Después del intenso cruce de declaraciones, las ofensas y las promesas de nocao entre el cubano David Morrell Jr. y el mexicano David Benavídez, finalmente los dos boxeadores dieron reconfortantes muestras de respeto sobre el cuadrilátero al terminar la pelea profesional más promocionada en lo que va de año. Apretón de manos, abrazos y un diálogo en el que primó la deportividad fue la imagen que dejaron los pugilistas en el T-Mobile Arena de Las Vegas, donde el azteca hizo valer su experiencia y se impuso por decisión unánime de los jueces.
La batalla de 12 rounds fue cruenta, de campana a campana, con pasajes de alto calibre de los dos protagonistas, algo previsible si tenemos en cuenta que en juego estaba consolidarse como uno de los candidatos al reinado de la categoría semipesada (175 libras). Aunque Morrell Jr. se fajó y dejó sensaciones positivas de cara al futuro, Benavídez fue más ambicioso y retuvo el cinturón interino del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y arrebató al cubano el título de la Asociación Mundial (AMB).
Morrell Jr. vs. Benavídez: otro round boxístico entre Cuba y México
El mexicano de 28 años se aseguró así un virtual enfrentamiento contra el ganador del choque entre los rusos Dmitry Bivol y Artur Beterbiev, dos de las bestias de la división, quienes se enfrentarán a finales de este mes en el Kingdom Arena de Riyadh, Arabia Saudita.
“Solo quiero ser el mejor de mi era. Quiero unificar todos los títulos”, dijo exultante Benavídez, quien mantuvo su invicto y extendió a 30 su cadena de victorias en circuitos profesionales, con 24 nocaos incluidos. No obstante, su combate contra Morrell Jr. no fue un paseo como muchos vaticinaron.
De poder a poder
Morrell Jr. y Benavídez “calentaron” tanto la pelea que era de esperar un despliegue brutal de ambos sobre el cuadrilátero. Se tenían ganas y salieron desde el mismo primer asalto a matar o morir, con un intercambio permanente que no cesó hasta el final de los 12 asaltos. Más de mil golpes lanzaron entre ambos, confirmando que son dos pugilistas fogosos que rehúyen de la especulación.
El villaclareño, discípulo de la escuela cubana, no apostó por una estrategia de movimientos y juegos de piernas para desgastar al rival, sino que aceptó el contacto cuerpo a cuerpo, dejando a un lado la idea de guardar la distancia y pelear desde afuera. Su plan, sin embargo, no tomó descolocado a Benavídez, que estaba preparado para los embates.
“No me sorprendió nada de lo que hizo porque es un gran peleador. Tenía que estar listo para todo. Sabía que sería duro y por eso me preparé tan duro para esto. Estoy feliz de haber podido brindarles a los fanáticos un gran espectáculo”, señaló el mexicano, quien se vio muy sólido en defensa.
A nivel estadístico, Morrell Jr. tiró más en todos los registros, pero muchos de sus golpes quedaron en la férrea guardia de Benavidez, quien trabajó con cautela y respeto frente a un oponente que podía hacerle daño con un solo golpe.
La efectividad (e intensidad) de Benavídez
“Bienvenidos al mundo del Monstruo”. Ese fue el contundente mensaje que lanzó David Benavídez tras dominar el conteo de los jueces sin dificultad. Patricia Morse Jarman y Steve Weisfeld lo vieron ganar 115-111, mientras Tim Cheatham apreció una diferencia mayor (118-108). De acuerdo con múltiples especialistas, este último rango es el mejor refleja lo ocurrido en el combate, marcado por un volumen considerable de golpes de David Morrell Jr., pero una mayor intensidad y efectividad del mexicano.
En los tres primeros asaltos, el villaclareño logró mantener equilibrada la balanza, pero a partir del cuarto su ritmo decayó y se hizo notar cada vez más la presión de Benavídez, a quien es difícil ganarle en insistencia. A la mitad de la pelea, ya el azteca sacaba una amplísima ventaja de 42-17 en golpes efectivos al cuerpo.
La clave de éxito para Benavídez fue su efectividad. El mexicano logró 118 impactos positivos más que Morrell Jr. y no sacrificó su habitual ritmo de pegada, de hecho, mantuvo niveles similares a los del antillano en los totales (registró solo 48 golpes menos), y además encontró la fórmula para penetrar su guardia con relativa facilidad.
