Una final inédita entre Las Tunas e Isla de la Juventud, tragada mediáticamente por el Campeonato Mundial de Futbol Rusia 2018, marcó el cierre del torneo nacional sub 23.
No era el desenlace esperado por la mayoría de aficionados y especialistas. Ni a priori, cuando las miradas se dirigían al bicampeón Santiago de Cuba y otras potencias tradicionales, ni ya durante el desarrollo del campeonato, en el que Cienfuegos y Granma dominaron con suficiencia las zonas occidental y oriental, y lanzaron su candidatura al cetro.
Sin embargo, otra vez el béisbol mostró su rostro impredecible y fueron los noveles Piratas y Leñadores los que clasificaron a la final, tras desbancar a los favoritos en unos cortísimos play off en los que supieron venir de abajo.
Y mientras casi toda Cuba gritaba los goles de Cristiano Ronaldo y Harry Kane, isleños y tuneros se batieron en un duelo a camisa quitada que tuvo que decidirse en el quinto juego, un verdadero rompecorazones que hizo delirar a la afición del Cristóbal Labra pinero.
Resultado final: 4×3 para la Isla, que ganó su primer título en un torneo de esta envergadura y confirmó que en la pelota no hay enemigo pequeño.
Pero, más allá de la euforia de los ganadores y el buen sabor dejado por la entrega de ambos contendientes en la final, la serie sub 23 terminó con una de cal y otra de arena, y amerita una mirada reflexiva que no olvide sus sombras y descubra los valores y enseñanzas de cara al futuro del béisbol cubano.
No hay que engañarse: este fue un torneo con carencias tácticas por doquier, aun cuando se aplauda la entrega en el terreno y, sobre todo, la oportunidad de crecer jugando. Jugar, jugar y jugar siempre vendrá bien a los peloteros que comienzan, aunque el espectáculo diste de la mejor calidad.
Aun así, la justa debió explotar más el desarrollo de atletas llamados en un futuro cercano a aportar a sus provincias en la Serie Nacional. En ocasiones, sin embargo, el marcado championismo echa a un lado la posibilidad de darle juego a una mayor cantidad de peloteros.
A pesar de las ausencias que lastraron el torneo, resultó grata la excelente actuación de Cienfuegos, que busca recuperar el terreno perdido al máximo nivel. Esta generación de César Prieto, Daniel Pérez, Gabriel Suárez, Félix Rodríguez, Adrián Bueno, José Antonio Córdova y Hermes González, pudiera emular al gran equipo que bajo el mando de Iday Abrey conquistó la medalla de bronce en 2013. Aunque del dicho al hecho…
La Isla de la Juventud tiene en Jonathan Carbó –con dos victorias claves en la final–, Yainel Alberto Zayas, Raúl Guilarte y Raúl Alejandro González, a brazos frescos que mucho pudieran aportar a la causa pinera en el clásico cubano. Ellos fueron definitorios para que, contra todo pronóstico, los Piratas se colaran en la final y levantaran el trofeo.
Carbó y Zayas se pintan como abridores de la Isla en la venidera Serie Nacional, mientras Guilarte –máximo salvador del torneo con 14, cuatro de ellos en la postemporada– pudiera ayudar mucho a Danny Aguilera a la hora de cerrar los partidos.
El manager José Luis Rodríguez Pantoja contará con buen talento joven bajo su mando. ¿Le alcanzará a la Isla para colarse entre los seis primeros en la Serie 58?
Otra buena noticia es la continuidad del acertado trabajo de provincias como Granma y Las Tunas, finalistas en la última Serie Nacional y que repitieron como semifinalistas en esta edición del sub-23. La solidez de sus nóminas –de acuerdo con el estándar actual del béisbol cubano– y lo hecho por sus jóvenes peloteros, promete que ambos conjuntos mantendrán el paso ganador en el venidero torneo.
