Serie del Caribe: Leñadores al borde del abismo

Los Charros de Jalisco derrotaron en extrainnings a los Leñadores de Las Tunas, que ahora dependen de una combinación de resultados y de una victoria obligatoria en el duelo de cierre para acceder a la final

Los Leñadores estuvieron lejos de la verdad. (AP Foto/Arnulfo Franco)

Los Leñadores estuvieron lejos de la verdad. (Foto: Arnulfo Franco/Ap)

Desesperados, sin pólvora a la ofensiva y con ciertas lagunas en materia defensiva en la receptoría, los Leñadores de Las Tunas sucumbieron 3-2 frente a los Charros de Jalisco en su tercera presentación en la Serie del Caribe de Panamá.

El pleito se extendió a once episodios, luego de un empate a dos anotaciones tras completarse las primeras nueve entradas. Los mexicanos comenzaron ganando en el capítulo de apertura, los cubanos tomaron la delantera rápidamente en el mismo inicio, y los mexicanos igualaron las acciones en el sexto inning.

Con ese abrazo transitó el pleito hasta el jit decisivo de Ramón Ríos en el onceno, instante de la muerte cubana. Ahora los Leñadores no dependen de sí mismos para acceder a la final. Deben esperar a que los Charros derroten a los Cardenales de Lara este viernes, y buscar a toda costa una victoria frente a los venezolanos el próximo sábado.

A continuación, repasamos los puntos más interesantes que nos dejó el duelo entre mexicanos y cubanos.

Lo mejor: Nos hemos enfocado en buscar el detalle más positivo del equipo cubano en los partidos de la Serie del Caribe de Panamá, pero en esta oportunidad concentramos este premio positivo en la faena del cerrador mexicano Sergio Romo.

Reconocido globalmente por su papel en las tres Series Mundiales que ganaron los Gigantes de San Francisco a principios de esta década, Romo ya ha visto pasar sus mejores tiempos, pero frente a los Leñadores apeló a su destreza y experiencia para sacar los últimos ocho outs del encuentro.

Apelando a sus rompimientos en la esquina lejana de la zona contra los derechos, y golpeando el cuadro bajo e interior frente a los zurdos, Romo dio una pequeña disertación frente a bateadores muy ansiosos y sin pleno dominio de la zona de strike. Con su faena, mantiene vivos a los Charros.

Vladimir García sacó la cara por Cuba, pero después los Leñadores cayeron frente al embrujo de Sergio Romo. Foto: Roberto Morejón/JIT
Vladimir García sacó la cara por Cuba, pero después los Leñadores cayeron frente al embrujo de Sergio Romo. Foto: Roberto Morejón/JIT

Aunque este trabajo de Romo se roba los titulares, es válido reconocer el trabajo en función de relevo de Vladimir García, quien rescató a Cuba en el mismo primer inning, cuando explotó el abridor Yariel Rodríguez. Junto a Lázaro Blanco y Freddy Asiel, el diestro avileño ha sido un puntal del pitcheo antillano, y lo confirmó con siete entradas a muy buen nivel.

Lo peor: En el sexto capítulo, con las tablas en la pizarra, la tensión se podía cortar con una navaja en el diamante panameño. Yordanis Samón estaba en segunda con la potencial carrera de la ventaja para Cuba, pero, en lugar de enfocarse en todas las variantes de juego que podían venir, se puso a conferenciar con el torpedero rival.

Con un out en la pizarra, Samón perdió la concentración y los papeles, y de paso dejó al desnudo las enormes lagunas tácticas del béisbol cubano al ser sorprendido en segunda como un escolar. Los Leñadores vieron esfumarse la opción de tomar la delantera y recibieron un golpe moral.

Por si no fuera suficiente, tras cometer una falla tan clamorosa, Samón siguió en el partido, pese a que todos los manuales indican que debía irse a las duchas sin chistar. Pero el mentor Pablo Civil se enfrentó a una disyuntiva: sentar a uno de los pocos hombres que está bateando en el torneo o mandar un mensaje aleccionador.

A la postre se decantó por mantener al granmense en el campo, decisión conservadora y que, para mi gusto, deja mucho que desear. El béisbol cubano no necesita mano blanda, al contrario, necesita cortar de raíz todos los males que nos han llevado hasta el lugar donde nos encontramos en la actualidad.

Mantener en el campo a Samón es un premio a la mediocridad, irresponsabilidad y pobre capacidad de concentración de un pelotero con casi 20 Series Nacionales.

Al margen de malas jugadas y decisiones cuestionables, difícilmente encontremos en la Serie del Caribe algo más horrendo que el uniforme de local de los cubanos. Las mangas rojas y las franjas laterales verdes realmente no chocan tanto, pero el cartel de Leñadores, entre verde pálido y amarillo, da un toque muy deslucido al traje.

