Yuliesky González Ledesma, el zurdo de Alquízar, fue un lanzador consistente durante más de veinte Series Nacionales. Los números totales de su carrera no demuestren su real valía como uno de los principales serpentineros de los conjuntos de la extinta provincia Habana, en los que coincidió con tiradores de nivel. Sus últimos años no lo ayudaron a englobar mejores estadísticas.
Finalizó su carrera con balance parejo de 150 victorias y 150 derrotas, diez lechadas y seis salvamentos. Lanzó para una efectividad de 3.92 y le batearon .275. Propinó 1563 ponches en 2392 entradas de labor para un promedio de 5.88 estrucados por cada nueve episodios. Ostenta un récord difícil de romper en la pelota cubana, al ganar 15 juegos sin la sombra de un revés en una temporada. Esa marca y la participación en varios eventos internacionales bastarían para situarlo, quizás, entre los mejores zurdos de los clásicos domésticos.
Yuliesky fue un lanzador inteligente y eso se trasmitió a su condición de mánager exitoso, manteniendo en todo momento la ética que lo caracteriza. Dos títulos provinciales y un segundo lugar histórico para Artemisa en la Liga Élite dan fe de ello. OnCuba conversó con el afable director para conocer interioridades sobre su carrera.
¿Cómo recuerdas tu debut en Series Nacionales? ¿Cómo pudiste llegar con solo 17 años al máximo nivel del béisbol cubano?
Mi debut lo recuerdo como un sueño cumplido. Fue un gran regalo para mí como atleta que me subieran al equipo Habana. Pude llegar con tan solo 17 años porque venía de las categorías inferiores. Tuve buenos resultados en el equipo Cuba juvenil, y el año anterior en la Liga de Desarrollo también. Por esas actuaciones me premiaron con subirme porque era un lanzador que venía en ascenso.
Háblame de esos primeros años junto a grandes lanzadores como José Ibar y Raúl Valdés, aunque este muy joven igual que tú. ¿Qué aprendiste de ellos y de aquellos enconados duelos de playoff ante el Pinar del Río de Lazo y Contreras?
Tuve la dicha de estar con uno de los mejores lanzadores del béisbol cubano como José Ibar, un pícher con un control y una bola de nudillos endemoniada. En mis dos primeros años logró ganar 42 partidos. Y de Raúl Valdés, qué decir, un zurdo con un excelente control, además de tremenda curva y cambio, con una seguridad y tranquilidad en el box envidiable.
Aprender de ellos resultó muy bueno. La tranquilidad, la disciplina, la entrega y el coraje de ambos fueron muy importantes en mi formación. Nos transmitían mucha tranquilidad y seguridad. Y esos duelos ante Pinar del Río eran un privilegio disfrutarlos.
¿Qué representó lanzar como parte del aquel picheo que fue el mejor de Cuba y que ganó la Serie Nacional en 2009? ¿En que consistió el trabajo de los entrenadores que hizo de aquel staff el mejor del país?
Ser parte de ese grupo de lanzadores fue un orgullo para todos nosotros y a la vez un reto, porque teníamos competencia muy buena entre todos. Eso te hace crecer aún más como lanzador. El trabajo de los entrenadores siempre es fundamental y lo que lograron fue concientizarnos y hacernos ver que teníamos herramientas suficientes para lograr grandes cosas. No se equivocaron. Lograron un grupo de lanzadores disciplinados, estudiosos, comprometidos y que iban al terreno a lograr los objetivos, por eso salió el campeonato de 2009.
Estuviste con lanzadores que llegaron a Grandes Ligas. A la distancia, ¿cómo valoras esa oportunidad? ¿Crees que tenías condiciones de llegar a la Gran Carpa?
Tuve la suerte de estar con lazadores que se probaron en el mejor béisbol del mundo, y eso me hace sentir que si estuve entre ellos es porque también tenía algo de calidad para poder llegar ahí. Sobre si tenía condiciones para llegar a Grandes Ligas, creo que sí, en mi modesta opinión.
Hablemos de tu participación en eventos internacionales… Los dos Clásicos Mundiales, el título mundial de 2005, los Mundiales de 2009 y 2011, las Copas Intercontinentales de 2006 y 2010, los Juegos múltiples… ¿Pudieras hacerme un pequeño resumen y los momentos más significativos entre todos?
Me siento muy orgulloso de todos mis resultados. Fui un lanzador que tuve responsabilidad en el equipo nacional y creo que no defraudé. Me siento privilegiado de formar parte del equipo, para mí del mejor resultado del béisbol en Cuba, que fue el del Primer Clásico Mundial, sin menospreciar ningún título de otros compañeros. Estar en los dos primeros Clásicos Mundiales fue un honor grande. Representar la camisa de las cuatro letras es inmenso. Creo que cada evento es diferente, pero todos con la misma responsabilidad.
Quisiera destacar también el Mundial de 2005, que fue mi primera participación en el equipo nacional. Tuve la dicha en ese torneo de ganar tres juegos y ser el lanzador designado para el pase al oro. Fue un Mundial con buenos resultados para mí, y también teniendo grandes partidos.