Para los Alazanes resultará vital el aporte en la primera etapa de la Serie 58 de Alexquemer Sánchez, con experiencia entre los mayores y quien podría explotar ya al máximo nivel, así como de los lanzadores Darién Creach y Carlos Santana, que ganó cinco juegos y salvó siete para la causa granmense. Ellos deben ayudar mucho a la tropa de Carlos Martí, afectada en la mitad inicial del campeonato por las ausencias de Despaigne y Lázaro Blanco.
Las Tunas, por su parte, consiguió una proeza con la clasificación a la gran final del sub 23. Los Leñadores hicieron el trabajo sin lanzadores destacados de la categoría como Alejandro Meneses, el zurdo Angel Sánchez –novato del año de la SN 57–, y Diego Granados que emprendió viaje hacia otros horizontes.
La gran sorpresa del torneo fue Yordey Fuentes, autor de un no hit no run, con balance de 5-2, y al que solo le batearon 203 con excelente efectividad de 2,54. Reinier Pérez y Kenier Ferrá también tuvieron muy buenos números con nueve victorias entre ambos.
Rodolfo Díaz se erigió en el gran héroe de la postemporada al ganar dos encuentros ante los granmenses y otros dos ante los isleños, aunque cayó en el decisivo y no pudo levantar el título. No obstante, el conjunto de Pablo Civil tiene en él y los otros pitchers antes mencionados, a brazos jóvenes y fuertes para batallar nuevamente por una medalla.
Destaque también merecen los bicampeones nacionales de Santiago, quienes quedaron ahora a punto de pasar a los play off pero cuentan con un nutrido grupo de talentos que pronto debe darle un gran resultado a la provincia, a pesar de que sigue perdiendo figuras como Lionard Kindelán.
Por los rojinegros, Marlon Serrano estuvo inmenso con sus 44 carreras empujadas. También Santiago Torres, quien estampó fabulosa línea ofensiva de 380/468/556 con 30 remolcadas, y Alejandro Sánchez, que aunque llegó de último invitado al convite, compiló para 324 con cinco jonrones y 35 carreras impulsadas.
Si a estos nombres le sumamos al lanzador Carlos Font y al torpedero Ricardo Ramos, quienes se encuentran en la preselección nacional, más otros ya probados en Series Nacionales, este grupo tiene condiciones de clasificar –por fin– a la segunda fase en el próximo torneo nacional.
El pitcheo santiaguero también tiene a hombres que pueden dar la cara al máximo nivel, como Florencio Maletá y José Carlos Barbosa, sin olvidar a grandes prospectos de la categoría juvenil como Uber Mejías y Norge Luis Vera Jr. o el adolescente de 16 años Yorelky Hernández. El relevo parece garantizado.
En el resto de los equipos también aparecen algunas figuras interesantes, diamantes por pulir que, de mantenerse en el campeonato cubano, pudieran contribuir a recuperar al menos en parte el añorado brillo de las Series Nacionales.
No obstante, el torneo recién finalizado tiene que mejorar en la concreción de las cuestiones tácticas, pues los atletas arrastran errores y dificultades desde las categorías inferiores, que luego se repiten en las Series Nacionales.
El trabajo con los lanzadores debe ser más exigente. Resulta inconcebible la gran cantidad de boletos que se regalan a este nivel y, sobre todo, los pocos recursos que muestran la mayoría de los serpentineros. El pitcheo es, ciertamente, el gran talón de Aquiles de la pelota cubana actual, y esta justa reafirma la crisis.
La Serie Nacional sub 23 es un evento necesario en la pirámide del béisbol cubano. Los problemas que lo lastran terminan incidiendo también en el estado general de la pelota cubana.
Por eso es necesario revalorizarlo, que tenga una mejor preparación y sea un mejor espectáculo. De lo contrario, languidecerá como ya lo han hecho otros torneos menores, y el principal perdedor será el béisbol cubano.