporadas en la Liga Cubana –con Almendares, Habana y, en especial, con Marianao, donde era emblemático y fue campeón de dos Series del Caribe– bateó para .248, aunque desde principios de los 50 alternó sus contratos cubanos con los de las Ligas Menores, con énfasis en el estado de Florida.

Con los Cuban Sugar Kings conectó para .289; luego pasó por cinco equipos en México (con average de .321) y fue uno de los pilares del tránsito rentado a las Series Nacionales, pues tuvo la oportunidad de dirigir y formar nuevos peloteros.

¿Y el gran Esteban “Mayarí” Montalvo de las Ligas Negras y el Santa Clara no sería del mismo pueblo que Baró? También pudo ser de Mayarí Abajo, en Santiago, e incluso hay fuentes que sitúan su nacimiento en Matanzas. No hay certeza de su nacimiento u origen del apodo y, por tanto, no es elegible.

Center field: Fermín Laffita se radicó en Holguín, pero nació en Baracoa y representó a Santiago de Cuba luego de 1977. Entonces, convoco a Pedro Formental (años 40 y principios de los 50).

Pedro Formental. Foto: Recorte de prensa / Archivo de Oreidis Pimentel.

Perucho o Perico 300, como también fue conocido, fue uno de los bateadores zurdos que más brillo dio al profesionalismo nacional, tanto en la Liga Cubana como en México y en la Florida. Fue célebre por su calidad y su exótica manera de pavonearse, y aunque fue mayormente rigth, en el Habana y en México lo hizo muy bien en el center.

El toletero de Macabí se inició como amateur con Báguanos y aunque debutó como rentado en el Cienfuegos y terminó en el Marianao fue, sin dudas, el símbolo de su equipo intermedio, el Habana. En 13 temporadas bateó .276; sus 56 vuelacercas lo convirtieron en el mejor jonronero zurdo y cuarto en la historia profesional cubana.

En México hizo honor a su mote y con Tampico, Veracruz y San Luis de Potosí siempre superó los 300 puntos ofensivos. Hizo otro tanto en las Ligas Negras con los Medias Rojas de Memphis, mientras con los Cuban Sugar Kings frisó la cifra (.293), y en Venezuela y República Dominicana fue líder en jonrones y slugging.

También asistió de manera consecutiva a tres Series del Caribe, en una de las cuales fue el mejor bateador, con .560.

Left field: La competencia podría estar de manera casual entre dos gibareños, un zurdo y un derecho, uno todo disciplina y consagración, el otro explosividad e imprevisión: Pedro Echevarría (décadas del 30 y 40) y José “Calampio” León (décadas del 40 y 50).

Es aquí donde el liderazgo positivo o negativo, patrones extradeportivos, entran en juego, pues a pesar de que “Calampio” tuvo grandes cualidades demostradas con el Cuban Mining, el Almendares, el campeonato de República Dominicana y la Liga Popular de Oriente, su actitud no le permitió consolidarse. Además, aunque destacaba por su bateo, padeció de problemas defensivos, por lo que Pedro Echevarría parece el ideal.

Echevarría estuvo 13 temporadas en el Hershey Sport Club de la UAAC, donde conectó para .335 y, aunque fue más jardinero derecho, lo hacía también en el izquierdo por lo que lo muevo hacia ese jardín. Fue un hábil robador, rápido fildeador y si su bateo fue casi siempre por encima de 320, su potente y preciso brazo lo llevaba en ocasiones al box, incluso cuando representó a Cuba en el mundial de 1942, actuación que increíblemente repitió en 1951. En esta selección ideal podría incluso ser un pitcher extra.

Designado: Si alguien no mencionado merece colarse por su bateo ese es Luis Rodríguez Williams (principios de los 90 hasta inicios del siglo XXI). No solo es el tercer mayor jonronero de Holguín en Series Nacionales –con 100, por detrás de Cruz y Jorge Francis, otro outfield destacado al bate–, sino el de mayor ofensiva (.312), slugging (488) y segundo en impulsadas. Coronó sus 13 temporadas con el espectacular título del 2002, al cual aportó 23 tubeyes con .341 de promedio ofensivo.

