El trofeo “Willie Mays” para el Jugador Más Valioso (MVP) de la Serie Mundial de Béisbol es inmenso. Sobre un pedestal de madera, se erige una enorme estatuilla de bronce que representa el momento exacto de la icónica atrapada de Mays —inmortalizada como The Catch— en la final de Grandes Ligas de 1954 entre los New York Giants y los Cleveland Indians.
El 29 de septiembre del 2017, justo en el aniversario 63 de aquella histórica jugada, el premio MVP del Clásico de Otoño fue bautizado con el nombre del jardinero de los Giants, a pesar de que Mays tuvo un rendimiento discreto y no ganó ninguna de las dos Series Mundiales que jugó después de aquella victoria en 1954.
Pero volvamos a la idea inicial: el trofeo Willie Mays es inmenso, incluso cuando está en manos de un gigante como Jorge Carlos Soler, el portentoso joven de Melena del Sur que este martes 3 de noviembre del 2021 pasó a la historia como el segundo jugador cubano que gana el MVP de la Serie Mundial.
Envuelto en la bandera cubana, Soler recibió el premio en el centro del diamante del Minute Maid Park, la casa de los Astros, poco después de que los Braves conquistaran la cuarta corona en la historia de la franquicia (contando los títulos de 1914 y 1957 cuando estaban asentados en Boston y Milwaukee, respectivamente) y tan solo la segunda desde que se mudaron a Atlanta, en 1966.
“Esto es lo más grande que me ha pasado en mi carrera, especialmente por el lugar de donde vengo, Cuba. Es más difícil llegar aquí, llegar a las Grandes Ligas y tener estos resultados. Es increíble. Estoy muy emocionado, muy orgulloso de ser el segundo jugador de mi país en ganar este premio”, dijo a The New York Times el habanero, onceno jugador latino nombrado MVP de la Serie Mundial.
Dicha lista fue inaugurada por todo un inmortal, el boricua Roberto Clemente (1971-Pirates), y tras él lo han ganado Pedro Guerrero (República Dominicana/1981-Dodgers), José Rijo (República Dominicana/1990-Reds), Liván Hernández (Cuba/1997-Marlins), Mariano Rivera (Panamá/1999-Yankees), Manny Ramírez (República Dominicana/2004-Red Sox), Edgar Rentería (Colombia/2010-Giants), Pablo Sandoval (Venezuela/2012-Giants), David Ortiz (República Dominicana/2013-Red Sox) y Salvador Pérez (Venezuela/2015-Royals).
Soler se suma a este exclusivo grupo tras convertirse en uno de los héroes indiscutibles de los Braves en el Clásico de Otoño más cubano de la historia, pues hasta cinco jugadores nacidos en la Isla vieron acción en el terreno entre los dos contendientes.
De ellos, el habanero Jorge Carlos Soler se robó el show desde el mismo arranque del duelo. En el primer turno de la Serie Mundial el pasado 26 de octubre, despachó un enorme cuadrangular, algo que nunca había sucedido en la centenaria historia de las finales de MLB. Contra el tercer pitcheo del dominicano Framber Valdez, el slugger señaló el camino a los Braves, que sustentaron buena parte de sus éxitos contra Houston en batazos de largo metraje.
Por ejemplo, en el tercer juego del match, Travis d´Arnaud dio un jonrón solitario en la octava entrada que selló el segundo triunfo de Atlanta. Al día siguiente, Dansby Swanson y —otra vez— Soler, pegaron cuadrangulares consecutivos para darle la vuelta a la pizarra cuando los Astros iban camino a igualar las acciones.
La guinda del pastel llegó en el sexto partido de la Serie, con un bombazo de tres carreras que se fue, literalmente, hacia afuera del parque. En Houston habían decidido jugar con el techo del Minute Maid abierto y al final fue una buena apuesta, porque de estar cerrado se hubieran quedado sin Serie Mundial y con un agujero en la cubierta del estadio.
El batazo recorrió casi 450 pies, lo que en Estados Unidos llaman un “no doubter” y en Cuba sería un jonrón a la tercera sección del Latino, por arriba del techo del Guillermón o a la polivalente, detrás de la “lomita” del “Capitán San Luis”.
