En la historia de la postemporada de Grandes Ligas, 107 jugadores han pegado un jonrón y se han robado una base en un mismo partido. Y cuando hablo de historia, miro más de 100 años para atrás, hasta el 13 de octubre de 1909, cuando Fred Clarke (Pittsburgh Pirates) y Sam Crawford (Detroit Tigers) se volaron las cercas y estafaron una almohadilla en el quinto duelo de la Serie Mundial.
Ellos fueron los primeros en mostrar esa exclusiva combinación de fuerza y velocidad en un choque de play off, instancia en la que los nervios y la presión juegan malas pasadas. Desde entonces, otros 105 hombres —entre miles y miles que han pasado por la postemporada de MLB— han repetido la película: jonrón y robo de base.
La lista está repleta de nombres ilustres, entre ellos sluggers como Miguel Cabrera, Chipper Jones, Giancarlo Stanton, Albert Belle o el mismísimo Babe Ruth, reconocidos más por su poder con el madero que por su habilidad para retar a los receptores.
De la otra cara de la moneda, aparecen velocistas al estilo de Lou Brock, Bert Campaneris, Davey Lopes, Rafael Furcal, José Reyes, Scott Podsednik, Kenny Loffton y el incomparable Rickey Henderson, todos entre los mejores robadores de la historia.
Cubanos habían tres (José Canseco, Zoilo Versalles y Campaneris), hasta que Randy Arozarena volvió a vestirse de Superman este jueves 7 de octubre del 2021. El pinareño, uno de los motores de los sorprendentes Rays de Tampa, desapareció una pelota por el bosque izquierdo y le robó una base a la batería de Boston, que cayó en el primer duelo de la Serie Divisional dela Liga Americana.
Sin embargo, algo distingue lo conseguido por Arozarena, quien se convirtió en el primer pelotero de la historia con un jonrón y un ¡robo de home! en un mismo choque de postemporada. Su estafa fue una pieza perfecta, minuciosamente trabajada desde que ancló en la antesala a la altura del séptimo episodio.
Randy se había colocado a 90 pies del plato por un doble de Wander Franco, el cual decretó la explosión del pitcher derecho Nick Pivetta, sustituido por el zurdo Josh Taylor. Desde tercera, el cubano observó los movimientos de Taylor durante su calentamiento, y agudizó un poco más la mirada cuando comenzó a lanzarle a Brandon Lowe.
De espaldas a la antesala, que era casi como estar de espaldas de la realidad, el tirador de Boston le hizo cuatro pitcheos a Lowe, suficiente para que Randy recopilara la data necesaria previa a su estocada mortal. Justo antes del quinto lanzamiento, en la milésima de segundo que Taylor utilizó para mirar a segunda, Arozarena emprendió un ritmo endemoniado (velocidad de 28 pies por segundo) hacia el plato y llegó safe por la clásica milla.
“Noté que el lanzador realmente no me estaba mirando o cubriéndome, y vi que el tercera base estaba bastante lejos de mí. Entonces comencé a mirar al coach (Rodney Linares) y le dije: ‘oye, me voy a ir, me voy a ir’… ahí es cuando decidí despegar”, relató Arozarena después del partido, en el que volvió a demostrar su capacidad para jugar pelota como nadie en octubre.
Antes del robo de home, el cubano había pegado un largo cuadrangular iniciando la quinta entrada contra los envíos (recta de 94.7 millas) de Pivetta. La pelota se perdió en las profundidades del jardín izquierdo, a 397 pies. Ese fue su onceno vuelacercas en postemporada, líder indiscutible entre todos los peloteros nacidos en la Isla que han jugado play off.
Pero lo más impresionante es el ritmo jonronero de Randy, quien ha necesitado solo 94 comparecencias al bate para conectar sus primeros 11 bombazos más allá de los límites. Si repasamos la lista de 31 jugadores que han conectado al menos 11 jonrones en postemporada, encontraremos que solo uno, el boricua Carlos Beltrán, logró una mejor frecuencia (11 cuadrangulares en 88 viajes al plato) que el pinareño.