Su posición regular fue el jardín izquierdo, pero ya vimos cuan poblado de estrellas está esa zona y el que batea debe jugar.

Utility: “Jackie Robinson” Morales. Su verdadero nombre era Luis Morales Osorio, pero tan pronto el scout Joe Cambria lo descubrió lo apodaron como el jugador negro norteamericano.

Este infielder había pasado por la Liga Popular de Oriente, con Banes y Nicaro, por la Intercentrales y la liga de Pedro Betancourt, cuando se lo llevaron a las sucursales de los Senadores de Washington.

No se distinguió con el madero, pero sí por su gran polivalencia en el cuadro, como lo demostrado por tres años con el Habana, donde obtuvo .227 ofensivo en algo más de 200 veces al bate gracias a la confianza que le daba el director Miguel Ángel González. Este podía hacer cambios y estrategias sin temor.

Morales bateó .313 en 1953, su año con los Havana Cubans, .236 en dos temporadas con los Cuban Sugar Kings, y tuvo opciones como regular en la pelota mexicana, con Yucatán y Veracruz, y en Nicaragua con el Boer.

Lanzadores: Mis favoritos son General Sagua, Armelio Acosta, Rafael de los Ángeles “Güito” Echevarría, Julio Enrique “Figurita” González, Diego Seguí, Rafael Castillo, Osvaldo Fernández, Oscar Gil, Luis Miguel Rodríguez y Aroldis Chapman.

General Sagua. Foto: Archivo de Oreidis Pimentel.

Conrado Rodríguez (desde 1900 hasta finales de la década del 20) no nació en Holguín, sino en Sagua la Grande, Las Villas, pero desde muy joven se radicó en la urbe nororiental, donde desarrolló gran parte de su carrera. Recibió su mote de General Sagua al combinarse su origen con un scone de ponches en Cincinatti, por donde pasó como parte de estrellas cubanas negras.

Ya desde antes se había hecho profesional con Caibarién y pasado por la Liga Cubana con el Fe y el Almendares, con resultados discretos, luego de lo cual repitió por Estados Unidos con los Cuban Stars de 1922, 1928 y 1929. En los topes de exhibición y los bateyes de Oriente no hubo mejor pitcher que Sagua hasta mediados de siglo XX.

De Armelio Acosta (década del 30) no hay estadísticas contables, pero sí una huella indeleble en la memoria popular, pues fue probablemente el primer pitcher submarino de Cuba o, al menos, el más exótico, ganador y famoso, al extremo de ser “el invencible de la que sube” en el himno de Gibara.

Del banense “Güito” Echevarría (años 30 y principios de los 40) otro tanto puede decirse, al ser un ganador itinerante en su pueblo, Holguín, Palma Soriano, Santiago de Cuba, y hasta se dice que lo hizo entre las estrellas negras en una supuesta gira por Estados Unidos.

“Kike” o simplemente “Figurita” González (años 40 hasta mediados de los 50), otro lanzador de Banes, sí llegó a las Grandes Ligas con los Senadores de Washington, al menos en 13 juegos. En Cuba debutó con Marianao, luego en la Liga de la Florida ganó 15 y perdió 13 con los Havana Cubans, y también fue abridor con Tampa. Tras su paso por las Mayores (4.72 de promedio de limpias), volvió a los Havana (concluyó con 26 y 26, y PCL de 3.39) y a las Menores, donde terminó con 37 ganados y 46 perdidos.

Seguí (desde los 60 a principios de los 80) estuvo 15 temporadas en las Grandes Ligas, donde casi llega al centenar de victorias. Sus 92 éxitos y 111 derrotas tienen más maquillaje con sus 71 salvamentos y su real aporte desde el box a Kansas, Washington, Oakland, Seattle y Boston. Su promedio de menos de cuatro limpias (3.81) y su liderato de pitcheo en 1969 (con 2.56 en la Liga Americana) son elocuentes.

No obstante, no se conformó con esto, pues en Venezuela sus actuaciones con Valencia, Aragua y, en especial, con los Leones de Caracas (17 temporadas) lo hicieron merecedor ser exaltado al Salón de la Fama en ese país. También está en otro Salón, el del Caribe, por su trabajo como primer brazo caraquista (PCL de 3.27) en las series caribeñas.

