Sesenta y cinco años después, la imagen del Pilar recorre aún el litoral habanero desde Guanabo hasta la bahía de Barlovento con un solo objetivo: hallar peces de pico. Este año, al igual que aquel lejano 26 de mayo en que el viejo Hemingway iniciara la leyenda que todavía hoy envuelve al Torneo de Pesca Deportiva de la Aguja que lleva su nombre, nuevos botes han salido al mar siguiendo la misma travesía del escritor y en busca de los mismos peces que obsesionaron a Ernest.
Y este año, además del aniversario cerrado y la presencia de sus nietos John y Patrick Hemingway, otras coincidencias definen el torneo; por primera vez después de 35 años de impedimentos por parte del Departamento de Comercio de Estados Unidos, 14 embarcaciones norteamericanas han podido llegar a la Marina Hemingway de La Habana y zarpar de allí tras la captura de marlins y dorados.
Según el propio José Miguel Díaz Escrich, Comodoro del Club Náutico Internacional Hemingway, esta participación de equipos de Estados Unidos representa el inicio de un estrecho vínculo entre la pesca cubana y norteamericana, motivado, claro está, por el restablecimiento de las relaciones entre las dos naciones que se produjo el pasado 17 de diciembre, y que concretamente en la Marina se convirtió en un hecho histórico con el recibimiento este 16 de mayo de la Regata Havana Challenge, luego con la llegada de la Bone Islands Regata, ahora con el Torneo Hemingway y que más adelante continuará con otros proyectos marítimos entre Cuba y Estados Unidos.
Desde ese prisma y de acuerdo a las exigencias mismas del torneo (posesión de un yate o renta del mismo en el Club Náutico por 3000 CUC, cuota de inscripción de 450 CUC, además del costoso equipamiento que requiere la pesca deportiva) el Hemingway de la Habana se vislumbra como un puerto seguro para la pesca norteamericana, convirtiendo a lo que inicialmente sería un torneo para los pescadores cubanos en un evento repleto de embarcaciones provenientes del otro lado del Golfo.
Luego, para redondear esta idea, aparece por segunda vez consecutiva el Santy como única embarcación independiente del país que se presenta en el torneo después de muchos años sin que un equipo cubano compitiese por cuenta propia y sin el apoyo financiero del Estado que recibe, por ejemplo, el Olguita, yate de la Federación Cubana de Pesca Deportiva (FCPD).
En febrero pasado, cuando se anunció la llegada de la 65 edición del torneo, el Comodoro Escrich había previsto que este año participaran al menos 10 barcos cubanos, para lo cual el Club Náutico Hemingway cubriría algunos gastos: “No podemos asumirlo todo ni evadir la cuota de inscripción pero voy a procurar que participen cada vez más barcos cubanos”, dijo entonces a la prensa.
Lo cierto es que solo el Santy (y el Olguita como representante de la FCPD) luchan por retener el título en suelo cubano y, sobre todo, este yate de los hermanos Fonseca, con el impulso de ser el actual ganador del torneo, aspira a repetir la hazaña del 2014, cuando se alzaron con la mejor puntuación del certamen, marcando y soltando ―según el tradicional método de tag and release― cinco Dorados y cuatro Marlins y ganándole así el primer puesto a las embarcaciones Odds and Ends y Tag and Release, en pugna por el trofeo.
Pero este año las condiciones no fueron tan favorables para los cubanos, sobre todo por el viento y las marejadas que han enfrentado los pescadores estos últimos días: “El 26 y el 27 las olas alcanzaban los dos pies de altura y nuestro bote es muy pequeño para sortear eso. Tenemos que navegar de un solo lado y en línea recta para poder pescar algo”, cuenta el Chino, el menor de los Fonseca.
Hasta el momento los cubanos a bordo del Santy han capturado dos Blue Marlins, uno cada día, pues el jueves no hubo salida al mar, y el viernes no compitieron.
Hasta el momento la competencia la lideran los yates estadounidenses Billy The Kid, Triple F y Unclaimed, en ese orden con 10, 5 y 5 capturas.
En esta edición participan además de las 14 naves norteamericanas y las dos cubanas, otros dos equipos de Francia, Canadá e Italia, además de uno de Suecia, Lituania y Puerto Rico, logrando que el presente torneo alcance a ser el segundo más grande de la última década, pero echando por tierra la expectativa inicial de superar la cifra histórica de 80 embarcaciones norteamericanas y realizar el mayor Torneo Hemingway de la historia.
En cuanto a las reglas de la competencia, se introdujo este año la utilización de líneas de pesca de 80 libras, de acuerdo con las nuevas concepciones de la pesca deportiva y, por otro lado, el jurado hará una diferenciación de las especies encontradas de acuerdo a su fortaleza y la resistencia al momento de pescarlas, de modo que los Blue Marlins otorgan 500 puntos, los White Marlins 400 y los Sail Fish 300, mientras los túnidos y petos tienen una escala de acuerdo a su peso.
Según los informes de la Marina Hemingway correspondientes durante los tres primeros días de pesca (26, 27 y 29 de mayo), se han capturado varios dorados, el mayor de todos (10,5 kg) atrapado por el equipo Tormenta Ramera de Estados Unidos, mientras que el túnido más grande (8 kg) pertenece a la embarcación Costa Azul, de Canadá. Con esta marca el equipo canadiense se llevó el premio de la primera captura del torneo, realizada por ellos este martes 26 a las 9 y 44 de la mañana.
Ahora solo le quedan al Santy las salidas de este viernes y la media jornada del sábado 30 para aumentar sus puntos y escalar ―con mucha suerte y buen tiempo a favor― hacia las primeras posiciones que ahora mismo ocupan las tres embarcaciones estadounidenses.
O tal vez no. Quizás, para desdicha del viejo Papa y de la tradición de pesca cubana, este año se inicie una nueva etapa del Torneo Hemingway como plataforma para los pescadores norteamericanos y, siguiendo los pronósticos del Comodoro Escrich, “la pesca deportiva pueda representar un sector muy importante de ingresos para la economía del país, pues la experiencia reciente en otros países cercanos está demostrando que puede producir incluso más ingresos que la pesca comercial”, según reveló.
Por lo pronto, y mientras las aguas cambian de nivel, una crecida de yates continúa recorriendo la “Milla Hemingweyana”, en busca de los mismos peces de pico que 65 años atrás obsesionaron al escritor de El Viejo y el mar.