Por ejemplo, el 41 % de sus golpes fueron positivos (por el 27 % del cubano), y lo mismo ocurrió con los puñetazos de poder (48 % por 32 %) y el jab (25 % por 16 %), ese elemento fundamental para ablandar al contrario y dar paso a combinaciones más potentes.
“Pensé que golpearía más fuerte una vez que estuviéramos en el ring. Fue más fácil de golpear de lo que esperaba. Cada oportunidad que vi, la aproveché”, afirmó Benavídez.
Los errores de Morrell Jr.
David Morrell Jr. se vio muy confiado de poder vencer a Benavídez en las jornadas previas al combate más importante del boxeo profesional en lo que va de 2025. El villaclareño, invicto en 11 presentaciones con nueve nocaos, pensaba no solo que podría desbancar al mexicano, sino que lo haría por la vía rápida, mandándolo a la lona. Esa excesiva seguridad, quizás, lo llevó a un escenario no tan cercano a la realidad.
Si bien Morrell Jr. se esforzó y dio muestras de su arsenal, no pudo contener las certeras embestidas de Benavídez, quien lo atacó sobre todo con sus uppercuts y combinaciones rectas de mucha potencia. El mexicano destrozó su guardia e impactó en el rostro con estos golpes en más de una ocasión, y después aprovechó las brechas del cubano en la zona de torso para ampliar su renta.
Además, “El Monstruo” manejó las distancias a su antojo, trabajando en ocasiones por dentro y en otras sacando provecho de su mayor alcance. “El resultado se debe en parte a la táctica de Benavídez, quizás un poco diferente a lo que habíamos pensado, y también a los errores que cometí, los cuales me llevaron a recibir demasiados golpes”, apuntó Morrell Jr. tras el duelo.
Resistencia y enseñanza
“Una derrota no termina la carrera de un peleador, una derrota no define la carrera de un peleador”. Con esas palabras el boxeador cubano Yordenis Ugás quiso animar a su compatriota David Morrell Jr. tras sucumbir ante el poderío de David Benavídez.
Hablando con conocimiento de causa por las enseñanzas que le han dejado los fracasos en su carrera, el experimentado santiaguero apuntó que muchas veces se aprende más cuando se cae que cuando se gana. “Se sabía que esto era una pelea súper dura y que sería súper competitiva. Benavídez está haciendo sparring desde que tiene 15 años con Gennadiy Golovkin y varios campeones mundiales, y como profesional ha luchado contra monarcas de la talla de Anthony Dirrell, Caleb Plant o Demetrius Andrade. Morrell, en cambio, luchaba contra su primer campeón. Nunca había estado donde estuvo hoy. La experiencia fue fundamental en esta pelea”, reflexionó Ugás.
De todo es consciente Morrell Jr., quien ha sido autocrítico y no se ha venido abajo por el desenlace. Al contrario, sigue firme en su objetivo de pelear por colarse entre los mejores de la división semipesada. “Entrenaré duro y me ganaré el derecho a la revancha con Benavidez. Sé que soy capaz de vencerlo. No estoy acabado. Ni cerca”, dijo el antillano sobre el ring tras ver la coronación de su oponente mexicano.
Ciertamente, el tropiezo no sentencia a Morrell Jr., quien demostró habilidades para incomodar a rivales de máximo calibre y la resistencia necesaria para aguantar los embates de uno de los peleadores más despiadados de las 175 libras. Benavídez es un killer en toda la regla, tanto por volumen como por potencia, y contra el cubano no se guardó nada, por lo que el hecho de aguantar los 12 rounds es un detalle positivo con el que no muchos contaban.
Antes del combate, múltiples pronósticos indicaban que Morrell Jr. sería una presa fácil después del octavo asalto, cuando su mermara su condición física. Sin embargo, el cubano se sostuvo en pie y hasta tuvo fuerzas para intensificar su ritmo en el onceno round y buscar un giro del resultado que a la postre no se produjo.
Pero al margen del desenlace, Morrell Jr. luchó con honor, afrontó el reto competitivo con valor, no se dedicó a correr en el cuadrilátero y no decepcionó a sus parciales y a los seguidores del boxeo en sentido general. La derrota es un traspié en su carrera, obviamente, uno que supondrá más esfuerzos para a aspirar a enfrentarse a los mejores de su categoría nuevamente. No obstante, su rendimiento en un examen tan exigente le dará la experiencia requerida para crecer y convertirse en un mejor peleador.