En la 46 Serie Nacional estampas record de 15-0 en la temporada regular. ¿Cómo recuerdas la hazaña? ¿Y cómo es posible que con semejante temporada Yuliesky haya quedado fuera de Beijing 2008, la experiencia olímpica que te faltó?
Fue una Serie excepcional y, sin discusión, la mejor de toda mi carrera. La recuerdo como una gran satisfacción. Lo más doloroso fue que no integrara el equipo Cuba a los Juegos Olímpicos. Son decepciones que pasan en el deporte y que son increíbles. Siendo el mejor lanzador del campeonato no llené las expectativas de los técnicos.
En el final de tu carrera realizaste una apertura decisiva en un partido de comodines contra Ciego de Ávila, en la Serie 57. Cuando todos pensaban que Yuliesky no podía, le dio el pase a la segunda fase a Artemisa. ¿Qué recuerdos tienes de aquel día, de la confianza del difunto Danny Valdespino y aquel playoff pasado por agua?
Son cosas bonitas que el deporte te prepara. Cuando todos pensaban que no era el lanzador ideal, me tocó trabajar en ese juego y gracias a Dios salió la victoria para darles el pase a los Cazadores a la siguiente fase. Lo recuerdo con mucho agrado por lo que significó, y porque casi nadie nos dio como favoritos para eliminar a Ciego de Ávila.
Muchos creen que demoraste tu retiro. ¿Por qué trabajar durante 23 temporadas? ¿No debiste retirarte antes?
El retiro es algo bien difícil para el que ama lo que hace. No creo que lo haya demorado. Físicamente, nunca tuve problemas en el brazo de lanzar, lo que a veces pierdes un poco la motivación y dejas de prepararte como antes. Eso trae como resultado no tener el mismo rendimiento, pero honestamente no creo que lo demoré.
¿Cómo viviste el proceso de transición de jugador a mánager de Alquízar? Los dos títulos provinciales consecutivos…
Es algo bien bonito y a la vez difícil, pero traté de hacer un equipo bastante competitivo y crear una familia. Creo que esos dos títulos provinciales con la tierra que me vio nacer son bien emocionantes y únicos. Los disfruté mucho de verdad. Algo grande y hermoso en mi carrera, cuando vez un pueblo en la calle que te admira y te quiere por lo que haces y cómo eres. Eso es indescriptible, y así lo viví como director de Alquízar.
¿Demoró tu nombramiento al frente de Artemisa? Haz un balance de la intensa temporada, del cuerpo de dirección que escogiste, de tus jugadores.
Creo que si demoró un poco, pero los que dirigían nuestra provincia en el deporte no lo entendieron así. Según ellos, no estaba preparado para asumir esa responsabilidad. Siempre les dije: “El día que ustedes decidan que sea el director, pueden contar conmigo”.
Quiro darle las gracias a todo el pueblo artemiseño por el apoyo que mostraron hacia mí para estar al frente de este gran equipo de muchachos. Y no me hicieron quedar mal porque enamoraron a una provincia y a un país con su juego y entrega en el terreno. Una temporada larga, pero a la vez de ensueño para nuestra provincia.
Gracias a los muchachos, gracias a todos los entrenadores, que sin ellos nada es posible, y gracias a todos los que nos apoyaron desde que empezó la temporada hasta el último juego del playoff de la Liga Élite en Matanzas.
En Cuba muchos lanzadores jóvenes demuestran potencialidades notables en sus primeras campaña. Sin embargo, después descienden en su velocidad, no amplían su repertorio. ¿A qué se debe ese estancamiento e involución?
Sí, es así. Muchos vienen con enormes potencialidades, pero soy del criterio que la mayoría no son profesionales en lo que hacen. Tienen que amar más lo que hacen y poner un poco más de disciplina, responsabilidad.
Hay que ir al terreno de béisbol y respetarlo. Cada día tratar de entrenar para lograr cosas. Tienen que ponerse metas, mirar un poco más de juegos para ir con información a enfrentar los bateadores contrarios. Hay que trabajar duro en el terreno, eso es lo que te va a llevar a evolucionar.
¿Qué retos y aspiraciones tienes como mánager en el béisbol cubano? ¿Te ves dirigiendo un equipo Cuba, o todavía faltan herramientas como director?
¿Retos? Tratar de mejorar el resultado del año anterior, aprender y seguir preparándome diariamente para ser mejor director. Entre las aspiraciones, lograr discutir con mi equipo de los Cazadores, y obtener un podio en la Serie Nacional.
Y, lógicamente, dirigir un equipo Cuba. Es también un sueño integrarlo como director. Todavía me faltan cosas. Fue mi primer año como mánager, pero nada, a seguir preparándome. Y seguir estudiando el béisbol, que es un deporte muy complejo, por si llega en algún momento la dirección de un equipo nacional, estar bien preparado para asumir esa tarea.