Los Leñadores no han mostrado poder ofensivo y se han quedado sin variantes para fabricar carreras. Foto: Roberto Morejón/JIT
Los Leñadores no han mostrado poder ofensivo y se han quedado sin variantes para fabricar carreras. Foto: Roberto Morejón/JIT

La clave: Los Leñadores han fabricado cinco carreras en toda la Serie del Caribe. Cuatro de ellas las ha impulsado Alfredo Despaigne, y la otra Frederich Cepeda. Solo Yunieski Larduet (dos veces), Jorge Jhonson, Danel Castro y el propio Cepeda han pisado la goma. En 29 entradas ofensivas, Cuba solo ha anotado en tres…

Sobran los argumentos para calificar de patética a la ofensiva antillana en el clásico caribeño, donde aspirar a la victoria se ha convertido en una empinada cuesta. Yosvany Alarcón ha sido un auténtico cero a la izquierda (de 10-0 con cinco ponches), y a Yurisbel Gracial no lo salva un intrascendente infield jit en diez turnos.

Jhonson, quien estuvo encendido en la final contra Villa Clara hace unas semanas, ha conectado de 11-2, mientras Larduet y Alomá, otros baluartes de la corona tunera, tampoco han podido aportar demasiado.

En el segundo encuentro contra los Charros, dejaron a siete hombres en circulación, 31 de las 42 comparecencias ofensivas comenzaron con el primer strike para los cubanos, que abanicaron el 70% de los lanzamientos mexicanos. Con tan poca paciencia, difícil producir con efectividad.

Siempre habrá críticos del desempeño de los lanzadores por una visión muy limitada de entender el béisbol, pero quien ha colocado a los Leñadores al borde del abismo ha sido su temida y reforzada tanda de bateo.

Lo imperceptible: Los Charros anotaron tres carreras en el choque frente a los cubanos, y en dos ellas, de alguna manera, incidió la pobre capacidad de Yosvany Alarcón para detener envíos rompientes tras el plato.

En el primer episodio no pudo con una recta dura contra el suelo de Yariel Rodríguez, lo cual le abrió las puertas del home a Alonzo Harris. Más tarde, en el onceno capítulo, el máscara tampoco pudo retener un lanzamiento de Liván Moinelo que certificaba el ponche sobre Dariel Álvarez.

El camagüeyano, quien no ha tenido un buen torneo con el plantel mexicano, aprovechó el wild pitch, llegó a salvo a la inicial y anotó la carrera decisiva del encuentro, la que certificó la rebelión azteca y la caída de la escuadra cubana.

Despaigne ha sido uno de los pocos que ha sacado la cara con el madero, pero se necesitan más hombres que lo secunden. Foto: Roberto Morejón/JIT
Despaigne ha sido uno de los pocos que ha sacado la cara con el madero, pero se necesitan más hombres que lo secunden. Foto: Roberto Morejón/JIT

La polémica: Quizás Pablo Civil esté esperando a ganar otro campeonato y a regresar a la Serie del Caribe para replantearse toda su estrategia de bateadores sustitutos. Hasta el momento, el manager ha utilizado a sus emergentes con muy poco criterio.

Civil no ha sabido leer las situaciones de juego y visualizar cuál es el hombre correcto para sacar al ruedo. En el pleito de este jueves frente a los Charros, Civil dejó batear a Gracial en el séptimo episodio con el duelo empatado, pese a contar en la banca con Carlos Benítez, Yurién Vizcaíno o Danel Castro.

Después, en el noveno, no sentó a Yosvany Alarcón con dos corredores en base y un out, y mandó al ruedo a Alexander Ayala, dos bateadores agresivos y vulnerables frente a pitcheos rompientes, justo la especialidad de Sergio Romo. ¿Resultado? Un ponche y un elevado al receptor.

Otro detalle polémico: Alberto Pablo Civil y Yosbel Alarcón no llegaron a cinco episodios de labor combinadas entre la semifinal y la final de la 58 Serie Nacional, y difícilmente se encaramen en la lomita del estadio Rod Carew, en Panamá.

Ellos entraron en el roster de los Leñadores por un mérito simbólico, porque en realidad su papel no fue determinante en la corona nacional de los tuneros. Ahora, avanzado el clásico caribeño nos convencemos, por enésima vez, de que no se necesitan 13 lanzadores en un evento de cinco partidos, máxime si solo tienes plena confianza en seis o siete de esos serpentineros.

Civil y Alarcón sobraban en el staff de los Leñadores, y su lugar pudo ser ocupado por otros dos jugadores de posición, preferiblemente hombres con buen contacto, veloces e inteligentes en el corrido de las bases, algo que escasea en esta nómina de los Leñadores.

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