Castillo (fines de los 70 hasta los 80) fue el primer abridor del equipo Holguín luego de la división político administrativa de 1977. Con 14 Series Nacionales tuvo idénticos números entre victorias y derrotas, 110-110, aunque entre los holguineros más ganadores es el de menos carreras limpias (2.94) y superó los 1,000 estrucados.

Osvaldo Fernández obtuvo dos lideratos de pitcheo y propinó un no hit no run gracias a su fino control. Se abrió paso con Holguín y Mineros hasta el equipo nacional –casualmente tuvo siempre a Alberto Hernández como receptor–, con el cual fue campeón olímpico en Barcelona. Además, asistió a los mundiales de 1990 y 1994, a los Panamericanos de La Habana 91’ y los Centroamericanos de Ponce 93’. Con el Cuba ganó 8, terminó invicto con muy bajo PCL, mientras en 11 torneos nacionales concluyó con 70 y 42, promedio de 3.12 y más de 700 ponches.

En el béisbol profesional transitó por República Dominicana antes de hacer debut en las Grandes Ligas con San Francisco (1996 y 1997). Estuvo aquejado por lesiones hasta que culminó con Cincinnati (2000 y 2001). En total, lució en MLB balance de 19 y 26, y 4.93 de limpias.

Oscar Gil. Guantánamo lo subestimó y los holguineros lo acogieron como a un hijo, fue consistente con Mineros, Holguín y hasta con Santiago de Cuba en Súper Liga, aunque sin suerte para integrar los equipos nacionales. De un retiro temporal volvió por sus fueros y hasta dio el relevo justo en un noveno inning épico para el único título de Holguín en Series Nacionales.

El zurdo Oscar Gil. Foto: Recorte de prensa / Archivo de Oreidis Pimentel.

Gil pasará a la historia por su curva letal ante Frederich Cepeda en el 2002. Por 20 campeonatos tuvo récord de 147 y 149, más de 1,500 ponches y 4.20 de promedio de limpias.

Luis Miguel sentó cátedra con su lanzamiento lateral, imitado por el resto del joven staff de los “Sabuesos”. Con 17 temporadas a cuestas, es del selecto club del centenar de laureles (126 y 129), y durante casi 400 juegos propinó 1202 ponches y bajó de cuatro limpias (3.60).

Chapman es la última perla, todavía en acción en las Grandes Ligas: es el ser humano que más rápido ha lanzado una pelota de béisbol.

En Cuba era veloz, pero descontrolado. Por cuatro temporadas ganó 24 y perdió 21, y apenas completó 4 desafíos, un acápite que lo pintaba como relevista, como en efecto ha sido utilizado mayoritariamente. Le batearon menos de .220, su promedio de limpias fue de 3.71, e integró el equipo cubano a un Clásico Mundial. Después, emigró a los Estados Unidos y terminó de “explotar” la dinamita de su brazo.

La insólita velocidad de este zurdo lo convirtió en sensación con los Rojos de Cincinnati, luego rompió la “maldición de la cabra” para los Cachorros de Chicago como el cerrador de oro en la Serie Mundial y fue un traspaso multimillonario a los Yanquis, equipo con el que se mantiene. Como taponero en MLB tiene también otro récord: el de más rectas por encima de las 100 millas en un partido.

Director: Héctor Hernández hizo campeón a los “Sabuesos” en el 2002, y por muchos años fue el director del equipo. Sin embargo, no puede competir contra un manager del béisbol rentado.

Pedro “Preston” Gómez fue el primer holguinero en las Grandes Ligas, con efímera, aunque positiva actuación con los Senadores de Washington.

Fue el caudillo de los Cubans Sugar Kings cuando la Pequeña Serie Mundial de 1959 y con los Dodgers de Los Ángeles fue eficiente coach de tercera en momentos dorados de la franquicia, con la cual obtuvo el título de Liga Nacional y una Serie Mundial. Después pasó a comandar, como primer manager latino a tiempo completo en MLB, a los Padres de San Diego y hasta se dio el lujo de lanzar en Venezuela.

Durante 7 temporadas en las Mayores su cifra de ganados es de 363, una de los mejores entre los nacidos en Latinoamérica.

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