La temporada de Grandes Ligas está a punto de acabarse. Como cada año, en julio todos los equipos hacen una pausa y las miradas se enfocan en el show del Derby de Jonrones y el Juego de Estrellas, que viene siendo como un oasis después de semanas con muy pocos días de asueto. Esta parada, válido decirlo, le viene como anillo al dedo a los peloteros cubanos, que no han tenido precisamente el mejor de los cursos en Las Mayores.
El despido de José Abreu tras su pésimo arranque con los Astros es, probablemente, la nota más triste para la armada antillana en lo que va de campaña, sobre todo por lo que representa el cienfueguero para la fanaticada de la isla. “Pito” estuvo en crisis desde el inicio, confirmando un declive que ya era palpable desde años anteriores.
Hizo todo lo posible por recuperar el ritmo, de hecho, trabajó en solitario en los campos de Ligas Menores de Houston, pero no consiguió el nivel que la franquicia y los fanáticos esperaban de él. De cualquier manera, su legado como el mejor bateador cubano en MLB durante el presente siglo no corre peligro, pase lo que pase con su futuro.
Entre los puntos negativos del año, también resaltan la lesión de Yoan Moncada, el despido de Aledmys Díaz en Oakland (aunque ya fue firmado de vuelta por los Astros), el ya eterno slump de Yasmani Grandal, la altísima tasa de boletos de Aroldis Chapman y la poca continuidad que han tenido Miguel Vargas, Oscar Luis Colás, Yosver Zulueta, Julio Pablo Martínez o Bryan Ramos, chicos que subieron de las Menores y no han logrado estabilidad en MLB.
En tanto, un sabor agridulce deja la temporada de Adolis García y Randy Arozarena, dos de los jugadores con más pedigrí entre los nacidos en la isla. Ambos han visto desplomarse sus promedios ofensivos, pero Adolis lleva ritmo para volver a pegar más de 30 jonrones, mientras Arozarena puede perfectamente completar su cuarta campaña de 20+ cuadrangulares y 20+ bases robadas.
También un tanto por debajo de las expectativas han quedado Jorge Soler en su primer año en San Francisco, Luis Robert Jr. después de su explosión en 2023 y Néstor Cortés Jr. por la enorme diferencia de su rendimiento como local y visitante: balance de 4-3 y efectividad de 1.81 de efectividad lanzando en el Yankee Stadium, 0-5 con promedio de limpias de 6.04 en la carretera.
Por supuesto, no todo son malas noticias. Yandy Díaz, campeón de bateo de la Liga Americana en 2023, comenzó este año totalmente congelado. A inicios de mayo su promedio era de .211, pero desde ese momento hasta la fecha es el cuarto jugador de MLB con más imparables (78), solo por detrás de Bobby Witt Jr. (83), Luis Arraez (81) y Aaron Judge (81). El villaclareño ha demostrado que es un auténtico crack con el madero.
Siguiendo la estela de lo positivo, el novato Andy Pagés ha logrado asentarse como titular en los Dodgers; José “Candelita” Iglesias ha desatado la fiebre en New York con su gran desempeño vistiendo la franela de los Mets tras un año fuera de las Mayores; Yariel Rodríguez ha irrumpido con fuerza en Toronto; Lourdes Gurriel Jr. va por las 100 impulsadas por primera vez en su carrera; Raisel Iglesias persigue otra vez la marca de 30 salvados; y Dairon Blanco lleva ritmo para convertirse en el sexto cubano en la historia con al menos 40 bases robadas en una temporada y el primero en conseguirlo desde 2003.
No obstante, hay dos historias —una ofensiva y otra en el picheo— que, a mi juicio, califican por encima del resto entre los 29 cubanos que ya han jugado al menos un partido en Grandes Ligas este 2024. A continuación se las contamos.
Yordan Álvarez en plan estelar
Nadie puede poner en duda que el tunero es el mejor bateador cubano del momento, como tampoco se puede ocultar el hecho de que ya se ha postulado para ir un poco más allá y ser considerado en el futuro como el más temido toletero antillano de todos los tiempos. Esas son palabras mayores cuando tenemos en el club a Tony Oliva, Tany Pérez, Rafael Palmeiro, José Canseco, “Pito” Abreu o Kendrys Morales, pero “Air Yordan” reúne todas las condiciones para quedar un escalón por encima del resto al final de su carrera.