De esta forma, Soler igualó a Hank Aaron (1957), Lonnie Smith (1991) y Ryan Klesko (1995) como los únicos jugadores de la franquicia de los Braves con tres cuadrangulares en la misma Serie Mundial. Además, se convirtió en el tercer cubano con tres batazos de vuelta completa en un Clásico de Otoño, tras Tany Pérez (1975) y Randy Arozarena (2020).
Pero lo más impresionante es que los tres jonrones de Soler llegaron siempre para dar ventaja a Atlanta, algo que solo había ocurrido cinco veces en la historia de la Serie Mundial. El primero, que logró conectar al menos tres vuelacercas para poner delante a su equipo en octubre fue el gran Babe Ruth (Yankees) en 1926, y, dos años más tarde otro inmortal, Lou Gehrig (Yankees), repitió la hazaña.
Después, solo Gene Tenace (cuatro con Oakland) en 1972, Curtis Granderson (tres con Mets) en el 2015 y George Springer (tres con Houston) en el 2017 habían sido tan determinantes con sus bambinazos.
Para Soler, esta es la coronación de una temporada muy compleja. El habanero comenzó la campaña en Kansas, donde todos esperaban que reeditara su espectacular rendimiento (48 jonrones, líder de la Liga Americana) del 2019, pero la realidad fue muy diferente. En 94 partidos con los Royals, su average ofensivo quedó en .192 y su promedio de embasado en .288, con 13 cuadrangulares y 37 empujadas.
A las puertas de la agencia libre, el antillano parecía condenado a caer por el precipicio, pero un cambio a los Braves a finales de julio le dio un segundo aire. En Atlanta, Soler fue otro jugador en la recta final de la temporada, con una línea ofensiva de .269/.358/.524, 14 jonrones y 33 remolques en solo 55 encuentros.
No obstante, la vida le puso otro obstáculo ya en medio de los play off, porque enfermó de COVID-19 y tuvo que ser apartado del roster de los Braves durante más de una semana. Convaleciente, con menos ritmo competitivo que sus compañeros y sus rivales, saltó al diamante y se convirtió en el eje de la victoria de Atlanta en la Serie Mundial.
Este es el segundo anillo de Soler, quien estuvo en el histórico triunfo de los Chicago Cubs en el 2016. Ahora, con dos títulos bajo el brazo, la figura del portento de Melena adquiere más connotación, pues solo seis jugadores cubanos habían conquistado la Serie Mundial en más de una ocasión: Orlando “El Duque” Hernández (4), Bert Campaneris (3), Adolfo Luque (2), Mike González (2), Tany Pérez (2) y José Canseco (2).
Para Cuba y para los verdaderos amantes del béisbol antillano, es un tremendo orgullo el desempeño de Soler, quien no estuvo solo en la corrida de campeonato, pues otro pelotero nacido, criado y formado en la Isla también se coronó campeón.
Hablamos del matancero Guillermo Heredia, quien no tuvo el mismo protagonismo, pero también fue parte esencial del show como bujía inspiradora en el dogout de Atlanta. Con esa pimienta y sabor característicos del cubano, “El Conde” lideró las celebraciones de los Braves con su ya célebre gesto del “machetazo”.
Tras varias campañas buscando su espacio en las Mayores, Heredia llegó a Atlanta a principios de temporada como un descarte de los Mets y rindió a gran nivel durante la primera mitad del curso. Después se fue apagando, pero los Braves supieron valorar su espíritu de equipo y sus cualidades defensivas y nunca lo desecharon.
Guillermito, quien se hizo de un nombre en Cuba por su espectacular rendimiento con los Cocodrilos de Matanzas y su convocatoria al Tercer Clásico Mundial, ha subido de nivel y como premio se queda con el hecho de ser el cubano número 21 que se proclama campeón de la Serie Mundial. Ese título, como dijera Brian Snitker, manager de Atlanta, “es para toda la vida”.
Este es un jugador con más sombras que luces,no es nada raro que no haya tenido un buen paso en Kansas,si miramos las estadísticas, veremos qué sus primeras cinco temporadas son muy malas,y sus 48 jonrones, es verdad que son muchos,pero tuvo suerte de ser lider,si Trout no se hubiera lecionado,estoy seguro hubiera sido el líder,dio 45 jonrones,pero tuvo 119 veces menos la bate.