Este listado también está plagado de estrellas, incluso, miembros del Salón de la Fama de Cooperstown o del exclusivo club de jugadores con más de 500 jonrones en MLB, los cuales necesitaron más de 100 comparecencias para conectar sus primeros 11 vuelacercas en play off. Aquí les mostramos:
*Mickey Mantle (137)
*Babe Ruth (144)
*Albert Pujols (164)
*Jim Thome (170)
*Manny Ramírez (171)
*Reggie Jackson (178)
*David Ortiz (193)
*Alex Rodríguez (197)
*Miguel Cabrera (199)
Arozarena, bautizado por Francys Romero como el Mr. Octubre cubano por todos sus récords en los play off del 2020, lleva un paso para destrozar las marcas en postemporada de todos estos monstruos.
Lo más divertido para los fanáticos cubanos es que Randy no es el único fenómeno, natural de la Isla, que tiene intenciones de romper todos los récords posibles en el mejor béisbol del mundo. En la misma dimensión podríamos situar al portentoso Yordan Álvarez, quien también comenzó la postemporada del 2021 por encima del nivel, exhibiendo su fuerza y exquisito swing.
Un jonrón de 411 pies y un doble de 395, ambos disparados a 105 millas, fueron la carta de presentación del tunero en la Serie Divisional contra Chicago White Sox. En un duelo cubanísimo —seis jugadores de la Isla fueron titulares entre los dos equipos—, Álvarez se robó los focos y demostró, una vez más, que no se equivocan quienes ven similitudes entre su capacidad ofensiva y la de Barry Bonds.
Uno de esos visionarios es Dusty Baker, actual manager de los Astros, de quien podríamos pensar que habla así por tratarse de un pelotero bajo su mando. Sin embargo, el discurso de Baker no es adulador, más bien se basa en los conocimientos adquiridos durante 19 años como jugador de Grandes Ligas y una carrera en los dogouts que ya suma casi 2000 victorias y 3800 partidos.
“Su plan es bien simple. No tiene que sincronizar muchas partes de su cuerpo para hacer swing y eso lo ayuda a no perder el timing. La mayoría de los tipos grandes como él necesitan poner en movimiento muchas partes de su cuerpo para poner en marcha su swing y pegarle a la bola, pero Yordan tiene una manera de batear sencilla y fluida, especialmente para alguien tan grande”, dijo Baker en mayo pasado, cuando comparó la mecánica del cubano con la de Bonds o la del dominicano Moises Alou.
El hecho de que se unan en la misma oración estos nombres y el de Yordan no es mera casualidad. El antillano ha mostrado gran consistencia en su primera temporada completa en las Mayores, al punto de ser el máximo jonronero e impulsor de los Astros. Para no perder la costumbre, también fue el hombre más decisivo en la victoria de este jueves ante los White Sox.
En este duelo, Álvarez (24 años y 102 días) se convirtió en el primer pelotero cubano con un partido de postemporada de +2 anotadas, 2+ impulsadas, jonrón, doble y boleto antes de cumplir los 25 años. En la historia de Grandes Ligas, solo seis jugadores menores de 25 años habían logrado un rendimiento como este en un juego de play off.
*Stan Musial en 1944 (Cardinals/23 años y 321 días)
*Roberto Alomar en 1992 (Blue Jays/24 años y 249 días)
*Albert Pujols en el 2004 (Cardinals/24 años y 278 días)
*B.J. Upton en el 2008 (Rays/24 años y 56 días)
*Eric Hosmer en el 2014 (Royals/24 años y 344 días)
*Carlos Correa en el 2017 (Astros/23 años y 14 días)
Muchos expertos aseguran que esto es solo un preludio de lo que pueden lograr Yordan y Arozarena, dos jugadores que salieron de Cuba como diamantes en bruto y han logrado pulir sus habilidades en Estados Unidos.