La gran incógnita sobre el slugger de los Astros siempre ha sido su salud. “¿Hasta dónde podrá llegar si no se lesiona tanto?”. Esa ha sido la interrogante de cabecera y la mayor preocupación entre los fanáticos y especialistas beisboleros durante los últimos años cuando se habla de Álvarez, quien ciertamente perdió bastante tiempo de juego entre 2020 y 2023 por diversas molestias físicas.
Pues bien, Yordan ha respondido a esa pregunta en 2024. El cubano se ha mantenido saludable, no ha afrontado ningún viaje a la lista de lesionados y tiene 90 partidos jugados en el curso, con 19 jonrones, 21 dobles, 31 extrabases, 101 imparables, 52 impulsadas, 56 anotadas y línea ofensiva (Average/Promedio de embasado/Slugging/OPS) de .300/.386/.537/.923.
Entre todos los peloteros de MLB en la presente campaña, los únicos con parámetros similares o superiores a Álvarez son Juan Soto, Shohei Ohtani, Aaron Judge y Bryce Harper, quienes sin dudas califican entre los mejores bateadores de las Mayores en estos momentos.
¿Qué lectura podemos hacer entonces? Pues es bastante evidente: Yordan ha estado al nivel de las grandes estrellas ofensivas del presente, a pesar, incluso, de haber atravesado por períodos con poca producción de poder. Entre finales de abril y todo mayo, por ejemplo, solo conectó dos jonrones y empujó cinco carreras en un lapso de 30 partidos y 128 comparecencias al plato.
Sin embargo, esos momentos de baja de poder los ha compensado con disciplina en el plato. Para tener una idea, Yordan se ubica hoy entre los 20 bateadores de Grandes Ligas con menor porcentaje (15.2) de ponches en la contienda, algo bastante poco habitual en jugadores de fuerza. Gracias a esa capacidad de contacto, no ha entrado en slumps profundos y eso lo ha ayudado a recuperar más rápido los niveles de bateo de largo alcance y producción de carreras.
La resiliencia de Adrián Morejón
En algún punto de su carrera, Adrián Morejón fue considerado uno de los mejores prospectos del picheo cubano, con posibilidades reales de convertirse en una estrella de Grandes Ligas. No era un pensamiento descabellado, de hecho, el zurdo había debutado en Series Nacionales con los Huracanes de Mayabeque a los 15 años y, cuando salió de Cuba, enseguida llenó los ojos de los Padres de San Diego gracias a su talento y el potencial de sus herramientas, las cuales le permitieron firmar cuando era un juvenil sin demasiada experiencia en ningún nivel de béisbol.
Pero las lesiones atacaron al joven nacido en Melena del Sur, quien pasó por una cirugía Tommy John a inicios de la temporada de 2021 y se perdió buena parte de 2023 por un esguince en el codo. Cualquiera hubiera bajado los brazos, pero Morejón se ha encaramado en la lomita como todo un coloso en el presente curso, convirtiéndose en el segundo relevista más destacado de los Padres.
El zurdo suma 32 salidas con efectividad de 2.23 en 40.1 innings de labor, en los que dejado a 43 rivales con la carabina al hombro. Solo le batean .238 y ha regalado una docena de boletos, quizás el aspecto en el que más tenga que trabajar para rebajar todavía más ese promedio de corredores embasados por entrada (WHIP) de 1.19.
Pero más allá de los números tradicionales, lo que verdaderamente llama la atención de Morejón es que ha logrado hacer lucir débiles a los contrarios. El chico se ubica entre los 15 lanzadores con menor porcentaje de Hard Hits (batazos con velocidad de salida superior a 95 millas) en lo que va de temporada (29.7 %), mientras la velocidad promedio de las conexiones de sus rivales es de 85.3 millas, la novena más baja de todos los serpentineros de MLB.
Morejón ha sido especialmente dominante con su slider y su sinker, los dos envíos más recurrentes de un repertorio en el que también ha ido perfeccionado el split finger o tenedor, ese lanzamiento mortal que se hunde justo delante de los ojos del bateador. Con ese arsenal, al que debemos sumar la recta de cuatro costuras y el sweeper, el zurdo se ha convertido en una de las armas más fiables en el bullpen de los Padres.