La muerte por COVID-19 del exlanzador del equipo de los Vegueros de Pinar del Río, Reinaldo Costa, conmovió este martes al deporte cubano, solo días después del adiós de otro histórico de los diamantes de esa provincia, Giraldo González.
“Otra noticia nos estremece desde el dolor causado por la COVID19: falleció Reinaldo Costa, grande del pitcheo y cubano cabal que se entregó con pasión a su labor como atleta y entrenador”, escribió en Twitter Osvaldo Vento, presidente del Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación (Inder).
Otra noticia nos estremece desde el dolor causado por la #COVID19: falleció Reinaldo Costa, grande del pitcheo y cubano cabal que se entregó con pasión a su labor como atleta y entrenador. Lleguen nuestras condolencias a familiares y amigos. pic.twitter.com/ma2SrOLmMY
— Osvaldo C. Vento Montiller (@CMontiller) August 31, 2021
Costa puso su brazo a disposición de la causa pinareña durante 12 campañas de la Serie Nacional de Béisbol, en las que lanzó 260 partidos, ganó 110 y salvó otros ocho.
Nacido el 9 de febrero de 1959 en el municipio de La Palma, el estelar lanzador se inclinó por el deporte nacional cubano y su talento sobre la lomita lo llevó a debutar en el principal torneo del país a inicios en la década de 1970.
Destacado por su velocidad, control y pitcheo lateral, llegó a ser el mejor lanzador de Cuba en 1984, cuando ganó la triple corona al liderar las estadísticas de juegos ganados, con 12, de ponches (60) y promedio de carreras limpias (1,67).
Ese año fue el pitcher estrella del equipo Cuba en el Campeonato Mundial, celebrado La Habana y ganado por la selección nacional.
Luego de su retiro del deporte activo, Reinaldo Costa continuó aportando al deporte de su vida, como técnico y entrenador de varias generaciones. La muerte le llegó cuando contaba solo 62 años de edad, uno menos que los que contaba su coterráneo y coequipero Giraldo González al fallecer el pasado viernes también a causa de la COVID-19.
González fue campeón en cinco ocasiones con el conjunto Vegueros y representó a Cuba en varios eventos internacionales, entre ellos los Juegos Panamericanos y la Copa Intercontinental de 1987, en los que el elenco antillano alcanzó el cetro.
La muerte de ambos resulta un duro golpe para el béisbol cubano y, en particular, para Pinar del Río, provincia de la que fueron baluartes deportivos y seguirán siendo símbolos de talento y consagración.